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REPERTORIO AMERICANO 169 La amistad de Frank y Mariátegui propósito de la visita de Frank a la Argentina José Carlos Mariátegui (Por Enriquez. En el Rep. Amer. la admiración común se basaba también en y América; mas no me había detenido a anaun desacuerdo, polémicamente. Waldo Frank lizar el proceso de esa reintegración.
veía en Mariátegui sobre todo al adepto de los Ese análisis se lo inspiró la experiencia semitos y de la mística soreliana y este aspecto mejante de Frank. el escritor norteamericadel pensamiento del joven pensador peruano no encontró en Mariátegui al arquetipo del le hacía admirable y digna de cariño su orto nuevo americano, fervoroso constructor de un doxia política. El lado más débil de Mariáte pensamiento y de un movimiento nuevos. Coingui el filosófico resultábale a Frank el más cidieron en algunos puntos y finalidades, disfuerte. Claro está que por conocimiento y con creparon en los métodos, se sintieron espirivicción, por idealismo filosófico, no por mero tualmente afines. Mariátegui anhelaba la rearechazo de prudente precaución. Porque Ma lización del sueño de Bolívar en su forma moriátegui es un revolucionario sin ser un me derna: despojarse de embarazos internos y canólatra; y es un artista, un actuador de be externos, nacionalizar la propiedad, crear las lleza dice Frank sin ser un puro esteta. En condiciones materiales en que los hombres viél se realiza el milagro de esposar la causa van y piensen libremente, dominen con la técde la humanidad sin negar la causa del alma nica el ámbito material y en partes primitivo individual, cuya muerte tendría que significar que les rodea, para arribar a la especulación también la muerte de los hombres en la masa. desinteresada. sólo este sutil milagro puede salvar al mo Mariátegui sabía mantener amistades poviiniento revolucionario, embebido trágicamen lémicas. aunque jamás tuvo para Frank sino te en los venenos ideológicos del enemigo, el palabras de elogio, y reciprocamente. Es vermundo de la anarquía capitalista y de la de dad: mi fé, mi amor, mi voluntad creadora en mocracia rebañega.
América Hispana, parecían haber encarnado Por caminos distintos y a través del obs en ese frágil hombre. le escribió Frank a táculo común de suponer una incompatibilidad Sánchez al enterarse del fallecimiento de entre el espíritu y la materia, entre la masa José Carlos. En una carta a Espinoza, al rey el individuo, Frark y Mariátegui llegaban ferirse a Lugenes, sin anibages ni reticencias a una conclusión semejante. El acuerdo pro en cuanto a sus ideas y las del poeta, confiemovía el entusiasmo de José Carlos. Pero éste sa su simpatía por el adversario. Esta otra defendía con ardorosa sinceridad su discre amistad con Waldo Frank revela su mapancia. esto es, su aceptación incondicional nera de ser. Cuando la estridencia de los obdel materialismo dialéctico del profeta de Tré jetivos se reemplaza por el análisis de las ideas, veris. como llamaba a Carlos Marx. No llegó hay quienes no saben disentir. Cuando para sin embargo, a dominarlo ni exponerlo con la satisfacer las conveniencias de oportunidad se seguridad de Mehring, Plejanov o Labriola y desdibujan las diferencias, es mejor trazar la de ahí el equívoco idealista a que se presta a recta del desacuerdo. La ejemplar amistad de veces su obra. Pero esencialmente, Frank pe los dos escritores americanos interesa subranetraba en el espíritu de Mariátegui al adver yarla de este inodo en homenaje a la claridad tir que éste no aceptaba la vulgaridad del sec de las ideas.
tarismo petrificado.
ANTONIO GALLO.
La lectura de unas páginas de Frank Bs. Aires, 14 42.
Europe, llevaron a Mariátegui a meditar la relación entre Europa y América. Juzgaba al norteamericano su hermano mayor por ha La cita con el destino berle inspirado con su ejemplo ese examen del (En el Rep. Amer)
americano que se nutre de una cultura añeja y siente la insatisfacción del que aspira a crear Entre los más gratos recuerdos que conservo un pensamiento propio original. Dejemos de en mi memoria se encuentra el de una comida lado, de momento, si el ambiente y las condi que se le dió al actual presidente de Filipinas ciones materiales de América permiten señor Quezón. distancia de cerca de cinco plir tamaña empresa histórica, limitándonos a años me parece aun verlo a la cabecera de la exponer, objetivamente, una inquietud y mesa, delgado, ágil, nervioso, el rostro surcaanhelo. Mariátegui explicó el motivo de do por profundas arrugas, los ojos ligeramente cariño por Frank al darle la bienvenida en Li oblicuos, vivaces e inteligentes, el ademán ma con un artículo autobiográfico. Debía ser enérgico y una elocuencia disciplinada por un autobiográfico porque la razón más íntima de contacto largo con las costumbres oratorias aquella simpatía consistía en la semejanza de norteamericanas. El presidente Quezon visitaba la experiencia intelectual y sentimental vivida México, se asomaba a nuestras costumbres, reen Europa: la sensación de quien vive de pres corría, con espíritu alerta los lugares que se tado. Ambos escritores, al retornar de Europa, muestran, a los turistas: Xochimilco, Teotihuase dieron a la tarea de encontrar en la realidad cán. Pero no era uno de tantos turistas que de América la del Norte y la del Sud los pasan por el país sin penetrar en su esencia.
elementos de una transformación, las caracte No en vano venía del Oriente, y a pesar de rísticas más peculiares y la posibilidad de ela su cultura occidental, de su educación norteborar un pensamiento nuevo. Cómo él cuen americana, tenía la finura, la perspicacia, la ta Mariátegui yo no me sentí americano sino sutileza del que ha estado en contacto con una en Europa. Por los caminos de Europa encon civilización varias veces secular y sabe ententré el país de América que yo había dejado der lo que hay bajo la superficie de las cosas y en el que había vivido algo extraño y au y penetrar en el intimo rincón en que se destisente. Europa me reveló hasta qué punto per lan las más sutiles esencias de la propia cultenecía yo a un mundo primitivo y caótico; y tura.
al mismo tiempo me impuso, me esclareció el Se ponía, por primera vez, además, en condeber de una tarea americana. Pero de esto, tacto con una civilización que había estado realgún tiempo después de mi regreso, yo no te lacionada con la suya en el pretérito. No sabenía una conciencia, una noción nítida. Sabía mos todavía hasta qué punto el oriente fabuloque Europa cuando parecía haberme conquis so haya sido el punto de partida de nuestra tado enteramente me había restituido al Perú raza indígena. Qué relación tuvieron nuesen en Para Waldo Frank, Mariátegui es el nuevo americano. Le dedicó siempre palabras de hondo afecto y, lo que no es menos importante e interesa más a nuestra finalidad, procuro siempre comprenderle. Lo consiguió sin esfuerzo, y tanto, que escribió esta apreciación muy acertada: En Europa adquirió un místico sentido del destino del Nuevo Mundo. Su método aspiraba a ser preciso y despiadado como el de Lenin, porque sabía que sólo dominando una técnica, por lo menos tan perfecta como la de construir casas, se podía recrear un mundo. sabía también que los materiales necesarios para su creación tenían que ser los valores indígenas maduros de la vida americana y que a estos valores había que dejarlos crecer como criaturas vivientes. era como si el constructor de una casa tuviese primero que cultivar los árboles para cortar la madera. Con ojos nunca desviados del fin de la revolución, Mariátegui se dedicó a buscar los materiales vivientes que necesitaba esta revolución, los cuales, por su naturaleza intrínseca, provocarian la revolución que él buscaba. Esto afirma en America Hispana libro que dedica a Mariátegui el escritor que hoy nos visita otra vez. La relación de ambos constituye un capitulo de la vida del joven amauta peruano.
Frank le visitó en Lima cuando José Carlos, a instancias de su amigo Enrique Espinoza, se disponía a emprender viaje a nuestro país.
El afecto del norteamericano constituyó un poderoso estímulo para aquel muchacho ya definitivamente señalado por la adversidad. Waldo Frank atribuía al viaje de José Carlos la simbólica importancia de una comprensión intelectual entre los países americanos del Pacifico del Atlántico y creía hallarle analogia con la acción de Bolívar y San Martín, claro está que en otro plano.
De su parte, Mariátegui juzgaba a Waldo Frank con estimación y comprensión parejas. El sentido de la realidad no perjudica su lirismo. Este exaltador del poder del espiritu sabe afirmar bien los pies en la materia. Su obra prueba concreta y elocuentemente la posibilidad de acordar el materialismo histórico con un idealismo revolucionario. Vale decir, Mariátegui, llevado del afecto, prefería subrayar los aspectos afines del pensamiento de ambos, sin hablar de las discrepancias, para usar su propio término.
Quiero decir, para ser más explícito, que cumun su Este documento es propiedad de la Biblioteca electrónica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica