AnarchismJosé Carlos MariáteguiMarx

Repertorio Americano Tomo XXXIX SEMANARIO DE CULTURA HISPANICA San José, Costa Rica 1942 Sábado de Junio Año XXIII No. 939 No. 11 Carlos Garcia Prada Porfirio Barba Jacob Carlos Luis Sáenz Pedro Mendoza Bruce Una sombra errante y si canción Acuarimántima Porfirio Barba Jacob Simbad Ejercicios Acerca del centroamericanismo Libros vasconcelianos El Gobierno de Chile sigue dándonos su honroso apoyo.
La amistad de Frank y Mariátegui La cita con el destino Alfredo Trejo Castillo Guillermo Jiménez Sumario: La voz del Espíritu y del saber Acoración Concurso literario nacional El concurso literario sobre Morazán Jules Romain y Stefan Zweig Noticia de libros Esquiva De la Vida y de la Muerte (XIII)
Era verdad, porque lo dijo el Usurero Vieja tonada Una mujer Hilda Chen Apuy Ricardo Carballo Benjamin Jarnés Antorio Urbano Lurenzo Vives Francisco Luarca Salas Pérez Roberto Fernández Durán Antonio Gallo Julio Jiménez Rueda Una sombra errante y su canción Por CARLOS GARCÍA PRADA (Universidad de Washington. En el Rep. Amer. El hombre es un sér temporal y contingente lanzado entre dos nadas. Heidegger. El ideal gusta de viajar. BarbaJacob.
moderna, de temblorosa inquietud, matinal y nostálgica, y anhelosa en América, de bien y justicia, por amor estético.
La alta tónica de su espíritu decía era la idea de que vivir es esforzarse. La traía de su Antioquía, junto con una inocencia que, como cendal de albura. cubría la chispa madre de (sus) futuros incendios. se dió a viajar, por los países del Mar de las Antillas galano, sonoro, pegajoso, irisado de diamantes, y opulento de ondas y de olas que le inspiró un misticismo de enigmática esencia, sensual y rencoroso, y ardido de invencible e indeciso anhelo de paz en el regazo de una creencia, de una deidad, de una sublime locura del alma.
La diáspora de su raza, viva en él, y apremiante!
Hambreado a veces, y combatido, el poeta tuvo que ganarse el pan vendiendo su pluma al periodismo político, y se adentró en el tumulto de la vida, dichoso en el peligro. y levantando sus ideales de hombre como antorcha, ebrio, el oído atento a la cántiga de las sirenas.
Porfirio Barba Jacob (Cuando se llamaba Ricardo Arenales)
Acerca de Porfirio Barba Jacob se han formado muchas leyendas. La más conocida la describió Rafael Arévalo Martínez en su maravillosa novelita, El hombre que parecia un caballo, y la más impresionante la reveló el poeta mismo al difinirse con orgullo como el Ahasverus de la poesía americana. Atrevida y precisa definición!
Ahasverus héroe del trágico mito del Amor y la Expiación fué condenado a padecer y a sudar sangre por haber injuriado a Jesús, en su camino del Calvario, y anda sin descanso, entre sombras abrojos, y queriendo herir al Cielo con sus alaridos, u ofenderlo con sus blasfemias.
Como su paradigma, el poeta colombiano fué por el mundo, lleno de dudas y zozobras, de anhelos, y dolores y miserias, sediento como un fauno entre las azucenas del Evangelio, llena el alma de una amarga y honda tristeza que le goteaba de los ojos como de una gruta asombrosa milenaria. Su sed y su hambre que eran más del alma que del cuerpo debieron de calmarse al morir, abrazado a un Cristo, y evocando melancólicamente el recuerdo de su Colombia natal a quien amó con devoción que ella sólo ahora comenzará a reconocer. Leyenda. No todo será leyenda y bien lo apuntó Rafael Maya pues el poeta de la Canción de la vida profunda vivió intensamente y mordió en muchos climas la manzana de varias formas y colores que guarda la ceniza de las ciudades castigadas.
El poeta Barba Jacob es la sombra de un símbolo, y como tal, y en sus canciones, seguirá su marcha atormentada y sin rumbo por los ámbitos de América.
Miguel Angel Osorio. Barba Jacob descendía de una raza aquilina y milenaria, y vivió bajo el hechizo de la Dama de los Cabellos Ardientes.
Nació en un hogar que contaba con más de ciento, entre hijos y nietos, y que presidía su abuela, mujer santa que despertó en su alma dijo él un grande amor a la vaga poesía del mundo. Pero el niño Miguel Angel, tan raro y tan amante. no gustaba del hogar ni de la escuela, y prefería irse por los campos llenos de brisas, aromas y susurros, y de luces armoniosas. Aquello sucedía en Santa Rosa de Osos quieta y blanca villa de su Antioquía israelita, entraña de Colombia y ninfa melódica de (su) ideal América. donde la salud, la inteligencia y la esperanza son como flores caidas del manto de Jesucristo.
Cuando tenía diez y seis años, Miguel Angel Osorio fué reclutado por el gobierno conservador de Colombia, e hizo campañas militares, sin disparar ni un tiro ni presenciar el horror de una batalla. Después muerta su abuelitaentró en la Real Universidad del Mundo y recibió el honor de sus borlas. Dejó para siempre el hogar, se fué río abajo, hacia el mar, y como resplandecía de ignorancia. leyó a los clásicos que le daban el sentido de la forma, ya que no el de la libertad, y también a los autores finiseculares, y muy especialmente a Guyau, Nietzche, Marx, Darío, Silva y Valencia, en quienes hallaba el fulgor del alma En México, en Cuba, en Guatemala, vió las más negras simas del alma y de la vida social. Se asoció con efebos, mujerzuelas, hampones y vagos y anarquistas. Conoció los horrores y los deleites del vicio. Palpó las cosas, y se dio cuenta de que en ellas se manifiesta la tragedia universal que hiere y conturba al espíritu. Las palpó espuma en nuestras manos y las halló cautivas, igual que los hombres, y tal y como si fuesen nada más que la weste de un Pensamiento Perdido. en la ilusoria sucesión del Tiempo y del Espacio.
Era entonces el Ricardo Arenales y el Main Ximénez de la juventud, de soldados caballeros que acariciaban la ilusión de hallar el Buen Camino, perdidas ya y humilladas la sencillez la inocencia de la niñez elemental. Cómo lograrlo si Arenales y Main llevaban en sí mismos el gusano letal de la concupiscencia. y el amor se les hacía llama melancólica en sus carnes, y eco lúgubre en sus cisternas. Main y Arenales murieron. Tenían que morir!
Por tercera vez el poeta se mudó de nombre, por ver de perfeccionar el viejo anhelo de redención, no ya por el amor. sino por la virtud del canto y por la inteligente y esperanzada contemplación de una Acuarimántima azulina y lejana. Se encontró a sí mismo Porfirio Barba Jacob. Este documento es propiedad de la Biblioteca electrónica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica