Joaquín García Monge

168 REPERTORIO AMERICANO Libros vasconcelianos Por BENJAMÍN JARNÉS (La Nación. Bs. Aires, 15 de febrero del 42. He aquí, nuevamente, las andanzas del inquieto caballero español Hernán Cortés, vivazmente referidas por el no menos inquieto escritor mexicano José Vasconcelos, amigo de México, pero más amigo de la verdad española. Historiador, novelista, biógrafo. Qué es, cómo designar preferentemente al autor del tan traído y llevado Ulises Criollo. Tal vez, ante todo, haya que ver en él al biógrafo, a un sagaz, a un diestro biógrafo. Aunque en cualquier biografía el primer biógrafo sea el mismo Vasconcelos. Este libro, Hernán Cortés, creador de la nacionalidad. lo demuestra tanto como ya lo demostraba Ulises.
Es patrimonio de grandes autores entender poco de encasillados. En ellos, cualquier obra es una ventana por donde se asoma el propio autor. los lectores así lo quieren: se verían defraudados si, al acercarse al libro, no vieran inmediatamente al mismo autor en carne y alma. Con todas sus grandezas y con todas sus servidumbres. No ha defraudado este Hernán Cortés. es un gran pequeño libro vasconceliano. con ello insinuamos su mayor elogio. El autor asoma en el libro por todas partes, como esos cancilleres o mayordomos que salen al balcón al lado del príncipe, para recoger los aplausos.
En ello estriba, precisamente, el encanto de estas páginas. No nos ofrecen, en verdad, ningún nuevo, ningún desconocido perfil histórico de Cortés, ni siquiera nuevas luces en perfiles conocidos; pero sí podemos seguir de nuevo la vida del gran caudillo con un guía de espíritu no prevenido. abierto a las sugestiones heroicas, a los valores humanos de la figura excepcional que le sirve de tema. Julio César nos dice es el conquistador de tipo clásico; su inteligencia era lúcida y su temperamento escéptico y frío. Hernán Cortés es un romántico, aunque la literatura todavía no reconociese, en su época, semejante calidad espiritual. Por qué? Vasconcelos prosigue. Romántico porque sin carecer de buen juicio sereno y calculador, se movía siempre al impulso de una pasión del espíritu, por decisiones ocasionales, violentas, fulgurantes. Don Hernando era sentimental en la manera grande, con el sentimiento colocado en un propósito que rebasaba su naturaleza ya de por sí generosa y levantada. Romántico, porque sabía y vivía para el empeño cristiano de superar la vida, corrigiéndole su raíz y transformándole sus caracteres hasta convertirla en salto hacia la eternidad. Acierto para descubrir de golpe las ventajas de una situación convicción religiosa que se sobrepone a la ambición, recorpueden ser sus fiscales, como pueden ser sus apologistas?
Al menos, sale puesta en claro. Una antolo.
gía no es precisamente un retrato; es una galería de retratos. una estatua en medio de la plaza, con todo su garbo, pero también con todas sus jorobas, si las tiene. Por eso hay hombres alguien lo dijo que sólo merecen retrato, que sólo deben ser vistos por un frente, el más aceptable. Hay otros, en cambio, que merecen literariamente estatua, que pueden y deben ser vistos por todos los costados, aunque alguno de ellos no sea precisamente ejemplar.
Creo que la obra tan copiosa de Vasconcelos es de las que merecen estatua. El mismo se ha situado siempre en medio de la calle, sin ocultar ninguno de sus perfiles. su obra es él mismo, es un amplio comentario de sí mismo, hasta no dejar de su pensamiento y de sus emociones rincón alguno a obscuras. Puede decirse que su obra se divide, en dos partes no siempre claramente encendidas la parte en que se abre de par en par el cerebro y la parte en que se abre de par en par el corazón. No siempre claramente divididas repito puesto que con frecuencia se mezclan las dos zonas, sobre todo en muchas páginas de historia y de autobiografía. Porque también es patrimonio de los grandes autores entender poco de agrimensura; por eso los terrenos confunden sus límites, se invaden unos a otros, llenan de confusiones al más lince de los catalogadores. Quién puede saber si el Criticón es novela, libro de viajes, tratado de pedagogía o libro filosófico? Pues en Don Quijote ise han visto tantos libros! es que hay libros torrentes. Amiel, por ejemplo, es un riachuelo, pero Chateaubriand, Juan Jacobo, son torrentes. Vasconcelos corresponde a la segunda clase. Es torrencial.
José Vasconcelos dando que no es el mundo el fin del alma; tal fué la esencia del carácter de Cortés sin que se le pueda hallar quien le supere entre los hombres de guerra.
Poco antes que Hernán Cortés. pudimos leer un volumen de Páginas escogidas. del mismo Vasconcelos, prologadas y comentadas por Antonio Castro Leal. Ante semejante libro, tan vario, tan sugestivo, hemos pensado en un camarín de espejos que se cortan caprichosamente. Se ve al autor azorado en medio de ellos, sorprendiéndose en actitudes en que tal vez nunca soñó, viéndose a plena luz, frente a verdades inexorables. Un artículo, un ensayo, un libro, lo mostraban por un costado. Pudo, acaso, durante ellos, ofrecernos una bien llevada máscara, a una verdad provisional, circunstancial, oportuna u opartunista; pero todos los elementos provisionales; todo lo de circunstancias. todo lo contingente. lo oportuno, se funde en una antología, se dan luzmutuamente unos y otros paisajes de alma y exteriores; acabamos por ver al autor en medio de todas sus contradicciones, a plena luz, como aquel misterio de Maurice Barrés.
Los colores se funden en una total blancura. Sale perdiendo nuestro autor, o sale ganando, en medio de sus hijos, que también El Gobierno de Chile sigue dándonos su honroso apoyo LEGACIÓN DE CHILE San José, 20 de Marzo de 1942.
Señor don Joaquín García Monge.
Presente.
Mi querido amigo don Joaquin: Me es grato comunicarle que acabo de recibir un cable del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, autorizándome para renovar las suscripciones de Repertorio Americano tomadas el año pasado.
Con este motivo, le ruego disponer que se me envien 40 ejemplares de cada uno de los números publicados hasta la fecha e indicar que igual cantidad se me remitan de los próximos.
Mucho me complace esta decisión del Ministerio que, en verdad, importa una demostración de la importancia que mi Gobierno atribuye a la interesante labor de difusión cultural que desarrolla Repertorio y del reconocimiento que nos merece la simpatía y buena amistad con que su Director distingue constanmente a Chile Con el afecto de siempre lo saluda su amigo, JOAQUÍN LARRÁIN Encargado de Negocios de Chile Al leer El Proconsulado del mismo Vasconcelos tuvimos ocasión de afirmar que este Ulises camina siempre empujado por su propio viento inicial, con el ritmo del primer volumen de su opulenta obra autobiográfica.
Describe su propia marcha; pero, a veces, se detiene a contemplar a los otros, y a sí mismo entre los otros, y contribuye a engrosar el haz de testimonios donde más tarde por qué no. se apoyará la historia. otras veces, atraído por la belleza de una figura de mujer especialmente. parece querer desviarse de la rígida historia de la fatal biografía, y nos ofrece páginas que remueven el libro con impetu más cálido, que lo dejan sacudido, trémulo, como siempre que en una zona histórica, por tanto científica, irrumpe el lirismo, irrumpe el niño loco sin el cual toda cordura moriría de tedio.
Cuando el amor nos hace guiños desde una página, la cenuda historia se retira. No es la novela la poesía, en fin la que da el tono, la que imprime ese ritmo. Quiere esto decir que de este gran bloque de páginas vasconcelianas, preferimos aquellas en que irrumpe el niño loco. el lirismo; ese lirismo por el cual todo lo demás respira, florece, fructifica. Por eso, adquieren tal vehemencia poética muchas de las páginas de Ulises Criollo. por eso, sus mismos comentarios filosóficos adquieren tal vivacidad novelesca.
La más alta calidad de este escritor tal vez sea la de no ser especialista. José Ortega y Gasset nos habló un día de la barbarie del (Concluye en la pág. 175. Este documento es propiedad de la Biblioteca electrónica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica