286 REPERTORIO AMERICANO Epopeya de una voz que espera la resurrección de la carne (Epístola a Gabry Rivas)
Si te digo que era como un terremoto de pianos entre la niebla, menos. Me parece demasiado exagerado.
Pero si no comparo y digo directamente: Tu voz, qué material para campanas!
Entonces exclamo frenético: Ya está. En el Rep. Amer. Muy joven es Martinez Rivas; apenas tiene 17 años. Laureado dos veces en su Nicaragua. Lo acogemos. Promete mucho, abiertas las alas del alma a los reinos dilatados y misteriosos de la poesía. este es mi mensaje. Recuerdas tus primeros libros de versos. Recuerdas la vieja torre de la vieja parroquia. Recuerdas de dónde vino tu voz?
Pues hacia alla ha corrido. De durmiente en durmiente.
Tropezando. Hasta llegar al sitio donde tu pueblo sueña, con los ojos todavía poluosos, en la resurrección de sus palomas.
Alli iremos a buscarla. Al campanario. allí la encontraremos.
Empollando de nuevo bajo las nalgas de la enorme campana.
Donde se irá creciendo como un pájaro denso, y desde donde ha de volver un dia cogida por el pico al sideral caballo de la luna sin ojos.
CARLOS MARTÍNEZ RIVAS José de Costa Rica.
Juno 1942 años después de Jesucristo.
Cuartillas líricas (En el Rep. Amer. Poema en prosa Bum. bum. bum. vienen cantando con su canto legendario las carretas; parecen fila de hormigas hacendosas llevando cada ura sus maletas. Una tras otra, en línea rigurosa van formando la curva tortuosa. Una piedra, brinca la carreta, chirrido en el ambiente como humana queja. Chuzos y cabezas, cuernos y correderas, todo un cúmulo de raras apariencias.
Ya a los lejos se percibe el sonido como si arrastraran grandes piedras y se esfuma en lontananza heridas dejando sonoras cuerdas.
Gabry Rivas.
Poeta, periodista y hermano de mi madre.
Desde este país frío y lleno de automóviles.
En mi cuarto rodeado del reloj del invierno.
Entre un pobre silencio de cosas familiares; mientras, distraídamente, me he quedado mirando el rótulo luminoso de la esquina, donde la flecha Neon hace ejercicio al tito y siempre da en blanco; y, a lo lejos, se escucha el interior de una miserable cantina donde los hombres rien y discuten habitados por el vino; yo, con toda esa tristeza de que soy capaz en los días lluviosos, me he puesto a pensar largamente en mi hermosa, fragante, cálida y volcánica patria. pensé en ti.
Pensé en tu enorme cuerpo recostado como un viejo vapor que fuma junto al muelle.
En tu mirada larga de cacique.
En tu risa descomunal.
Recordé aquella noche cuando playas de aplausos me impedían el paso y una rosa de pequeña blancura alzó en brazos mi nombre hasta la estrella cuando tú lo dijiste.
Pensé en tu voz, entonces.
La que ha viajado tanto y que era, en ciertos lados, brumosa como los puertos.
Tu voz aventurera.
Llena de sellos y etiquetas de aduana.
En Costa Rica, San Francisco; en Chile con Vicente Huidobro.
Después en Nueva York, luego en La Guaira. por fin, en tu patria de nuevo.
Con la rodilla rota en Nicaragua.
Pero ahí tienes Que un día, sin más ni más, muerta.
Tú, a su lado, tendido.
Como la barca junto a la vela rotu.
Junto al remo partido.
Incapaz para el viaje y la aventura.
Con el mar a la espalda, la frente hacia la tierra, y la boca con yerba y sin espumas. por eso me dije: No puede ser!
De ninguna manera. Solo Ya más solo que nadie. Como el topo que se busca a sí mismo debajo de la tierra.
Tú solo. Sin tu voz.
Tú sin ti, Gabry Rivas.
Ahora déjame decirte como era, ver si así podemos ir a buscarla juntos.
Veamos. Si te digo que sonaba como un tambor de cuero ronco no estoy contento.
Si te digo simplemente que era como el mar, tampoco.
Sc eleva como un lirio la esbeltez de tu cuerpo en el descanso leve de dos copos de niere. se yergue seguro, pletórico de vida, purccicra que vuela con el ritmo que anida, Pétulos de magnolia, tersura, rasos chinos, tanta corola fresca, tanta carga divina en soportes tan finos.
Alus de mariposa en éter tembloroso: tal es tu suave andar, Tus pies oh piececitos de oro, piececitos sin par.
Voz de feminidad y sensitivo amar muy leve habla por ellos; ligeros, ondulanies, discreto conversar.
Dulces tus piececitos, mieles de abejas rubias, copitas de cristal, soportes de hermosura, que cantan al anaar.
Delgados piececitos, traviesos piececitos, parad en mi portal.
Nueva aurora Hay en mi casa una gran luz; luz de esperanza, luz de alegría, luz de mi luz.
Por las mañanas trina sus cantos, juega sus juegos, revuelve almohadas, corta papeles, liba las mieles y entre retozos ordena y manda a su caballo, su carreta, a su mamita y a su papá.
Todos los quieren porque él es rey, rey que nos hace con su gobierno amar la vida y amarlo a él. por las tardes queda dormido en su camita color azul; pero en sus ojos una estrellita brilla serena bajo sus párpados Este documento es propiedad de la Biblioteca electrónica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica