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178 REPERTORIO AMERICANO John Keith Co.
San José, Costa Rica AGENTES REPRESENTANTES DE CASAS EXTRANJERAS Cajas Registradoras NATIONAL (The National Cash Register Co. Máquinas de escribir ROYAL (Royal Typewriter Co. Inc. Muebles de acero y equipos de oficina (Globe Wernicke Co. Implementos de Goma (United States Rubber Export Co. Máquinas de Calcular MONROE Refrigeradoras Eléctricas NORGE Refrigeradoras de Canfín SERVEL ELECTROLUX Plantas Eléctricas Portátiles ONAN Frasquería en general (Owens Illinois Glass Co. Conservas DEL MONTE (California Packing Corp. Equipos KARDEX (Remington Rnad Inc. Maquinaria en general (James Motley, JOHN KEITH Socio Gerente RAMON RAMIREZ Socio Gerente TERRITORIO யயயயmmu numan gunos signos de eso, y me alarman mucho.
Lo tranquilicé, asegurándole que no habrá inquisición, ni cosas parecidas a las debauches sangrientas de Europa, en nuestros pueblos. entramos en un larguísima conversación sobre el indio, el negro y las gentes cruzadas. Le oí una alabanza conmovida de los misioneros portugueses yo había procurado antes interesarlo en los misioneros del Continente como asunto para un libro suyo que podría ayudar mucho a nuestros indios Celebró la bondad del negro, que es una sola cosa dijo con su alegría. Añadió lindas observaciones del temperamento brasileño en la piedad y el equilibrio pasional. De la gente pasó a la tierra, y me pidió caminar con él por los alrededores de nuestra ciudad, lo cual le prometí. El me creía entendida en plantas, sólo por haberme visto cultivar un pedazo del jardín de la casa. Gabriela Mistral me dijo, yo tengo este deseo que me va a conceder. Conversaremos de todo esto andando por la tierra rural.
Hace unos diez días de todo esto; trato de recordar con mucha precisión la parte referente a Frank la última, porque son dos compromisos que él se hacía y que nadie le había solicitado. Estoy cierta de que no me engañaba para qué! y de que no pensaba matarse.
Poco después me habló por teléfono para preguntarme si yo iría a una recepción oficial de la Prefectura (o Gobernación) de Petrópolis, pues él tenía la invitación, pero no la compañía. Allá fuimos y estuvo a gusto, a pesar de lo poco que le agradaba la vida mundana.
No creo en las conjeturas que se hacen sobre la situación económica del maestro Zweig.
Su editor las desmintió rotundamente anoche, a dos pasos del muerto. Las grandes ediciones suyas lanzadas por la mayor editorial yanqui, más algunos artículos pedidos de los Estados Unidos, podían asegurarle a lo menos unos años de un bienestar modesto, pero suficiente.
Por otra parte, no puede ni imaginarse un momento de extravío o de locura: escritor más sensato, más dueño de su alma, menos delirante (a pesar de haber descripto como nadle el delirio. no puede tal vez encontrarse en nuestra generación. Pienso, sin pretensión de adivinar, que las últimas noticias de la guerra lo deprimieron horriblemente y en especial el comienzo de la guerra en el Caribe, el hundimiento de barcos sudamericanos. Ay. Había visto llegar así la guerra a tantas costas. Habrá que añadir su última información: la de los sucesos del Uruguay. También eso se parecía de un modo tremendo a lo visto en Europa, duela o no duela confesarlo. Estaba harto de horror; no podía ya más.
Amigo mío: ya sé que los fáciles dirán para condenar y hasta algunos estoicos que Zweig se debía a nosotros y que su escapada de la tragedia común es una gran flaqueza. mucho más se dira. Hablarán de su falta de fe en lo sobrenatural y acaso de la famosa cobardía israelita. Yo me quedo esperando su Autobiografia, escrita aquí mismo, en nuestro Petrópolis, que él amaba tanto como yo. Porque no sabemos todo lo que este hombre padeció desde hace unos siete años, desde que el escritor alemán fiel a la libertad pasó a ser bestia de cacería. Su sensibilidad superaba a la mostrada en sus libros: era una sensibilidad femenina, en el mejor sentido del vocablo; habría que decir inefable. Cuando hablábamos de la guerra, yo seguía en su cara, punto a punto, su corazón en carne viva e iba midiendo lo que yo podía decir, lo cual no me ha ocurrido con ningún hombre de letras. no era que perdiese en momento alguno su control riguroso: era que los hechos brutales, o simplemente penosos, no parecían ser oídos, sino tocados por él en el mismo instante en que los escuchaba y le caía al rostro una tristeza sin límites que lo envejecia de golpe. Usted recuerda la juventud de su aspecto; toda ella desaparecía en cayendo la guerra a la conversación. Su repugnancia de la violencia era no sólo veraz; era absoluta. Le importaban todos los pueblos y se había apegado muchísimo a los nuestros. Estuvo a punto de irse a Chile, por una invitación de Agustín Edwards; se quedó en el Brasil lo sirvió con un libro ejemplar sobre territorio, historia y pueblo. Halló en Estados Unidos demasiado recios o durosno sé. Prefería el Sur porque, además, necesitaba de mucha dulzura de clima el hombre de sesenta años.
Su melancolía más visible era la pérdida de la lengua materna. En su primera visita a esta casa me dijo que nada del mundo podría consolarlo de no volver a oír en torno suyo el habla de su infancia. Esto dijo es la único irremediable. El esperaba entonces con certidumbre cabal la caída del hitlerismo; pero ya había comprado una casa en Inglaterra y posiblemente, como muchos desterrados, pensaba regresar porque llevaría las heridas de un dictador, y además las de los seudo amigos que traicionan o que consienten. Su sobriedad para juzgar a su patria me pareció completa; jamás un denuesto, ni siquiera un vocablo castigador; su continencia verbal formaba parte de su hidalguía. El tipo de nariz no era judío; mejor recordaba al español. Su conducta exterior e intima hacía pensar en los mejores tipos de las grandes épocas europeas: español, inglés o francés. No pudimos hacer nada por el aparte de quererle. Le quisimos en esta casa los tres, porque era lo más natural del mundo el tenerle no sólo admiración, sino una ternura conmovida. Ay! Que no remuevan los creyentes estos huesos de doble fugitivo y renuncien al ejercicio fácil de dar una lección sobre un muerto que deja empobrecida a la humanidad, y en todo caso a los mejores. En él había miel de Isaías, también llama paulista, también ambrosía de Ruth. Adiós.
Petrópolis, Brasil.
GABRIELA MISTRAL.
Hitlen almuerza (En el Rep. Amer. Con el autor: Aptdo. 197. Cuenca, Ecuador. En un vigoroso artículo intitulado Raza, de piernas de gli bersaglieri parece contagrillete, Benjamin Jarnés, con su peculiar giado de un pavor eterno. Mas, junto a los caimpetu de honestidad irritada, decía en este fres bermejos, junto a los pávidos peninsulamismo semanario: El concepto de raza se res, camina la Historia y, con ella, la autentinutre de cadáveres; por eso, preferentemente cidad de los destinos humanos. El crimen será lo defiende el hombre de las cavernas.
crimen y el miedo, miedo. el crimen será nazi Si contemplamos el aspecto de los hechos como el pavor será italiano, porque la Histoque, en estos mismos instantes, se desarrollan ria está ya escrita.
en el Mundo, no podremos por menos que dar Hasta hoy, la mandíbula del antropófago por dogma la verdad enunciada por el escritor rubio, de ojos azules tiene un ritmo isócrono español. Cuántos cadáveres, por cierto, le de gula tenebrosa. No se detiene, aunque emcuesta a la civilización el enunciado nazi del pieza a encalambrarse: la invasión a las Islas delirio racista. Tenemos la suficiente copia Británicas señalada para el 14 de Agosto del de vergüenza para cubrirnos, frente a la His 40, los dientes del Soviet en el delta del Datoria que acusa, con la encendida llama del nubio, la creación por Inglaterra del frente pudor. Qué se dirá del miserando planeta griego, los cárdenos resplandores del Africa por boca de las generaciones venideras. Ca alumbrando las piernas veloces de los senegadáveres por doquier: los campos de batalla no leses romanos, el silencio de la diva tromexisten casi, en la hora presente. Los campos puda y teatralera del Palazzo Venezia, todo de batalla donde cada falange discutía por un esto nos demuestra la próxima parálisis manideal. Hoy es la muerte que ronda, por propia dibular del Ogro de Obersalzburg. Cierto día cuenta, sobre los no responsables de la catás se detendrá, en seco, la voracidad del bárbaro trofe. Primero, antes que todo, el dolor de los mecanizado; cierto día en que la claridad del pueblos tiene una nueva forma: la de la co espíritu y la verdad del destino humano albobardía del agresor.
reen sobre la huesa putrefacta de los caníba¿Quién el responsable. La cafreria blanca les de Wotan. Cuando la filosofía vuelva a ser del ario austriaco, destila su baba inmunda compañera del hombre y la máquina, elemento sobre el corazón de los hombres. el temblor de colaboración social. Este documento es propiedad de la Biblioteca electrónica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica