Violence

REPERTORIO AMERICANO 237 La copla popular Clorocid (Envio del autor)
Festival de la décima en el Ateneo de Caracas Tabletas a base de cloro orgánico para desinfectar el agua de bebida.
Una o dos tabletas en un litro de agua la dejan estéril a la media hora de contacto.
En frascos de 50 tabletas para esterilizar 50 25 litros.
Apartado 1351. San José, Costa Rica Hoy sábado 15 de febrero a las y media se realizará en el Ateneo de Caracas el anunciado Festival de la Décima en homenaje al poeta Alberto Arvelo Torrealba, con el siguiente programa: Palabras de Rómulo Gallegos.
La copla popular, por Antonio Arráiz.
Sobre la poesía de Arvelo Torrealba: Julián Padrón, Juan Oropesa.
Lectura de dos glosas inéditas en prosa de Alberto Arvelo Torrealba.
Cantos de Arvelo con música de Prudencio Esán; canta, Juan Alvarado; piano: Prudencio Esáa.
Décimas de los poetas: Ida Gramcko, Alirio Ugarte Pelayo, Pascual Venegas Filardo, Ana Terán, Rafael Insausti, Carlos Augusto León, Manuel Rodríguez Cárdenas, Miguel Otero Silva y Andrés Eloy Blanco.
Este Festival se realiza por iniciativa del Centro de Estudios Presente y la agrupación Cultural Femenina. Se invita a todas las personas amantes de la cultura.
su rosa del cuatro, por encima del cordaje casi invisible del arpa, de extrañas resonancias, al compás del susurrante bataneo de las maracas.
Saltan las dos notas ágiles, alegres, seguidas de la tercera, profunda y recortada, que las ataja, como un deseo libérrimo que al dispararse, ahí mismo se encuentra maniatado por la atadura de la realidad, un sentimiento que oscila entre el gozo primaveral y la desgracia, entre la esperanza y la siempre repetida desilusión. Brillan los ojos negros con fantásticos fulgores. Sobre los rostros flota la gasa de una sonrisa taciturna. en el aire cálido de la velada, en frente de la noche que se recoge, presa de una súbita congoja, el canto desatado va diciendo las cosas que no se dicen, porque se mesuran, va alumbrando las cosas hondas que no se piensan, pero que se sienten, va echando al aire los dolores callados y los anhelos escondidos y esta ronca y áspera angustia que se enrosca al alma, como una llama, y todo lo que es aguardar y esperar y ensoñar y ansiar confusamente, en la confusa aspiración de un pueblo.
o bien duerme la llanura en calma en la callada mano de la luna. Alza inmóvil en la distancia azul su cimera pretenciosa la palma redonda, a la que llaman también palma llanera, o palma de cobija. Arriba, en el altísimo cenit, cabecea perezosamente, dando vueltas en lecho, el panzudo Orión, el pacífico guerrero, el que nunca desenvaina su espada. De una cabaña desteñida en la lejanía brota la temblorosa queja de un cantar. Existe en realidad la tal choza, o acaso esta música impalpable que nos rodea es sólo una especie de reverberación melódica del paisaje. Lo llena todo entero, consustanciada con la calidad de líquido de la luz, con la limpidez gaseosa de la quietud. No ha comenzado nunca, ni terminará jamás, ni tiene principio ni fin, sino que está prendida a las perennales columnas de la noche; y perdura de tal suerte que se diría que se ha vinculado, a través de recónditos nexos, con el quebradizo titilar de las estrellas, o que rezuma, en entrecortados balbuceos, el pulso cadencioso de la creación.
Entonces nos damos cuenta de cuán indisoiublemente se fincan estas coplas y esta música en la tierra que las nutre y de qué modo tan fiel van descifrando el enigma de esos hombres y esas mujeres que las instrumentan.
Entrelazadas a las anónimas corrientes de sus vidas, andan a lo largo de su pobre historia diaria desde el lejano hontanar de sus oríge.
nes, y corren con ellos a la luminosa vastedad de sus destinos. Les han acompañado en las más variadas visicitudes de su existencia. Sirviéronle para cantar y para clamar, para reír y para llorar, para entonar himnos entusiastas y trenos planideros, para requebrar a la novia a quien se arrulla y para lamentar el amor que se perdió, para abrumar de alabanzas al amigo querido, con esta arrebatada ve.
hemencia de pecho abierto y fe sin límites que forma parte del ser venezolano, o para anonadar a dicterios al enemigo detestado, con esta cicga violencia que es la misma pasión por la otra faz. Halláronse complicadas en sus enamoramientos, en sus ambiciones, en sus dudas, en sus caídas, en sus infortunios. Fueron con ellos a la aventura de sus revoluciones y a la aridez de sus esfuerzos, y regresaron así mismo, de aquéllas, afiladas en la mordacidad del epigrama, de éstos, aciduladas en la filosofía de su resignación.
Ha sido feliz iniciativa de las muchachas de la Agrupación Cultural Femenina y de los jóvenes del grupo Presente la de traer la copla popular a un ambiente cultural como es el del Ateneo de Caracas. Es todo un acto de justicia el que se cumple al rendir así una suerte de pleito homenaje a las sencillas formaciones poéticas y musicales que florecen en labios de la gente de nuestra tierra.
El amable recinto del Ateneo, donde se guardan tantos exquisitos recuerdos artísticos, se sentirá alborozado, sin duda, al roce de las estrofas vivaces de Arvelo Torrealba, que son tan nuestras, acompañadas de la música, tan nuestra, de Prudencio Esáa. Los poetas, los músilos escritores, los artistas, los pensadores, que han desfilado por aquí en presencia o en espíritu, acudirán de nuevo, gozosos, y desde el tope de su inmortalidad asomarán los semblantes complacidos y curiosos, atentos a las ingenuos expresiones con que quiere ponerse a tono con su armonía y con su gracia el hombre de los campos de Venezuela.
Aquél de entre ustedes a quien los azares de la vida haya impedido hasta el momento escuchar alguna vez, en medio de la transparente noche tropical, el tanido de una copla popular, disfrutará de la inapreciable oportunidad de saborearla a través de quienes son sus más autorizados intérpretes actuales. en cuanto a nosotros, los que guardamos, en lo entrañable del recuerdo, la memoria de una experiencia semejante, tendremos que agradecerles unos lo fausto de la idea, a otros lo consumado de su parte, merced a los cuales nos será dado evocar la ocasión imborrable en que aprendimos, escuchándola, el dulcísimo embrujo de la tierra.
ANTONIO ARRáiz.
Caracas, febrero de 1941. El Universal. Caracas, sábado 15 de febrero de 1941. oAquél de entre ustedes que no haya escuchado nunca, en medio de la transparente noche tropical, el tañido de una copla campesina que surge, acunada en el oscuro bordón de la guitarra, de un rancho dormido en el fondo de la llanura desolada, que no diga que ha paladeado en toda su intensidad el sabor agridulce, el punzante encanto de la venezolanidad.
Aquél de entre ustedes que, una noche de mayo, no se haya sentido envuelto en la embriaguez jacarandosa, y, sin embargo, transida de un inexplicable dejo de melancolía, de una décima, de un pasaje inquieto como un potro, de un jactancioso galerón o de una linda y aterciopelada marisela, no piense haberse sumido plenamente en el alma de nuestro pueblo, ni haber salido de ella con los ojos ardidos, porque pugnan por asomarse lágrimas imprevistas, con el corazón cundido de un vago asombro, y en los labios un regusto que no se sabe si es de dicha, no se sabe si es de pena, no se sabe si es el júbilo del descubrimiento de su raza o la desgarradura del contacto con su adversidad Tocan los hombres rústicos los instrumentos populares. Muévense las manos diestras con inalcanzable rapidez sobre la madera olocos, a Dr. GARCIA CARRILLO ELECTROCARDIOGRAMAS METABOLISMO BASAL RADIOSCOPÍA CORAZÓN APARATO CIRCULATORIO CON Moore. Cottrell North Cohocton, consigue Ud. coa suscrición a este demanario Consultorio: 100 varas al Oeste de la Botica Francesa TELÉFONOS: 4328 y 3754 Este documento es propiedad de la Biblioteca electrónica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica