172 REPERTORIO AMERICANO Jules Romains y Stefan Zweig (En el Rep. Amer. Jules Romains Tengo la seguridad que Jules Romains nunca soño en venir a México, contemplar nuestros soberbios paisajes impregnados de melancolía y perderse, un atardecer, en las calles coloniales de nuestra luminosa ciudad; si alguna vez lo sonó, al despertar se ha de haber sonreído con la más incrédula de las sonrisas y, al deleitarse con el cielo elegante, opalino de París, ha de haber recordado, con gran gozo, las reales palabras de uno de los Enriques. Paris bien vale una misa!
El mundo es un pañueio, y ahora los ojos claros del gran lírico copian los claros cielos de México; en plena madurez vino a ofrecernos la abundancia de los frutos de su inteligencia, cargado, agobiado su corazón con la honda amargura de su patria deshecha.
Vi por primera vez a Jules Romains en Madrid, cuando Madrid era Corte, y asistí a la serie de conferencias que sustentó sobre letras francesas. Años más tarde caían las hojas y se alejaban los pájaros lo volví a ver en una de las mil y una noches de París, me parece que en el vestíbulo de la Comedia de los Campos Elíseos, donde estrenó El Dictador, obra sin importancia en la cual Francen hacía el papel principal. Claro. sin importancia, si se recuerda Kneck ou Le Triomphe de la Medicine, que hizo estremecer a los críticos del bulevar y subió triunfalmente a todos los tablados del mundo. Jules Romains pertenece al grupo de la Abbaye fundado en 1907 1908, por Charles Vildrac, René Arcos, Georges Chenneviére y Albert Duyen y al de La Nouvelle Revue Francaise que formaron Marcel Proust, aquel extraordinario cronista asmático de la nobleza de París, quien comenzó a teier la tela impalpable de la novela psicológica, André Gide, Georges Duhamel, Jacques Riviére, André Maurois, Henri de Montherlant, lo más brillante del pensamiento moderno.
Poeta que da a las palabras un nuevo perfume; novelista de caudalosa imaginación que nos hace sentir, que nos muestra todo un mundo en un friso magnífico de formas novisimas: Los hombres de buena voluntad; guardador en sus poemas, en sus novelas y en su teatro de todo un sistema de emoción y de belleza; investigador de los misterios de la cencia; buscador de experiencias: La Visión Extra Rótinienne et le Sens Paroptique; creador y jefe de la teoría del Unanimismo; polemista extraordinario; orientador lírico en Petit Traité de Versification, Jules Romains es el maestro de las inquietudes espirituales del momento, renovador de una literatura marchita y, a pesar de todo, es un escritor elástico, por su estilo claro, preciso, ágil y sutil; en fin, encontró la fórmula mágica, el secreto, la gracia de los amados y graves abuelos de las letras francesas. dulzura del sufrir. como decía Leopardi, escuchando el último latido de la entrata rebelde, del hombre que supo amarla tanto. Jules Romains podrá agregar un ardiente capítulo a su magnífico estudio consagrado a Stefan Zweig, grande européen, publicado en Nueva York, con motivo del sexagésimo aniversario del exégeta de Erasmo. Qué la tierra de América se abone con la carne hecha tierra del ilustre muerto!
GUILLERMO JIMENEZ.
México. mayo, 1942 Tampoco se imaginaría Jules Romains, a pesar de sus mil experiencias extrarretinianas, que aquí iba a recibir, casi en alas de la Primavera, la última carta escrita por uno de sus admirados amigos y uno de los más universales escritores contemporáneos: Stefan Zweig, quien, al suicidarse, se convirtió en símbolo de protesta de millones de hombres que anhelan un mundo libre.
He leído la carta desgarradora de Zweig, fechada en Río Janeiro el 19 de febrero del presente año, y no se necesita mucho para comprender que el ilustre autor de Maria An.
tonieta, era un desilusionado, un enfermo, con los nervios al garete: era un hombre acabado que ha de haber tenido a flor de labio un constante qué más me dá. para lo bueno y para lo malo.
La raíz de su desencanto está retratada en las palabras que pronunció para despedir los restos de mi infortunado amigo Alfonso Hernández Catá, en Río de Janeiro. Nosotros dijo Zweig europeos de esta generación maltrecha, debimos en verdad haber aprendido hace buen tiempo el arte de resignarse, pues ¡de cuántos que eran caros a nuestro corazón hemos debido separarnos ya! Hemos perdido hogar e idioma, posición y casa, y más aún, hemos asistido al desaparecer de la esperanza que nos dió ánimo en nuestra juventud, y de los ideaies que nos hacían soñar; hemos perdido la credulidad la confianza; desde hace largos años no hacemos, en el fondo, otra cosa que despedirnos, y la resignación estoica, desprovista de queja, se nos ha hecho ya casi costumbre.
Pobre Stefan Zweig, a pesar de haberlo tenido todo: riqueza, amor, universalidad, no tuvo armas para defenderse de la adversidad, no fué dueño de la constitución de acero que se requiere para no adorar lo ganado ni llorar lo perdido. no obstante su talento y su extraordinaria cultura, se retorcían sus nervios como se retuercen los juncos en las sedientes mañana de estío, y esos tendones sin control lo arrastraron a buscar la paz y la musicalidad de las estrellas.
Zweig quiso partir muy a tiempo, con la elegancia que tienen los grandes viajeros para abandonar los países que encantan.
Ni sus largas lecturas; ni el ensueño que supo poner en su vida errante; ni el éxito sonoro de sus libros en todos los rincones del mundo; ni la sonrisa cuajada de comprensiór y de ternura de su cara mitad pudieron evitar la resolución siniestra.
Su mujer jugó con él la plus belle de las cartas; sus manos trémulas quedaron sobre el cuerpo del escritor; sobre el gran decepcionado, coino dos lirios marchitos, y su cabeza, con el cabello flojo, su cabeza delirante, parece que quiso dormirse eternamente arrullada por la Noticia de libros José Moreno Villa. Puerta severa. México.
Tierra Nueva, 1941.
Libro de confidencia, en lengua diáfana, con felicidad de ritmos, imágenes y aliteraciones casi disimulada en la exquisita naturalidad artística del soliloquio.
Acentos graves, tiernos, severos, desesperanzados pero con la suficiente euritmia para no llegar al descomedimiento de la desesperación, propia de aquellos en quienes la edad no cumplió su misión más delicada. La pluma pincel y el pincel pluma de Moreno Villa, captan, en no muy común unidad, inteligencia y belleza, y está si que es luna sin buhos, o, si se quiere, tara celistia aun en la noche más despejada. Deseemos a Moreno Villa esta juventud por tanto trecho como la gozaron Haydn y el Tiziano.
Jose CARNER (Boletín Bibliográfico Mexicono, 31 42. Envío de la Biblioteca Hoover sobre Guerra, Revolución y Paz. Oficina de Relaciones Panamericanas, Universidad de Stanford, California: Jorge Carrera Andrade: To the Bay Bridge. Canto al Puente de Oakland. Original Text in Spanish, English Translation by Eleanor Turnbull. Stanford University. California. 1941.
En La Tribuna, San José de Costa Rica, de abril de 1942, esta explicación clara de Brenes Mesén: Pocas semanas después de inaugurada la presente Administración, el clero, mediante sus representantes en el Gobirno, puso a un lado la enseñanza laica.
La palabra laico es un adjetivo griego, laikos, con el sentido de popular, del sustantivo laos, pueblo. Enseñanza popular, no clerical.
no erudita es el verdadero significado de la expresión. Por tanto, las escuelas populares, a donde por ser de obligación, van los niños de todas las familias, los hombres de Estado de más liberal cultura quisieron que fuesen laicas, no eclesiásticas, a fin de que no se hiciera resistencia a la difusión de la educación popular. Mas lo que importa decir, por ahora, es que prácticamente se ha abolido la enseñanza laica en nuestras escuelas populares, Envío de la Editorial ATLANTE (Artes 53, México, México. Federico Avila: Bolivia en el concierto del Kata. Editorial Cvitvra. México. 1941.
Atención de la Division of Intercourse and Education of the Carnegie Endowment for International Peace (405 West 117th Street, New York, Este documento es propiedad de la Biblioteca electrónica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica