86 REPERTORIO AMERICANO reflejos de plata, bajo una luna de plata también.
Suelo sagrado! donde la divina planta dejó su huella, y se alzó aquella mano suave, como un nardo moreno, en un signo de paz para los hombres, que se asesinan hoy, sordos al divino Evangelio del Amor.
Tierras de la India, de verde azules mares. amenazadas por los bárbaros nipones, despojo corrompido que nos legó la Atlántida, cuyo ancestro salvaje revive en huesos, dientes uñas que se lanzan desde las copas de los árboles sobre valientes y leales norteamericanos. Este es el peligro que se cierne sobre la América Nueva y no hay forma de combatirlo si no es uniéndose en un solo corazón y que el poder de este corazón arrase esos restos salvajes de razas retrasadas, rémora de las nuevas civilizaciones.
Sí, amiga lejana del Norte, el París luminoso de Renoir, hoy mutilado y humillado, y su frase profética, me llevan a pensar en el dolor del mundo. y oigo el grito prolongado de la América juntando a sus hijos en un solo corazón!
AMALIA DE SOTELA Costa Rica, marzo de 1942.
La pintora y los niños (En el Rep. Amer. valioso ha escapado y más nunca ha de volver.
No ha habido para mí emoción más arraigada como aquella de aquella tarde.
Tuvo una claridad cósmica que me hizo creer merecer aquel momento de paz y de paisaje reverdecido, tempranamente anunciando primavera. Se hizo después presente muchas veces cuando mi espíritu exploró paisajes desconocidos y hombres extraños. En la sierra peruana, dorada, gloriosa; en el altiplano y sus noches profundas de azul atravesadas por la desolación de una kena, que algún indio hace sonar, nadie sabe dónde, y sin compartir nunca con otro su tristeza.
Poco supe de aquellos niños, hasta que los diarios que tardíamente me ligaban con la patria, me informaron del éxito de la Exposición de Niños Pintores. Todo un movimiento se produjo alrededor de ella. Médicos, pedagogos, intelectuales, psiquiatras, hicieron alli oír su palabra científica, experimentada, docta, pero que a mí se me antoja tremendamente aburrida. Me contaron los diarios también que los propios niños escribieron y escenificaron obras teatrales y argumentos de ballets y que con la danza cantaron y presentaron orquestas rítmicas admirables. Es que siempre tuvieron junto a ellos y esto no quiero silenciarlo, a un grupo de mujeres extraordinarias: a Marta Brunet tan dulce y buena; a Andrée Hass, ágil y receptiva ritmiciana; a Cora Bindhoff, inteligente y sensible espíritu de artista.
Revive ahora en mí el frescor y delicia de los cerezos florecidos que traen calor de brisa tibia y surge la visión de la tierra alfombrada de flores menudas que me obliga a pensar en los niños que enjoyan a Chile con derroche de lujo y en su destino tan donoso en mano de mujeres feraces que los aman tiernamente.
al aire libre. Instalada allí con algunos caballetes, telas, tierras coloreadas y provocar la apetencia de luz, color y materia al pueblo curioso que circundaba a la artista. desde entonces una experiencia análoga quería hacer con nuestros niños; con los pequeños chilenos, tan despiertos, tan luminosamente imaginativos, tan acariciados de esperanzas. los buscó sin premeditada y odiosa selección. Todo el que quería venir, el que su madre lo dejara venir. Acudieron decenas y decenas. Válgame, cuántas criaturitas vinieron, que la sala espaciosa se hizo pequeña, muy pequeñita para contener tan apreciados pobladores y hubo que habilitar otras y otras!
Ni los rubios de ojos grandes inquisidores; ni los morenos de carnes tremolantes de frío y caras frescas, donde la sangre amenazaba brotar por las mejillas, dándoles una suavidad pastosamente coloreada, casi frutal. Laura Rodig les señaló con el papel y el lápiz, con los pinceles y el color, con la pasta la tierra, el camino de un reino feérico, con su deliciosa habilidad de hada buena. Dios mío qué cosas hacían esos niños. Qué atrevimiento de color limpio y gozoso y cuán admirable la elegancia del dibujo y del arabesco lineal! Como si todas las experiencias del hombre, las maravillosas sustancias originarias estuvieran allí dosificadas y celosamente guardadas en el cofre generoso de nuestra primera edad. Qué lección tan admirable para los artistas cultivados, artistas que pueden sacudir su angustia y atormentamiento, reacciones intelectuales y químicas. Lección de poderío y humildad: en cada niño el más insignificante dibujo se desprende de un acto de amor. El hombre maduro ante estas muestras del alma infantil, encuentra no sé que cierta lejana y extraña identificación.
Ante la opulencia de concepciones y soltura de medios expresivos constata que de su espíritu algo muy EDUARDO LIRA ESPEJO Caracas, agosto de 1941.
En aquel tiempo recorría a menudo la amplia avenida del Parque Forestal que conduce al suntuoso palacio que ocupa la Escuela de Bellas Artes de Santiago de Chile. Acostumbraba a buscar la compañía franca y luminosa de Laura Rodig, mujer exquisita y artista extraordinaria. Su taller de pintora y escultora, en ese tercer piso que en la Escuela de Bellas Artes se ha destinado para estudios de artistas, por ventanales abiertos a plena anchura, para que la vista sumergiera su apetencia en la verdura y color del parque. El frescor y delicia de los cerezos florecidos, anunciando primavera y sol, después de nuestros inviernos chilenos, interminables, oscuros penetrantes de frío, traen calor de brisa tibia que golpea en los huesos y en las carnes gloriosamente. Se derrama esta tibieza de primavera en los árboles, en las casas y en el color, avivándolo, encendiéndolo de luz. Se pierde el mirar entre las interminables hileras blanca y rosa de los cerezos en flor. Desde el ventanal de Laura Rodig semejan que iban a estrellarse contra la gigantesca y protectora cordillera andina, siempre envuelta en nieve de un blanco clarísimo y ahora resplandeciendo por el tímido y tan apreciado sol de los últimos días de Agosto. no era sólo el paisaje el que comunicaba encanto a ese amplio taller. Allí entre libros magníficos y lumbre avivada cuidadosamente; entre barro apretado y dúctil en transformarse; y con la presencia inteligente y amiga de Laura, el tiempo sabía a suco tierno y romántico.
Pero aquella tarde la avenida tan conocida y tan intima estaba rumorosa y soleada, y la brisa tibia con su zalagarda obligaba a los cerezos a prodigar sus flores sobre el piso que como nunca se alfombraba tan lujosamente. Yo lo notaba todo ingenuamente y penetraba todo en mi con sabor desconocido. hasta la familiar sonrisa de Laura Rodig, diferente vibraba de dulzura. su taller siempre apacible que fué mi refugio tantas veces, en búsqueda de serenidad y sosiego, estaba en esa tarde de aquel tiempo alborozado y bullicioso. Poblado de extraños visitantes, quienes con desenfreno se habían apoderado de él, que hacían las más inesperadas, graciosas y sorpresivas cosas que nunca jamás yo haya visto. Laura Rodig reía de mi atolondramiento. Sentirme cohibido y temeroso, yo que siempre he tenido la ágil libertad de la franqueza, era algo que mi amiga pintora no podia concebir, ni menos admitir. Entonces Laura fué presentándome éstos, los nuevos dueños de su taller y con tierna sencillez fué explicando su intención.
Quiso recordar su labor en las escuelas rurales mexicanas, cuando su presencia fué solicitada por el Gobierno de México, junto con la de Gabriela Mistral, la siempre admirable.
Oyéndola emergía una esplendorosa actividad no El papeleo La gran reforma que necesita este pais es la de simplificar todos los procedimientos burocráticos, anticuados, engorrosos y perjudiciales. La norma debería ser facilitar y hacer más eficientes los servicios públicos. sucede lo contrario. Hace poco conté yo como para sacar un paquete de ningún valor, de las encomiendas postales, tuve que firmar ocho documentos diferentes. Ocho inmensas hojas de fino papel, que no llevaban otra cosa que mi firma. El papel valía quizá más que la encomienda. Con qué objeto. qué responde este papeleo. por qué a los agentes, guardas y encargados de entenderse con los extranjeros o con los nacionales que llegan del exterior o tienen que recorrer el país, no se les da instrucciones para que sean corteses, o no se les escoge dotados de cierta inteligencia, como para que comprendan que una persona que tiene señales exteriores de buena posición.
no lleva escondidos en sus maletas cigarros o licores de contrabando, o no es un ladrón disfrazado? En cambio, los verdaderos malhechores, que sí son hábiles y vienen preparados, pasan como agua bendita, por las mallas de la autoridad. Sólo exigente y feroz con la gente honrada e inofensiva. CALIBAN. De El Tiempo. Bogotá. X 41. Clorocid Tabletas a base de cloro orgánico para desinfectar el agua de bebida.
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