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REPERTORIO AMERICANO 211 Amoroso apego a sacrificarse por la patria COOOOOOOOOOOOOOOOOOR PANADERIA (En el Rep. Amer. ESPIGA DE ORO Servicio a domicilio de pan especial para familias TELEFONO 4770 UUUUUUU JU pocos doce años de mi vida, esclavizado al servicio de la Nación? Pero él no lo hizo así.
Pudo realmente oponer excusas válidas, y acaso habría triunfado la justicia de su causa sobre aquel pueblo desconsiderado. Pudo decir también, que estaba bueno que se le pidiera su sacrificio personal, pero no el de sus ideas y convicciones. Yo puedo morir al servicio de mi pueblo. pudo decir; pero no tengo derecho a sacrificar mis ideas, porque las ideas no deben morir, ni mueren. o es que habéis olvidado ya que me entregué al servicio de la patria, para hacer viable el ideal de la no reelección, y que mi programa político, el programa del brillante y glorioso Partido Liberal Progresista, consagra en primer término como ideal permanente por el que lucharía con denuedo hasta su implantamiento, la abolición de la pena de muerte y la no reelección. todavía pudo finalizar su discurso, que habría sido ardiente y sentido como todos los suyos, con estas palabras: Pueblo amado! sois cruel conmigo.
Me exigís no sólo el sacrificio de mi persona, sino también el de mis ideales y convicciones que, realmente, no me pertenecen, y que yo no tengo derecho alguno a darles muerte en mí mismo, porque no son patrimonio particular: son herencia de todos nuestros antepasados, acervo común de toda la Nación.
Con todo, se ha obligado al general Ubico al sacrificio total: su bienestar personal, sus ideales y esperanzas de redención nacional. Habría sido indigno de mí negarme en esta ocasión. ha dicho, y se alista ya para completar los diez y ocho años de sacrificio que le impone el pueblo. Arderá en sus patrióticos empeños, como lámpara viva, que iluminará con su luz la senda de la felicidad nacional, hasta amorosamente consumirse en la nada; todo, porque no quiso excusarse con pretextos egoistas que no caben en un corazón como el suyo; todo, por su amoroso apego a sacrificarse por la patria. ALBERTO PAZ PAZ San José, Costa Rica, julio de 1941.
Salvador Mendieta nos habla de cómo el amoroso apego a sacrificarse por la patria, da ocasión a escenas curiosas, y nos cuenta una del general Guardiola que gobernara a Honduras, y otra del general Zelaya, que fuera Presidente de Nicaragua. Hombres de esta clase llegan al poder por ese espíritu de sacrificio por la patria, sacrificio que hacen con todo amor que ni las revoluciones logran evitar.
En Guatemala hemos tenido a menudo hombres abnegados, henchidos de ese amoroso apego a sacrificarse por la patria. que nos dice Mendieta. Ahora mismo, el pueblo exije al general Ubico una tercera reelección; y él, con generoso desprendimiento, en un darse todo entero a la patria que ama tanto y a la que trata de poblar con sólo elementos de selección, en un esfuerzo de remozar las Leyes de Licurgo, no ha podido resistirse a tan apremioso requerimiento; y al darse así, sin reservas, todavía ha tenido la gentileza de excusar su sacrificio, como para amenguar la inmensa magnitud del mismo, diciendo: Está bien; así lo quiere el pueblo a que yo he consagrado mi vida entera, y lo hago gustoso porque, real.
mente, servir a la patria cuando se la ama de veras, no es un sacrificio; sobre todo para mí, que no tengo hijos ni ninguna clase de afectos y que necesito amar y servir, y sirviendo a mi patria siento que mi grande amor por ella se hace aún más inmenso.
Esta no fue una escena curiosa, pero si conmovedora. Aquel grupo de elementos de selección de todas las esferas sociales que llegara a impetrar del general Ubico la aceptación de un tercer período presidencial que completará diez y ocho años de gobierno patriarcal, lloró como una sola persona, enternecida por tanto sacrificio y tanta abnegación, sólo comparables a los de quienes por herencia indeclinable por razones de Estado, han recibido de por vida la dirección de un reino. el llanto era sincero!
Pero si la escena no fue curiosa y sí conmovedora, dió también ocasión a que el general Ubico incurriera en contradicciones consigo mismo, que él no pudo ni quiso reprochar al pueblo, para hacer más palpable su altruismo y espíritu de sacrificio. Sólo un egoísta habría podido razonar para excusarse ante el pueblo exigente, de esta manera. Pero, como queréis que acepte una vez más ofrecerme en holocausto a la patria, si muchas y grandes pruebas os he dado ya de cuanto la amo. Es por ventura, que no veis el progreso que ha hecho el tiempo y que yo he impulsado, y os parecen Testimonios Como este error de lenguaje es tan general en Costa Rica. no cree usted que valdría la pena de corregirlo alguna vez públicamente?
Siempre suyo afmo. FERNÁNDEZ GUARDIA (Diario de Costa Rica, 8, VII, 41. Cogemos de una carta de Nueva York, de 19 de julio de 1941, y de nuestro amigo y colaborador Don José Pijoán, estos renglones oportunos: Qdo. Joaquin: Gracias por haber publicado aquella carta (v. el Rep. Amer. No del tomo en curso. Envíeme más números si puede, quisiera repartir algunos.
Quedó mucho por decir y no sé si quedó bien claro que mi idea es que el entreacto entre dos regimenes siempre ha sido y será el tirano el déspota. Los griegos distinguian entre basileios y tirannos. Quien tiene la culpa del nazismo, fascismo, etc. es la intelectualidad perezosa y cobarde de proponer y ensayar algo mejor.
Lo felicito pero con toda el alma por publicar Mi mujer y mi monte (v. los Nos. 3, y del tomo en curso del Rep. Amer. Es como el Maria Chapdelaine de los trópicos. este maravilloso cuento de Cañas. el Rep. Amer.
Nº del tomo en curso. Tales cosas son literatura americana y no versitos de pacotilla sentimental.
Alajuela, 10 de julio de 1941.
Señor Director de Diario de Costa Rica, Don Otilio Ulate, San José.
Estimado Otilio: Un día de éstos lei la misiva del muy respetable e ilustre don Ricardo Fernández Guardia, en relación con el verbo inmiscuir, regular, como él la generalidad de los gramáticos lo afirman. Pe.
ro sucede que la señora Rutina. seductora y poderosa como ella sola lo tiene ya en sus redes conjugándolo como irregular. Si decimos: atribuyo, concluyo, construyo, instruyo, sustituyo, etc. etc. resulta disonante la correcta flexión: inmiscuo. Culpa de la mentada señora!
Por otra parte, como los eminentes Bello y Cuervo enseñan que son irregulares los verbos en uir, sin hacer ninguna salvedad, puede que eso haga menos pacaminoso el error de lenguaje apuntado. Sé que la única excepción indicada por la mayoría de los técnicos de la lengua en cuanto a los verbos irregulares en uir, es el regular inmiscuir. será difícil su regularización: prevalecerá la mayoría, triunfará la democracia gramatical!
No te extrañe que se inmiscua (para decirlo bien) en estos asuntos lingüísticos que tanto le agradan, tu muy afecto amigo y servidor, LEÓN VARGAS (Diario de Costa Rica, 25 VII 41. 0Caballeros: sus vestidos de casimir Señoras y Señoritas. sus abrigos a la medida o sus vestidos de estilo sastre, sólo la SASTRERIA LA COLOMBIANA de FRANCISCO GOMEZ e HIJO podrá complacerlos; única especializada en esta clase de trabajos.
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El verbo inmiscuir es regular Coronado, de Julio de 1941 Señor don Otilio Ulate San José Mi muy querido amigo: Leo en el Diario de Costa Rica de hoy que uno de los señores secretarios de estado se opone a que su nombre se inmiscuya en la política.
Cuánto mejor habría sido poner inmiscue, tal como se debe decir en castellano, ya que el verbo transitivo inmiscuir es regular contra lo que cree el 99 por ciento de nuestros conciudadanos.
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