Repertorio Americano EDITOR: GARCÍA MONGE.
CORREOS: LETRA TELEFONO 3754 En Costa Rica: Suscrición mensual 00 EXTERIOR: UN TOMO: 00 DOS TOMOS: 00 oro am SEMANARIO DE CULTURA HISPANICA El suelo nativo es la única propiedad plena del hombre, tesoro común que a todos iguala y enriquece, por lo que para dicha de la persona y calma pública, no se ha de ceder ni fiar a otro, ni hipotecar jamás. José Martí.
Giro bancario sobre Nueva York Abdenago Faroles (Es un cuento. En el Rep. Amer. hubiese un ZUR Cuentan que cuando joven era trabajador, em cioso, y siempre en su oficio de mandadero de peñoso y listo, pero que en cierta ocasión le dió la provincia.
por hacerse el parlanchín y llegaba a todas par En cierta ocasión, un hombre cualquiera se entes a lucirse como gracioso. Fué por entonces colerizo y pegó. La sangre apareció en el roscuando se ganó el apodo que cargó toda su vida. tro de Abdenago. No se defendió, porque no saYo lo conocí cuando era el hombre de los pies bía hacerlo. Siguió por el centro de la calle, como prodigiosos: el mandadero de toda la provincia. siempre. Huía de las aceras. Pies anchos, resquebrajados, siempre llenos de pol De vez en cuando entraba a las iglesias, se Vo o sucios de barro, desmesuradamente grandes ponía en la frente agua bendita, y salía veloz en proporción a su cuerpecillo menudo.
por otra puerta Era enjuto de carnes, con la cara arrugada y Pero era el hombre más ordenado de todos.
barba a medio crecer. Vestía un pantalon ri Llegaba, por ejemplo, a una pulpería: VI diculo y una leva mugrienta y larga que le col. Déme tres varas de ese género bonito que gaba como una campana. Se le veía en todos los está ahí.
rincones, en todos los barrios, donde quiera que Se las daban.
jolgorio, por todas las carreteras don. Es fiado. No tengo hoy plata.
de apareciera una casa. Desaparecía un mes, una Sin esperar la respuesta, se iba.
semana, un dia. Y, entonces, hélo alli nueva los meses era seguro venía nuevamente.
Pasitos de gallina mente. Hé allí al hombre de los mandados de Yo quedé debiendo aquí tanto, de tres varas los encargos.
de género que le compré a mi novia.
Podiasele confiar todo: el recado más difícil pagaba.
o la suma más grande de dinero. Iba, y a la vuel. Quién era su novia? Nadie lo supo nunca. digiosos, y fué encontrado en su cuarto, embrota traía la respuesta exacta. La gente le pagaba Mas, todo mundo decía que él compraba más y cado sobre el piso, y con la cara azulada.
una monedilla.
más cosas para ella en todos los pueblos.
La gente del cantón no hubiera comentado con Nunca subió a una carreta ni jamás supo lo Poseía una pequeña vivienda, y en ella, siem tanto revuelo la muerte del cura o del director que era andar a caballo.
pre bien atrancada, iba amontonando mercade de la escuela. Había muerto Faroles, el andaDe paso matemático y apresurado, sobre el rías: sillas, géneros, ellas, aretes, pulseras malas, rin famoso, antiguo mandadero, conocido en topolvo de los caminos y ribeteando las veredas, y hasta un arado y una montura de cuero.
da la provincia.
sus plantas encallecidas golpeaban como paletas. Si alguna vez habló, fué para decir que estaba Pero sólo una persona supo su secreto; porque en el polvo quedaba su huella, tan conocida, por casarse. Con quién? Ese fué siempre el enig. cuando llegó el alcalde a examinar el cadáver, tan inconfundible.
ma. Pero vivió para eso. Hizo mandados para vió que Abdenago tenía una mano apretada como Por aquí pasó Abdenago Lépiz.
conseguirlo. Recogió monedas para su matrimo un cofre aherrojado. Con mucha fuerza logró Por dónde no pasó?
nio.
abrirla. Había en ella el retrato amarillento y Generalmente callado, como las piedras, camiresobado de una mujer, recortado hacía quién naba con su cuerpo inclinado hacia adelante y los sabe cuánto tiempo de un periódico antiguo. ojos pequeños y hundidos a dos varas de Pasó el tiempo, y no lo volví a ver durante distancia, en dirección de los recodos, las cuestas, años. Cuando me lo encontré de nuevo, ya no era el alcalde, con cuidado y sin que nadie lo viera, el mismo. Habíase avejentado mucho y ya las lo guardó para quemarlo luego en su casa: era el los puentes, los poblados. Algunos decían que una hermosa, que otra vez iba hablando solo. Pero no lo hacía carreteras provinciales no lo miraban más sobre grabado de una gran señora, rica muy conocida en la capital de la provincia.
donde lo vieran.
su polvo caliente. La gente casi había olvidado su apellido. Se llamaba sencillamente Faroles. piedra que apretaba en su mano. porque era Abdenago Lépiz no pudo lanzar aquella última Ah, su desgracia: el apodo. En todos los canTenía un cuarto lleno de objetos viejísimos y tones, de pronto y sin esperarlo, se lo gritaban: su corazón. Abdenago Faroles!
amontonados, y una novia que nadie conocía.
FABIÁN DOBLES Entonces era cuando su boca se abría. Poniase Pero le había quedado la manía de andar.
rojo de ira, sus brazos se hacían aspas de moTodos los domingos, en siete barrios de un San José, Costa Rica, setiembre de 1941.
lino, su cuerpo se volvía de un lado a otro, para cantón de la provincia, decían: mentarle la madre a todo el mundo, sin hacer las siete pasa Faroles por aquí.
diferencias, porque no le importaba entonces la. Por aquí a las ocho.
El Alma de Cataluña. las nueve por aquí.
noción de culpabilidad. De las puertas y las venY así por todos; en algunas puertas le daban (Viene de la pág. 328. tanas surgían las caras y las sonrisas. Después una monedilla con toda exactitud. Ya no le todo se calmaba. En eso, alguien insistía: gustaba hacer mandados. Esas casas tenían la pararse los funestos errores pretéritos y actua Eh, Faroles! era cuando lanzaba piedras, a diestra y obligación dominical de ayudarlo. El se las sales del mundo. Porque mientras circunstancias bía de memoria.
internas y externas impidan el advenimiento siniestra, sin mirar a quién.
Cierta vez me lo contaron se enfermo de esa solución salvadora, ningún Estado, por Por qué le decían así? Nunca pude saberlo.
poderoso que se crea, conseguirá resolver sus Noté, sí. que con el tiempo ya no fué preciso permaneció postrado dos meses. Cuando se le vantó, pasó por los barrios, y decía: conflictos; ninguno alcanzará debida cohesión: que nadie se lo recordara, porque, súbitamente. Aquí me deben ocho domingos, o sean ocho y su estructura será precaria y adventicia, deral pasar por una plaza o por delante de un grudieces.
tro de cualquier sistema tributario o de mera po, empezaba a echar, como una catarata, deY había que dárselos. Si no, quién hubiera fuerza que gobernantes estólidos se obstinen nuestos y pedradas. quizá nadie lo había querido ver la furia de ese hombre silencioso en imponerle.
visto.
que lanzaba piedras e insultos por las calles cuanJ. CONĂNGLA FONTANILLES Se iba por media calle: do nadie se lo esperaba? El entendía que eran La Habana, 1941. Tu madre, tu madre, bandidos, choyados, muy suyos. Acaso no hacía un recorrido circular sinvergüenzas, pocapenas, vagos, tu madre, tu made muchos kilómetros para recogerlos cada dodre.
En la ciudad de Nueva York mingo? lo gritaba con música. Habíase aprendido consigue usted este semanario el son de una cancioncilla, y él lo adaptaba a sus con STECHERT Co.
gritos. menudo lo hacía sin volver la cara. Lue Un día se murió. Su corazón negose de prongo continuaba su camino, apresurado, ya silen to a alimentar por más tiempos sus pies pro3133 East 10 Street. у