Strike

REPERTORIO AMERICANO 379 El proceso de los jazmines. En el Rep. Amer. Noches cuentan a la aurora chispas de un rastro azuloso.
frunciendo lomos y gibas sobre un camino brumoso.
Con luces de gafas negras van saliendo en su retiro casitas riendo luciérnagas.
halladas en la penumbra de una claridad romera.
Mientras el largo camino baja la falda ligera, puntos en la obscuridad: bileras de luces bellas.
se ven tiradas al suelo como globos con estrellas.
Sabias miradas de encuentro, silencio en mudo temblor.
Si solo en hombros caia el aire ungido en la sierra que rociado de alas frías bajaba su olor en tierra.
donde la cuesta estirada recliraba la cabeza.
Se busca ya de redonda mirada, la faz entera de la iglesia que aparece tiznada de cordillera.
Tras la esquina de los salmos la luna escondió su cueva.
Que otras veces en las noches sonrientes de cara llena.
mostró el patio perfumado de los jazmines de cera. Abiertos sobre la verja con caritas de azucenas!
Noche pálida y ligera.
velando en estrellas mudas fragancia blanca repleta, de una sorpresa morena.
El robo de los jazmines provoca la luna llena!
Más azul en otros cielos que delata el corazón, traza zig zags aromados de estos luceros en flor.
Adentro sobre la vía, van las conciencias serenas, o giran vidas dormidas en raras sillas de espera.
Respirando el aura suave, entre frases incompletas, paraba atención la voz que acertaba comprenderlas.
Trepando en gracia destacan los contrastes del ladrón.
que brindó con manos suaves, al activo impulso armado por el flanco de mi hoz.
Costa Rica, diciembre, 1941.
YSOLA GÓMEZ La tarde y el esqueleto (En el Rep. Amer. San José, setiembre de 1941. a Aquella tarde, como todas las tardes, el ca ballero se puso a leer los periódicos.
Desde mucho tiempo atrás, sus costumbres casi no variaban. Todos los días, las mismas cosas a las mismas horas. Esto disgustaba los que se enteraban y cada uno trataba de hallar una explicación para esos hechos; especialmente el psicólogo alemán de la calle de a lado, que tenía gran afición por las rarezas.
Aquella tarde, como todas las tardes, el caballero se puso a leer los periódicos.
De pronto una noticia lo sobresaltó. Era en la página de sociedad. Había ahi una participación a entierro. Leyó los nombres de sus parientes y, bajo una enorme cruz negra de bordes curvos, vió su nombre en elegantes caracteres góticos. Después, un poco más aba.
jo: Que de Dios goce.
No recordaba nada. Sentía únicamente un raro sonido nuevo dentro de su cabeza. Estoy delirando. se dijo; pero inmediatamente la duda. si fuera cierto. No he de morir. Sé cómo es la muerte para asegurar que no he dejado de existir. Porque, en realidad, todos tenemos ideas más o menos personales y siempre falsas acerca de la muerte.
Si para algunos es el paso a una vida eterna.
de incienso y arpa, o bien de fuego y gritos, para otros que se consideran más instruidos será un paso en el ciclo evolutivo de nuestras células, que deberán sufrir cambios bioquímicos hasta transformarse en otros productos vi tales. Para otros, en fin, la muerte será una eterna y solitaria noche.
Pero el caballero no recordaba nada. Todo en su vida había sido previsto gracias al orden observado. Ningún hecho se había anticipado a la fecha que le había sido asignada.
Pero el periódico traía la noticia de su muerte. Era confuso el asunto. Trató de convencerse de que vivia e hizo un esfuerzo entonces para reanudar la lectura, pero en vano. La inmensa cruz negra de bordes curvos lo ob sesionaba.
Se levantó del asiento, hizo a un lado el periódico y se dirigió a su dormitorio.
La antigua cama. con el fuerte golpe de la sangre en sus arterias cerebrales como metrónomo, vinieron a su memoria, asociados con la escena, recuerdos de cosas pasadas de su vida. El antiguo lecho y sus primeros días de viudo. Su desesperación en aquel entonces. La enfermedad de la mujer. Y, siempre retracediendo en sus memorias, el hijo que nació muerto, los nervios del primer y único embarazo, la luna de miel. La boda. El vestido blanco, parecido al que llevaba cuando la vió por primera vez, en primavera. Un vestido vaporo.
so que comunicaba su alada agilidad a la figura de la joven.
Luego la mesa de noche. En la gaveta pcqueña siempre había buena provisión de pildoras laxantes, pastillas hipnóticas y pomadas.
Porque desde pequeño, acaso por aquel abandono en que sus padres siempre lo tuvierce, se fué aficionando a cuidarse con exceso. medicinarse continuamente. De aquel abando!
no nació también su afición por los libros. Ahora recordaba eso al contemplar la biblioteca llena de volúmenes bien escogidos y mejor empastados, acomodados tan cuidadosamente que producían mala impresión a sus amigos, que pensaban, influídos acaso por los escritores franceses, que el erudito ha de ser necesariamente desordenado y descuidado. él no era descuidado. En su ropero, lim.
pios, en fila como militares, estaban sus mag níficos trajes cortados siempre a la última.
moda. Ese era uno de sus defectos: exageradamente preocupado por la ropa. La única prenda que le daba personalidad era la cortata. La usaba floja, con el nudo grueso, com. Ivan, el empleado ruso de su fábrica, a quien había despedido en la última huelga.
Porque en la fábrica las huelgas eran frecuentes. Los motivos, casi siempre los mismos: bajos salarios y muchas horas de trabajo. Pero esas huelgas siempre fueron mal organizadas y prácticamente no tuvieron resultados.
Obligaban al propietario, eso sí, a ingerir una fuerte dosis de sulfato de magnesio para descongestionar la vesícula biliar. La educación le decian sus amigos de club aristocrático. Esa es la culpable. Hay que enseñar al obrero a usar de sus músculos para hacer de él un miembro útil a la colectividad.
Hay que darle deporte. Si el obrero se aficiona a los libros, inmediatamente se transforma en disociador, porque las clases bajas no están capacitadas aún para comprender lo que está escrito.
Luego ordenaban sus bebidas alcohólicas que, rara coincidencia, tenían un precio igual al del salario que por once horas de trabajo duro y cotidiano recibían los empleados de la fábrica.
Así, la vista de los muebles fué despertan.