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20 REPERTORIO AMERICANO entrometido, fraudulento, de puñal y ángel custosio, nos alzamos pidiendo a la juventud americana que considere el caso y de su veredicto en un pleito en el que por su significación se ventilan los más elevados valores del espíritu e incluso el porvenir de la cultura misma.
en bón.
en América tienen un santo horror al indigenismo, a iguienes se precian de no poseer en sus venas una sola gota de sangre autóctona y que, por la superioridad que este hecho racial suponen que les confiere, reclaman para sí, en nombre de un pasado debido a los trabajos del verdadero pueblo español que mezcló sin tasa su sangre con la de todos en una afirmación igualitaria, el uso del poder y las riquezas? Sus inclitas razas ubérrimas ¿serán razas condenadas a eterna esclavitud, no redimidas por Es.
paña sino destinadas a hacer lisonjera la vida del hombre europeo, del alemán, del mal español, a dejarse explotar por estos modernos ecomenderos que, si no han vacilado en asesinar a su pueblo por el delito de desear la libertad republicana que los países americanos tienen desde hace ya tanto tiempo conseguida. qué suerte iban a reservar al de estos países tan inferiores, según la ideologia hitleriana y antiespañola de la raza? Piénsese en lo que ha hecho Franco con las razas marroquíes, cuyo destino estaba a España confiado. Carne de cañón y pudridero. Rubén Darío contra Bolívar? No. Pemán contra Bolívar, el señorito andaluz contra el generoso genio español nacido a la luz del nuevo continente y animado por sus vastos y profundos designios; el policía contra la personificación de la Libertad; la Edad Media continua.
da contra el Mundo Nuevo que intuia auroralmente Rubén al tiempo que anunciaba el final de las sombras que caracterizan al antiguo. 1) Uno de los últimos recuerdos que conservo de Maeztu, es la felicitación calurosa que me expresó con ocasión del prólogo que junio de 1936, puse a la novela de ambiente mejicano, titulada Héctor, en cuyo prólogo hacía un llamamiento a la guerra civil y una apología, en determinadas circunstancias, del atentado personal. Eugenio Vargas Latapie, en el prólogo a la tercera edición de Defensa de la Hispanidad, de Ramiro de Maeztu. Se cuenta de este mismo prólogo, cómo lloraba Maeztu recitando la Salutación del Optimisma, lágrimas que habían de trocarse en cataratas y sollozos, que le obligaron a suspender la lectura al llegar a la invectiva. Quién será el pusilánime. 2) Recuérdese el artíulo titulado Como un solo poeta, publicado en el número de España Peregrina, pág. 80. 3) José María Pemán ha sido depuesto posteriormente y por causa que ignoramos, de la Presidencia de la Academia Española de la Lengua. 4) El Imperio que hemos soñado siempre se lo hecontratado cesáreas y extrañas: a la Roma de Augusto; a los Césares austriacos; los Califas mismos de Córdoba. Cuando lo hemos ensayado solos de un modo absoluto León, Aragón. bemos fracasado por falta de cohesión interna y propia. No hemos sido Imperio más que cuando nuestra diversidad personalista ha sido superada por sustancias unificadoras germánicas y romanas. Cuando Roma nos hacia el Imperio, es cuando nosotros, sin perjuicio de colaborar en él con soldados, políticos y hasta emperadores, teníamos tiempo de hacer filosofia. Sólo así, con un alto y fuerte dominio que produjera una interna vacación política, se lograba que el personalismo español se reconcentrara. Por eso los españoles hemos vivido en perpetua angustia contradictoria y rechazando el Imperio. Cuando nos lo traía Augusto, lo rechazábamos con Viriato; cuando nos lo traía Carlos de Gante, lo rechazábamos con Padilla y Maldonado. Los comuneros, ingenuamente embellecidos por el romanticismo liberal, fueron una especie de partido agrario, caciquil y pueblerino que oponía al Imperio el afán de continuar el mangoneo político, el afán de perpetuar la España arriscada, desunuida, selvática y ardiente de Trogo y EstraComo antes Augusto, totalmente romano, fue ahora preciso Carlos, mitad germano, para mantener la cobesión. Ahora sólo es preciso una cosa: que frente a esta nueva invitación al Imperio, no nos empeñemos otra vez en alistarnos bajo las banderas de Viriato o Juan de Padilla. No rechacemos otra vez lo romano germánico. José María Pemán. Unidad, San Sebastián, 13 de abril de 1938. 5) España que es, en su Siglo de Oro, en cierto modo, Edad Media continuada. España, siempre un poco Edad Media, continuada. José Maria Pemán, Crónicas de antes y después del diluvio. Valladolid, 1939. 6) Francisco López de Gomara. Carta al Emperador Carlos en la dedicatoria de Hispania Victrix. Arbitrario? Oigase cómo sentía el autor de Defensa de la Hispanidad, pretendido código espiritual hispanoamericano, según su prologuista el citado Vegas Latapie: Otro de los temas preferidos por don Ramiro era hacernos la apologia de Hitler, considerándolo como uno de los más grandes políticos que ha conocido la Historia por haber impedido, juntamente con Mussolini, que el comunismo destruyera todo lo que en el mundo existe de Cultura. Sus entusiasmos por el Fuhreres muy anterior a la llegada del nacional socialismo al Poder, siendo dignas de recordación las violentas e interminables discusiones sostenidas por Maeztu, secundadas por el general García de la Herrán, principalmente con Eugenio Montes, en los tiempos que este eximio pensador no se había rendido a la evidencia de la grandeza del Fuhrer. Op. cit. pág. XV. 8) El Anticristo nació en este siglo en Alemania; conquistó muchas almas. etc. Rubén Darío: La Espana Negra mos a manos La espada de Ayacucho (En el Rep. Amer. Al señor General don Eleazar López Contreras.
Vencedor del orgullo de las huestes hispanas, a Chuquisaca llega, entre grandes honores, el joven Mariscal. Las armas colombianas al desfilar destellan sus gloriosos fulgores.
Un carro espera a Sucre. Damas altoperuanas, que lo ornaron solicitas con sedas y con flores, quieren titar de él. Todo es júbilo y dianas y sonrisas de América para los vencedores.
Es griego el homenaje; magnifico el apresto.
En tanto el pueblo aclama, se acercan las hermosas a conducir al héroe. Sonríe el aguilucho, No es esta ocasión de detenerse a considerar la relación de identidad que puede existir entre la alta virtud hispana que resucita, anunciada por Rubén Darío y el comportamiento heroico del pueblo español que ha sostenido una lucha sin precedentes contra el mundo casi entero, una verdadera agonía en la que se cifran para el porvenir tantas y tan liberales esperanzas.
Resucitará esa virtud, esa categoría espiritual, no española, sino humana, popular y libre que, por no pertenecer a aquel mundo, sino a su superación, no podía prosperar en el medio euro.
peo y que irradiará en el orbe por obra sobre todo de esta América llamada a realizarla, operando así una nueva ascensión del hombre hacia la plenitud de su genérico destino.
Hora es más bien de alzar la voz para protestar del ultraje que José María Pemán y la Academia que representa y que no es la prime.
Ta vez que se ha comprometido en esta ofensiva maniobra, ha inferido al padre y liróforo celeste de este muodo americano, prostituyendo, infamando su personalidad en nombre de la cultura, dedicándola a los más viles menesteres de orden político. En nombre de la verdadera cultura española desterrada de su suelo patriola verdad de esta afirmación salta a la vistaelevamos pues, nuestra protesta por este acto de ignominia reconociendo el deber de organizar el desagravio que la importancia del caso requiere.
Hace pocos meses el Presidente de la Academia Italiana, Luigi Federzoni, en su visita oficial a Madrid, lanzó pública y solemnemente la consigna política de la reconquista de Gibraltar necesaria según parece para la dignidad de España, mas sin duda para la voracidad del Imperio Italiano. Hoy es el Presidente de la Academia Española quien hace un llamamiento en noinbre de Rubén Darío, determinando el itinerario político que la juventud hispanoamericana debe seguir, favorable, naturalmente, a la expansión franquista. La jerarquia juega de arriba abajo en su escalonada dependencia de valores. Pues bien, contra esa hipocresía perversa, contra ese academicismo sencillo en su grandeza, y con gallardo gesto, sobre el carro que viste de púrpura y de rosas, desenvainada pone la espada de Ayacucho.
DIEGO CÓRDOBA México, Octubre de 1940.
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