174 REPERTORIO AMERICANO honran a Centroamérica. En estas patrias languidecen juventudes estudiosas dignas de mejor suerte; si quieren crecer en espíritu, que se libren del oprobio de los despotismos que las afligen y sofocan, Don José de la Luz y Caballero decia con sumo acierto: El que no respira, no aspira. Estos jóvenes no aspiran justamente porque no respiran, oprimidos como están.
Ventilar estas casas aldeanas. haciendas?
feudos de unos cuantos Sres. con mando. y que las ideas circulen. Por qué callan en esta hora los escritores de Centroamérica, los que podrían hablar, cuando menos. Se extinguió acaso, en estas patrias la progenie librepensadora de Montalvo, de Juan de Dios Uribe, de González Prada? Linaje es continuación. Que no les pase raya el Gral. Morazán cuando los llame a cuentas y a las filas, en estos días venideros, tan educativos por lo trémulos y alarmantes. Quién toca, si puede, nuestras llagas. g.
Vieja máquina amiga, cómo vives de fria!
Con razón cuando escribo así algún pensamiento donde existe tristeza, son entonces las veces que mejor te manejo.
Te mantienes muy fría cual si fuera la causa no tener compañero y estar siempre tan sola, pero luego que llego y después que has escrito por algún tiempo, cómo entonce parece que el calor de mis versos va entibiando tu cuerpo.
Si es que estoy de descanso, cuando voy a limpiarte desde afuera hasta dentro me figuro que entiendes: cómo se hunden tus teclas y se agitan tus brazos como si ellas quisieran esquivar algún golpe. cómo mueves tus muelles, cómo estiras y encojes tus resortes, de modo que parecen tus nervios. después que estás limpia, cuando luces de lejos, cómo brillas entonces y pareces más nueva, cual si en cambio quisieras que me quede contento. Vieja máquina amiga! Tu poema es el mío, porque estando tan juntos no me harás nunca daño y también porque sola guardarás mis secretos.
Con tus signos inertes no das muerte a lo bello, que haces sólo la forma donde envuélvese el estro y hace sólo los moldes de ese fuego que siento cuando, cálido en ansias, la gran alma panida se despierta en mis versos. Vieja máquina!
Somos el milagro perfecto: transmitimos la vida por el cuerpo de un muerto.
Poemas de Carlos Ruiz (Del libro Eso. Guatemala. 1941. Envío de Amelia Ceide, en San José de Costa Rica. OLOR (Fragmento de la Ronda de los Sentidos. EPISTOLA MARTHA JULIA FLORES Qué huele la tierra!
Qué huele el ambiente!
En potros de vientos se llegan olores que vienen cargados de fronda.
Pican el olfato perfumes de abiertos envases extraños, que enervan y crispan, arden y consumen.
Olores de tálamo tibio, así como cuando la selva se agita y agita en su rigio las fieras en celo.
Olore calinos así como cuando en la brama Martha Julia: esta tarde se le arde la ojera a la tarde.
Martha Julia: no sé por qué pienso, que la tarde de ti se enamora.
QUEDO Toda tarde es como la hermana morena del día, la hermana más buena y sencilla del mar Ritmos divinos, nota que encanta, como los trinos de su se abrasan de espasmos las anchas ribetas.
Olores de tálamo tibio, que sueltan un vaho, que enciende y apaga los nervios y dejan la vida vibrando en una hebra.
Olores que traen picor de carnazas zahumadas de carnes volátiles, como si en el margen de todas las cosas oliera asi como huelen las hembras!
Del hilo de un éxtasis pende el lucero, primero que enciende su lágrima.
Un perfume que envuelve, devuelve beatitudes de rosas al alma, garganta.
Sagrados vinos, púrpura tanta!
de sus pristinos labios de santa En la tarde hay algo que flota y que vibra; como un hábito de belleza, de amor, EL POEMA DE MI MAQUINA DE ESCRIBIR Vieja máquina amiga, de vivir de obediencia al rigor de mis dedos; me parece que esperas que yo llegue a sentarme junto a ti, para hacerte la caricia de siempre con mi asiduo trabajo.
Sólo tú no me enngañas, y me das mi deseo al golpear tu teclado.
Sólo tú no traicionas; sólo tú no me huyes ni me das nunda miedo, porque no tienes vida, porque no tienes alma en tu cuerpo de acero.
Cuando llego a tocarte estás siempre muy fría, cual si acaso supieras la heladez de mi invierno; de ese frío que siento desde el día en que supe la verdad de los besos y ante todo ese beso que a mi mismo me dieron.
y de cántico.
Soy el poeta de su glorieta, triste y sombría que de un exceso puesto en un beso, se mo τι τία.
La hora colora y decora a la tarde; de silencia la tarde es sonora.
CARLOS RUIZ