274 REPERTORIO AMERICANO EDICIONES ERCILLA preparándome para volver a casa, empezaron a decirme que no me viniera, que el camino era muy solo y peligroso la noche estaba muy obsу cura. Yo, firme y firme en venirme, hasta que para asustarme me dijeron. Agustinas 1639. Casilla 2787. Santiago de Chile. No te vayas, Vicente; mira que en el potrero grande están saliendo candelillas.
Los útimos libros publicados. Están saliendo candelillas? Mejor me voy; Jacques Maritain: través del de Conde de Gobineau: El Renacimientengo ganas de ver esos pajaritos.
sastre. Traducción de Luis Alberto Sán to. Jerónimo Savonarola. César Borgia.
Total, me vine. Traia mi buen cuchillo y an chez.
daba montado. Qué más quiere un hombre? En la Colección Contemporáneos.
En la Colección Cóndor.
Venia un poco mareado, porque había comido Memorias de Lord Cochrane. En la Alberto Rembao: Lupita: Un relato y tomado mucho, pero con el fresco de la noche Biblioteca Amauta. Serie América, diride México durante la Revolución. Trad.
se me fué pasando. Eché una galopada hasta la gida por Luis Alberto Sánchez.
de Inés Cané Fontecilla. Prólogo de salida del pueblo y desde ahí puse el caballo al André Morize: Francia después de la John Mackay. Epílogo de Carleton trote. Cuando llegué al potrero grande, tomé derrota. Traducción de Hernán del Solar.
Beals.
el camino al lado de la vía, al paso. Atravesé En la Colección Contemporáneos.
Alejandra David Neel: Místicos y el río. No aparecían las candelillas. Entonces, Emil Ludwig: Sobre la Felicidad y el magos del Tibet. Traducción de Macreyendo que todas eran puras mentiras, animé Amor Versión castellana de Salvador riano Serra Crespo.
el paso del caballo y empecé a pensar en otras Téllez. En la Colección Cóndor.
cosas que me tenían preocupado. Iba así, disAlejandro Tarrago: Exploremos el En la Biblioteca de Filosofía Orientatraído, al trote largo, cuando en esto se para Cielo. Visión sintética y actual del Ulista Ocultismo.
en seco el caballo y casi me saca librecito por niverso. Ilustraciones de Romera. láJohn Ruskin: La Siete Lámparas de las orejas. Miré para adelante, para ver si en minas, 20 fotografías, 60 esquemas.
la Arquitectura. El sacrificio. La Verel camino había algún bulto, pero no ví nada.
Vicente Huidobro: El ciudadano del dad. La fuerza, La belleza. La vida. El Entonces le pegué al caballo un chinchorrazo con Olvido (1924 1934. recuerdo. La obediencia, la penca en el cogote, gritando: Higgins pintado por sí mismo. Pró ¿Qué te pasa, manco del diablo?
logo de Luis Alberto Sánchez. Notas de Edgar Hower: El crimen en los le aflojé las riendas. El caballo no se moE. de la Cruz y otros. En la Biblioteca Estados Unidos. Traducción de Inés vió. Le pegue otro pencazo. Igual cosa. EntonAmauta. Serie América.
Cané Fontecilla ces miré para los costados, y ví, como a unos cien pasos de distancia, dos luces que se apagaban y encendían, corriendo para todos lados. el de una persona metida dentro de una sotana. fósforos y azufre que se las ponía luminosas y Allí no había ningún rancho, ninguna casa, na Lo dejé acercarse un poquito más de repente salía en el potrero a asustar a los que pasaban, da de donde pudiera venir la luz. Entonces dije: le aflojé las riendas al caballo, le clavé firine las abriendo cerrando las manos Estas son las candelillas.
espuelas y me fui sobre el bulto, haciendo girar todos lados. Algunos se desmayaban de miedo. Las candelillas? preguntó Antonio. el estribo en el aire y gritando como cuando a entonces ella les sacaba la plata que llevaban y Las candelillas. Pásame otro trago, por pre uno se le arranca un toro bravo del piño. Allá va, se iba. Total, después que se animó y se sacó guntón. Como el caballo era un poco arisco, alla va valla valla vallaaaaa! El bulto quiso la sotana en que andaba envuelta, la subí al no quise apurarlo más. Me quedé allí parado, arrancar, pero yo iba como un celaje. quince traje para el pueblo. desde entontanteándome la cintura, para ver si el cuchillo pasos de distancia revolié con más fuerzas el es ces, hermano Juan de Dios, cuando me hablan saldría cuando lo necesitara, mirando aquellas tribo lo largué sobre el bulto. Se sintió un de ánimas y de aparecidos, me río y digo. Venluces que se encendían y se apagaban y corrían grito y la sombra cayó al suelo. Desmonté de gan candelillas, ánimas fantasmas, teniendo de un lado para otro, como queriendo marearme. un salto y me fui sobre el que había caído, lo yo mi estribo en la mano! Sírveme otro traguito, No se veía sombra ni bulto alguno. De repente, levanté con una mano y zamarreándolo, mientras Antuco.
las luces dejaron de brillar un largo rato y cuan lo amenazaba con el cuchillo, le grité. Pero, hombre, te lo has tomado casi todo do yo crei que se habían apagado del todo, apa. Quién eres tú. Habla!
recieron otra vez, más cerca de lo que estaban No me contesto, pero se quejó. Lo volví a. Pero no lo habían hecho para mí?
antes. El caballo quiso recular y dar vuelta para zamarrear y a gritar, y entonces sentí que una. Ahí tienes tú, Vicente; yo no creo mucho arrancar, pero lo atrinqué bien. Otro rato estu voz de mujer. de mujer, compadre. me decía: en ánimas, pero en el colocolo, sí. Mi padre muvieron las luces encendiéndose y apagándose y No me hagas nada, Vicente Montero. rio de eso.
corriendo de allá para acá. Se apagaron otra vez. Era una mujer. Sería alguna enfermedad dijo Vicente, sin encenderse un buen momento, y aparecieron. Una mujer, compadrito de mi alma! desperezándose. Me está dando sueño con tandespués más cerca. Así pasó como un cuarto de yo, bruto, le había dado un estribazo como para to vino y tantos fantasmas. Ah! bostezó.
hora, hasta que acostumbrándome a mirar en matar un burro. Pásame otro trago, Antuco. te voy a contar cómo fué, sin quitarle ni la obscuridad, empecé a ver un bulto negro, como Al principio no me di cuenta de quién era, ponerle nadita.
una sombra larga, que corría debajo de las lu pero después, al oírla hablar más, vine a caer. Cuenta, cuenta.
era una mujer, conocida de la casa, que tenía Hasta los cuarenta y cinco años, mi padre Aquí está la payasada me dije.
tres hijos y a quien se le había muerto el ma fué un hombre robusto, bien plantado, maciY haciéndome el leso, principié a desamarrar rido tres meses atrás. Le pregunté qué diablos zote. Cuando esto pasó, yo tendría unos diez uno de los pesados estribos de madera que lle andaba haciendo con esas luces, y entonces me nueve años. Vivíamos en Talca, cerca de la vaba; lo desaté y me afirmé bien la correa en la contó que eso lo hacía para ganarse la vida estación. Un dia, por éstas y por las otras, mi mano derecha. Con la otra mano agarré el cu porque como la gente era tan pobre en el pueblo padre decidió que nos cambiáramos a otra casa, chillo, uno de cacha negra que cortaba un palo no tenía a quien trabajarle y no queria irse para a una que estaba al lado del presidio. La casa en el aire, y esperé.
la ciudad y dejar abandonados a sus niños. En era de adobe grande, aunque muy vieja; pero Poco a poco fueron acercándose las luces, siem vista de todo esto, había resuelto ocuparse en nos convenía el cambio porque andabamos un pre corriendo de un lado para otro, apagándose poco atrasados. Cuando nos estábamos cambiany encendiéndose. Cuando estuvieron como a unos. La media ocupación que había encontrado! do, vino una viejita que vivía por ahi cerca y cuarenta pasos, ya se veía bien el bulto; parecía Se untaba las manos con un menjurje de le dijo a mi padre: corriendo para anca y vos solo!
ces.
eso.
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