REPERTORIO AMERICANO 87 desnudez y la miseria. El pobre de la Es critura sobre todo en los Salmos y los Profetas es el hombre indefenso, victima y juguete de la tiranía de los poderosos, que acepta sin quejas su desdichada suerie y vuelve solamente a Dios su mirada y su esperanza. Dios protege al pobre: El es su refugio y su sostén. También el Mesias tendrá cuidado del pobre; y lo consolará y le anunciará de preferencia la buena nueva. Las palabras de espíritu. son agregadas por el evangelio o por su tra ductor, para indicar las disposiciones rorales del pobre. Pero sería un absurdo pretender que Jesús beatifica la indigencia y canoniza el pauperismo. Ferdinand Prat. STECHERT HAFNER, Inc.
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New Ruskin House, 28 30 Little Rusell Street, C1 London, England do, las injusticias del opresor, la insoler. cia de los altos funcionarios, las demoras de los jueces, los puntapiés que los sabios sufren de los idiotas, las ingratitudes de los amigos. Hay, ahora, una esperanza!
No quiere decir esto que la injusticia des aparezca de la tierra. Pero si los hombres no se comprenden ni se conocen. cómo podrán juzgar? La vida es un tribunal en que, al mismo tiempo, somos jueces en nuestro fuero interno y reos en el fuero ajeno. Condenamos y somos condenados a cada paso. La presunción de cada cual no tiene límites, y nadie hay que no se de por exento de las acciones e intenciones que en su prójimo señala y desaprucba.
La tierra se abrasa en sed de justicia.
La injusticia prolífera en superiores opri.
miendo a los subordinados; en iguales perjudicando a sus pares; en inferiores intrigando contra los de arriba; y como si no bastasen tantos desaciertos levántanse partidos contra partidos, clases contra clases, ciudades contra ciudades, países contra pai.
ses. Triste mundo! Es abrir los ojos y con templarlo: la arrogancia, el orgullo, la indiferencia, el desdén y la brutalidad, la intransigencia, la injuria, la calumnia, el latrocinio, el cinismo, horrenda procesión de espectros del Mal. los sin pan y los sin techo, y las viudas espoliadas, y los huérfanos sin protección, y los destierros por odio, y las sentencias injustas, y las angustias de aquellos a quienes se tapó la boca, para que no reclamasen, y sufren el peso de los libelos mentirosos! Toda la tierra es devorada por una sed y un hambre de Justicia, que roen las entrañas de la Humanidad. Esa llama rada, entre tanto, no siempre es límpida: mézclase con odio, que también es injusti.
cia; mézclase con resentimiento, que también es una forma de juzgar, y juzgar mal.
La sed y el hambre de justicia a que Jesús se refiere, son las que expresan la más alta aspiración de la Verdad y de la Harmonia.
Es el ansia por la reconciliación del Hom bre con Dios, para que se haga posible la paz en la tierra. Plinio Salgado. Bienaventurados los mansos y humildes, porque ellos poseerán la tierra. Esta bienaventuranza había sido ya proclamada en los mismos términos por el Salmista: los mansos recibirán la tierra en herencia y gozarán de una paz inmensa. Los mansos, o como Reus traduce, los resignados, son los que no se rebelan ni contra Dios ni contra los hombres, sobrellevando todo con humilde paciencia: Mansos son los que no se rinden a la maldad, sino triunfan del mal por el bien (Rom, XII, 21. Al hacer aquí semejante promesa, el Señor, como otras veces, habla en sentido más elevado: la tierra prometida es aquella tierra nueva, patria de los que siempre viven. Julio Lebreton)
Bienaventurados los que lloran porque ellos serán consolados. He aquí otra bien.
aventuranza tan desconcertante como las dos primeras. San Lucas dice: Bienaven turados los que ahora lloráis, porque reiréis. que completa con la maldición correspondiente: Ay de vosotros los que ahora reís, porque día vendrá en que os la.
mentaréis y lloraréis. Basta fijarse en la forma antitética empleada por Jesús para comprender que la gran falta de los que confían en la fortuna o en la abundancia, o en las alegrías o placeres de este mundo, está en que toman la vida presente al revés de como lo quisiera Dios. No parece sino que Dios se complace en contraria: nuestras maneras de ver. Porque reímos, lloraremos un día. En cambio si lloramos ahora, gozaremos más tarde. Pero seria ab surdo considerar a Dios como un contra.
riador. En este conflicto entre nuestra se.
biduría y la suya, El es quien tiene razón.
En el centro de todo el problema está la eternidad. Nosotros somos espíritu; esta vida es el tiempo de la prueba; tomarla como un entretenimiento o como un placer, es el crimen fundamental, es el pecado contra el Espíritu. He aquí por qué Jesús declara bienaventuradas las lágrimas.
No es que quiera recomendar la melancolía, la depresión espiritual, el espíritu, de lloriqueo, el derrotismo moral ante la vida.
Jesús comienza su frase por la palabra bienaventurados. la termina con esta promesa: porque serán consolados, porque reiréis. Nos ofrece, pues, una fuente de alegría que hasta las tribulaciones contribuyen a alimentar; su doctrina lleva a la alegría espiritual, apartándose de la loca alegría de los sentidos. Cristiani. Bienaventurados los que padecen perse.
cución por la justicia; porque de ellos es el Reino de los Cielos. Dichosos vosotros cuando los hombres por mi causa os maldi.
jeron, y si os persiguieron y dijeren con mentira toda suerte de mal contra vosotros.
Alegraos y regocijaos; porque es muy gran.
de la recompensa que os aguarda en los cielos. Del mismo modo persigiueron a los profetas que fueron antes de vosotros. Mas, ay de vosotros los ricos. porque ya tenéis vuestro consuelo en este mundo. Ay de vosotros los que andáis hartos! porque sufriréis hambre. Ay de vosotros los que ahora reis. porque día vendrá en que os la.
mentaréis. y lloraréis. Ay de vosotros cuan do los hombres mundanos os aplaudieren!
que así lo hacían sus padres con los falsos profetas. El Sermón de la Montaña tiene un estilo popular y una fraseología oriental. Faltan sutilezas y abstracciones, abundan en cam.
bio los casos prácticos e inmediatos que el pueblo ha preferido siempre y de los que saben bien extraer normas generales; nu merosas son también las hipérboles orientales, que los oyentes sabían interpretar en el justo valor, pero sin las cuales habrian encontrado literariamente insípido el discurso. Sin embargo, los primeros seguidores de Jesús no se cortaron nunca la mano derecha ni ofrecieron la mejilla izquierda, por la sencilla razón de que comprendian el estilo en que se hablaba en sus países, y sobre todo porque tenían buen sentido. Riccioti. Bienaventurados los misericordiosos: por que ellos alcanzarán misericordia. Con nu merosos favores corporales y espirituales, perdón de los pecados, gracias abundantes y eterna misericordia. Schuster Holzam.
mer. Bienaventurados los limpios de corazón: porque ellos verán a Dios. En las enseñan.
zas de Jesús, la expresión Reino de Dios señala siempre la misma realidad, el mismo vasto designio de misericordia y de gracia: Dios, uniendo en sí, por el lazo de un amor mutuo y, finalmente eterno, su criatura humana. de Grandmaison. Bienaventurados los pacíficos: porque ellos serán llamados hijos de Dios. Por pacíficos entiende aquí San Hilario los que perdonan las injurias; San Agustín, a los que mediante la mortificación, especialmen.
te la pasiva e interior, procuran conservar en sí la debida paz y tranquilidad; San Jerónimo, a los que cultivando la paz en si procuran que la tengan los demás, no sólo con Dios, sino también entre sí mismos. El premio de esta bienaventuranza es una ex.
celente dignidad, por la cual serán llamados hijos de Dios por haber imitado a su Unigénito Jesucristo, que es el Príncipe de la Paz. Alonso Perujo. Una soledad luminosa nos envolvía. El silencio llenaba los más hondos confines.
Recordábamos las altas enseñanzas del Maestro, evocando su dulce imagen aqui, en la colina donde adoctrinó a las multitudes; pero con infinito amor, anhelamos haber vivido en aquel tiempo, para sentir sus miradas, contemplar su ademán, escuchar su acento.
Descendimos lentamente, y ya en la lanada, tomamos la carretera que lleva a Nazaret. Varios asentamientos de campesinos, especialmente Kfar Hittim y Mitzpa nos ofrecieron uvas y manzanas, y el es.
pectáculo soberbio de muchachas y muchachos judíos laborando la tierra, con intensa energía impregnada de orgullo y esperanza, para engrandecer su joven país, hajo el signo de la paz y de la justicia social.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia: porque ellos serán saciados. Confiados en estas palabras del Maestro, los hombres no necesitarán clamar, como Hamlet, contra los desprecios del mun.
México, abril de 1951. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica