232 REPERTORIO AMERICANO José Asunción Silva El fino espíritu bogotano El Silva que yo conocí (De El Tiempo. Bogotá, VI 41)
Silva nació de un matcimonio feliz y su infancia lo detalle marcado honda y discretamente con el y primera juventud corrieron en un ambiente de riqueza, aristocracia y facilidad, de aquesello de su personalidad; o después de un alllos que si son propicios para desarrollar los gustos muerzo en el parque de su residencia de campo, refinados y la repulsión por lo vulgar condiciones un parque con prados de ese verde pcofundo que sólo dan los siglos; con sombras de cedros y noque acompañaron siempre al poeta no son quigales que se suponen plantados por remotos biszá los que mejor preparan el ánimo del niño para abuelos; con humedades emanadas de los rincoafrontar serenamente los asaltos que a cada vuelta del camino de la vida ha de presentarle la nes que no toca jamás el sol. Un parque como el de uno de sus favoritos, Alfredo Tennyson, fortuna.
cuyos límites no se adivinen con precisión; una De su padre, don Ricardo Silva, tipo de permansión cuya despensa estuviera muy lejos de fecto caballero, escritor de aticismo incomparala biblioteca y del salón a donde el menudo deble, heredó José Asunción por sobre todo, el entalle de la vida diaria llegara amortiguado por canto especial de su conversación, el amor irreel respeto ceremonioso del señor intendente.
sistible a lo bello, la percepción cápida y precisa Peco no ha sido ésta la faz en que se ha visto de lo distinguido, de lo delicado, de lo artístico, el poeta más maltratado; otros han querido coy el don de la observación que fue la cualidad municarle un cierto colorido donjuanesco, cierto dominante de su padre. la muerte de éste en sabor de capa y espada a que fue el completa1887, los negocios iban mal. Las costumbres bomente extraño. No siempre son los escritores los gotanas eran aún muy sencillas, y Silva, padre más dados a este juego de desfiguración; son los e hijo, habían querido llevar a los negocios el amigos póstumos que en tertulias corrillos reinseparable compañero de sus naturalezas de sefieren aventuras en que ellos apareciecon como lección: el gusto por las formas perfectas. Su testigos o coautores. Hay que decirlo francamenalmacén presentaba una exhibición de cosas dete: Silva fué más bien un hombre casto: las masiado buenas para el momento, demasiado anaventuras que se le han atribuido son absolutaticipadas para una ciudad que tenía aún mucho mente apócrifas; ni su temperamento ni la mamás de la Santa Fe del Niño Agapito y del Panera de ser de nuestra sociedad en esa época se dre León, de las Ventanas viejas y del Portón prestaban para aquello, ni siquiera el flirt con de casa, que nuestro Bogotá alumbrado por elecsus dependencias y anexidades había despu tricidad y cruzado por líneas de tranvía. Sus senpor entonces. Hay más: no era Silva el ejemplac timientos de intelectuales ultra, les extraviaron de hombre para gustar a las mujeres de su tiem(Dibujo de Trujillo)
en las sendas de los negocios, y cuando José po. El sitio estaba dominado por el hombre más Asunción se encontró solo frente de la casa comacho. Bogotá era más una ciudad de provinmercial, la situación era ya sobrado difícil para cia que la capital tirando a cosmopolita que vepoder sortearla con éxito. De día en día la suecte lo peor del caso que no faltan en el grupo ami mos hoy. El hombre trabajaba en el campo y le fué más adversa y dolorosa, buscó el desquite gas, que soplan al oído de las adolescentes de pensaba en la guerra; las calles, las casas, estaen diversos campos, mas como siempre la mayor hoy la especie de que ellas cada una de ellas, ban demasiado cerca aún de los potreros; en los parte de su sér se sustraía instintivamente a la y son muchas fueron la sola sombra larga. solares de nuestros amplios caserones pastaba enclase de trabajo que sus necesidades materiales que se confundió con la del poeta en noche de sillado en la noche el caballo que había de conle imponían, los negocios tomaban el desquite, luna que inspiró el más hondo de sus cantos. ducir al joven a la madrugada a regir faenas mostrándose siempre esquivos al poeta, que les Nada menos que la sombra que a través de los vaconiles, soleadas; en la tarde regresaba, pasanaceptaba a contre coeur.
tiempos se ha venido prolongando y creciendo de por la ventana de la novia, que le esperaba Una anticipación a su tiempo constantemente en una sola y misma línea luminosa con la glo detrás de la cortinilla, estremecida por éperon manifestada, y un andar perenne fuera del meria del cantor.
froissant les rauques étriers. Puede concebirse dio en que Dios le colocara, fueron los rasgos Jamás osaría yo, monaguillo ocasional de las racionalmente la aventura galante de corte siglo característicos de aquel hombre de inteligencia letras, intentar un estudio de la obra de Silva, XVIII en un medio como éste?
privilegiada de tan escasa fe en sus propias ni de su personalidad literaria. Tocar a su granAfectado, afeminado le oímos llamar más de fuerzas.
deza es para grandes poetas al estilo de Valencia. una vez por labios femeninos, y dentro de la Si como heredó la belleza física, hubiera he. Analizar su trabajo de orfebre, es tacea para crí época estos epítetos cuadraban exactamente y redado de su madre el claro sentido de la rea ticos avezados, formados en disciplinas intelec eran justos. Vestido siempre a la rigurosa moda lidad que la distinguió y su recia y combativa tuales serias, sostenidos por un contacto intimo de Londres; hablando mucho más bajo que sus energia, ciertamente el alma frágil y la mente y constante con los libros, son Gómez Restrepo, contemporáneos, pensando más sutilmente, más coñadora del cantor del Nocturno habrían teni Sanin Cano, Fernando de la Vega, Manuel An complicadamente, podía, y así fue en ocasiones, do un elemento de vigoe interior y de equilibrio tonio Bonilla.
que su talento era muy grande, atraer, fijar en Perfecto que le habrían evitado el doblegarse an Quiero despejar un poco el campo alrededor una visita sobre sus temas los bellos ojos oscuros te la vida para quebranto de los suyos y en daño de la persona social de José Asunción Silva, ya de una bogotana, lograr su atención sobre sus de la gloria literaria de su padre a quien se de que le conocí desde bastidores, y que los 15 años análisis agudos, originales, salpicados de reminisben en toda su extensión los tesoros que guardan que nos ponían a distancia imposibilitaban toda ciencias artísticas, de sus lecturas numerosas. Halas inteligencias de sus hijos.
amistad en pie de igualdad.
béis leído sus prosas? Allí está todo él con las En primer lugar Silva no fue un hombre des mujeres. Allí su esfuerzo por ponerse en comuQuizá no hay una memoria de que se haya interesado a la manera de tántos letrados, los de nicación con ellas, por buscar las por los caminos abusado más en Colombia y en general en His raza española en especial. Amigo del lujo, cataintelectuales. Alli creaciones de mujeres que él pano América, que la de José Asunción Silva. dor finísimo, experto instintivo de todo lo exce había soñado pero que no existían.
La desfiguración ha sido en toda la línea. Cada lente, su naturaleza no pudo avenirse jamás con Sólo a una amó Silva: mujer inteligente, excronista que se inicia, cada pichón de escritor la pobreza, con esa pobreza amada orgullosamentraordinariamente cultivada, sin el menor asomo que comienza a gatear, hace un Silva a su mane te por los Caros, amiga dilecta de Pombo, quede pedantería. Gran dama de belleza tranquila, ra y lo suelta a la calle por la vía estrepitosa de rida bohemia de Flórez. No sentía él cómo puede carácter preciso y firme. Ella comprendió sus los linotipos. Si el poeta fue desgraciado en vida den escribirse en un cuarto pobremente amueversos, apreció en su justo valor el poder de su por su total desacuerdo con el medio y con la blado, para imprimirlos luego en mal papel de mente, gustó de su conversación un tanto afecépoca, si ha sido de malas en la publicación de un diario político, versos que soñaba editados en tada, pero extraordinariamente ágil e intensa sus obras caídas, algunas de ellas, en manos de el pasaje Choiseul por Alphonse Lemerre, o pamas ella tampoco llegó al amor; cuando fué tiemeditores cursis de empresarios incomprensivos, po de amar, su mano buscó la de un varón ilera leerlos a un corto grupo de amigos comprenno lo ha sido menos con los imitadores, biógra sivos y bien vestidos de sobre mesa de un bantrado pero fuerte, en el sentido en que las mufos y amigos póstumos que le han resultado; y es quete, en su biblioteca, donde no faltaría un so(Pasa a la pág. 239. se