REPERTORIO AMERICANO 47 ahora priva patriótica y selvaticamente el romance americano, como antes la literatura ramplona en época en que los mimetistas hablaban del champaña en la fina copa de bacarat; copa que jamás llevaron a los labios. al añadir que no todo en Cuba va a ser canaduzal, impartiendo a este término una reticente ccunotación, prueba con ello que no es un escritor a quien seduzca el tema americano ni por asomo; sintiendo reparo alguno en vocear su poco aprecio por el género costumbrista vernáculo, no obstante haber dado a América en los últimos quince años, grandes novelas.
no mí eso del retorno o de la vuelta, por no calificarlo agriamente, digo que se me antoja una sandez. Una sandez que está de moda. Porque me imagino que no es necesario volver o retornar a ninguna parte de donde precisamente no se ha salido. si se quiere decir con ello que lo que tenemos que hacer en América, para que exista la novela de América, es desextranjerizarnos, no veo tampoco la razón por la cual la cultura que nos llega de fuera no sirva para continuar prestando mayor vigor a nuestro concepto americano de la novela y el arte. Por otra parte, la novela americana no puede ser exclusivamente aquella novela del gaucho o el montuvio, la selva, la manigua o la llanura infinita. Además, en la novela americana estamos desde hace rato. Ha ido brotando, tomando calidad y condición hasta en el propio tinglado del teatro con el uruguayo Florencio Sánchez.
Ocurrió, sin embargo, que Don Segundo Som.
bra, La Vorágine y Doña Bárbara, surgieron al mercado. los grillos del barbechal gritaron clamantes. hay que volver a la novela autóctona! lo peor no fué precisamente que lo gritaran, sino que se pusieron a hacerla. Entonces cierta jerga fué elevada a la categoría de instrumento de arte para la expresión de las ideas; tremendo lance. estas novelas seguramente es que Labrador Ruiz se refiere cuando en el preámbulo de Anteo afirma que no le interesan los temas agropecuarios, de espuelas y chamarretas. De fijo él alude clase de novela, escrita por aquellos a quienes Su incoherencia radica, pues, en esa misma circunstancia: en su arbitrariedad imaginativa. en todo caso su sentido lógico hay que buscarlo en su sentido y su concepto de lo intelectual como fuerza de pensamiento que ha de concebir arbitrariamente. Concebir como la conciencia es capaz de imaginar libremente. Anteo, sin embargo, es un libro que rezuma amargura acre y doliente; fructuoso dolor.
Por esto mismo es que se hace un tanto escabroso hallar el ángulo apropiado desde donde enfocar con buena luz, esta novela cuyo estilo se ha querido hacer extremadamente personal. Por si antes hemos dicho de él que resulta arbitrario, habrá que convenir que esa condición suya intelectualmente influye a tal punto en su manera de novelar que esta aparece como perturbada de excentricidad. Por lo demás, Anteo es para mí, antes que nada, una sátira donde la burla y el humorismo forman entre sí los elementos básicos de la pieza, como dos ritmos vivos y crueles; aquellos ritmos a que cada uno tiene el derecho de ajustar su vida y su obra.
Jose NAVARRO MONTES DE OCA Dos ritmos vivos y crueles Pero en este libro, como dejo dicho, Labrador Ruiz es antes que todo, arbitrario. Sólo que acaso esta misma arbitrariedad sea su mejor virtud intelectual. Tan arbitrario resulta vuelvo a repetir que llega a la incoherencia. Una incoherencia que, paradójicamente, es, de cierto modo, su sentido racional y lógico de los hechos humanos, por lo menos tal como él los ve y los analiza. Esta es la tercera tendencia a señalar por ahora: tendencia de lo incoherente. Mas como Labrador Ruiz no es tampoco un escritor realista, resulta que su sentido de la realidad, a través de Anteo y de sus novelas anteriores, deviene entonces sentido imaginativo de las personas, los hechos y las cosas; todas las cosas que hacen la realidad del mundo y de consiguiente la realidad humana.
La Habana, octubre de 1940.
Bibliografía de Enrique Labrador Ruiz: Laberinto (novela gaseiforme. 1933.
Cresival (novela gaseiforme) 1936.
Grimpolario (saldo lírico) 1937.
Anteo (novela gaseiforme) 1940.
a esta Dos canciones de cuna en presente pesimista y en futuro optimista (En el Rep. Amer. II Llegará tu siglo, la hora ha de llegar en que el niño sea el más alto ideal.
Porque, he aquí, que vendrán dias en que dirán: Bienaventurados los estériles, y los vientres que no parieron, y los pechos que no criaron. Lucas. XXIII 29. limpiará Dios toda lágrima de los ojos; y la muerte no será más; ni habrá más pesar, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas son pasadas. Apocalipsis de San Juan, XXI La virgen lauaba, San José tendia y el niño en la cruz Su cuerpo media.
No nazcas mi niño, no nazcas aún, quédate en las gasas de tu cielo azul.
Despierte mi niño, que el terror pasó.
Ya la vida humana se dignificó.
Puédese en la tierra y feliz.
ser libre La cruz sigue siendo pesada y Jesús aún está midiendo su cuerpo en la cruz!
Quédate en mis sueños, quédate en embrión, en el dulce anhelo de mi corazón.
El sol ha nacido para todos ya y borró las sombras. Todo es claridad. La virgen lavaba, San José tendía y el niño en la cuna reía. reía.
Vientre de mi Amada, no concibas más hasta que en la tierra haya amor y paz. Vano sacrificio sin compensación, porque el mundo está ciego de rencor.
Ya no tiembla el mundo, silenció el cañón y por cada lágrima floreció un amor.
Risa sobre el mundo la del niño santo, risa fértil que hace florecer el canto. si por desgracia fecundado estás, no asome tu fruto a la realidad.
Duétmete mi niño, duérmeteme ya y quédate dormido por la eternidad.
Sangre de milenios que se derramo dieron a la tierra su abono mejor.
De la podredumbre de ayer, emergió este lirio, estrella de sin par blancor.
Llegará tu siglo, la hora ha de llegar en que el mundo pueda recibirte ya. entre tanto cardo como había, hoy florece espontánea la flor del amor.
La tierra es de todos, de todos la luz, de todos el agua, el viento, el azul. Gloria habrá en el cielo y en la tierra paz, cuando todos tengan buena voluntad.
Mujer, ya no temas tu simiente dar a los surcos nuevos de la Humanidad.
Llénese de niños la tierra dolida, y sean sus risas canción de la vida. Para entonces, madres, el mundo sembrad con los nuevos brotes de una humanidad. QUINO CASO Ya la vida vale la pena vivir.
San José, Navidad de 1940.