REPERTORIO AMERICANO 119 sus Ejercicios (En el Rep. Amer. en La obsesión la conteníah, se les aplicó la ley del santo oficio; y quien se atreva allí a pronunciarla o o escribirla, recibirá pronta e inexorablemente todo el peso de esta ley.
Por esta razón, la misión de Colombia y de las otras naciones liberales democráticas citadas, reviste y entraña en esta hora histórica. responsabilidades y deberes solamente ante sus pueblos respectivos, sino también ante el resto del mundo. Sobre ellas descansa el destino de gran parte de la Humanidad, y a ellas corresponde demostrar que son conscientes de su deber y que saben cumplirlo.
SLI no to La sangre golpea en mis sienes y rep nombre: intermitente, como el caer eterno de una gota de agua sobre una piedra. росо a poco va adentrándose en mi inconsciencia hasta querer formar un todo con ella, sin dejar por eso de ser lo que es. Noche y día está presente; en mis sueños aparece con luminosidades de fuego; en mis vigilias ronda y fuerza las puertas de mi castillo. como las enredaderas se adhieren al tronco protector con abrazos traidores, así ella me circunda, me acaricia con cariños de muerte, me ahoga y me deja inerme.
El fastidio Diario de un peaton Inteligencia y pobreza (De El Tiempo. Bogotá, 1. 41)
rico, y tampoco ciudadanos. Casi todos los hombres que pudieran ayudar a usted se hallan también ocupados en distintos empleos que no les permiten entregarse a otras tareas de literatura. Sin embargo, yo les excitaré los papeles públicos y privadamente para dirigir algunas cosas que puedan salir en el Repertorio.
La vida de las dos publicaciones fue efimera. El Semanario de Caldas, duró dos años.
Fue una revista, dice González Suárez, modesta por su título y hasta ruin por su especmaterial. Del Reperiorio, sólo salieron cuatro entregas. Amurátegui, después de hacer una breve historia del viacrucis de esta generosa empresa, la termina y resume con estas palabras: Esa imposibilidad de cobrar los precios de las suscripciones fue lo que mató El Repertorio Americano, como anteriormente había muerto de igual modo La Biblioteca Americana. bien: suprima el lector de la historia de la inteligencia en la América y en nuestro país al Semanario y El Repertorio, y se hará un vacío que produce vértigo. En el Semanario de ruin papel aprendimos a leer y nos iniciamos en el amor a la sabiduría; hoy las hermosas revistas en papel esmalte y mucho colorin contribuyen, como pueden, a que se olvide el arte de leer. El sabio Caldas escribía gozopara treinta suscritores; nosotros solemos preocuparnos porque nos parecen pocos los cincuenta mil compradores de un diario para que lean nuestras dilatadas necedades. Bello, en Londres, vivió tan pobre, que en noche triste llegó a no tener el dinero preciso para alimentarse: Caldas, en su testamento, después de decir que sólo recibió por dote de su esposa una negrita esclava con otras frioleras de uso y de poco valor. terminó pidiendo perdón a sus acreedores. No deja de tener su emoción esta historia, ahora que el ejercicio de las letras ha pasado a ser una profesión más o menos lucrativa. Entonces era invariable que en la vida del sabio y del periodista se desposara el espíritu con la misria.
GERMÁN ARCINIEGAS Ayer ha venido con su aspecto nostálgico.
Se ha dejado caer indolentemente en una butaca y con los ojos entornados me ha dicho, sin prisa, las tonterías humanas. Destrozó ante mis ojos atónitos, el valor de las cosas.
Introdujo el descontento en mi pecho y con sus propias manos rompió los tules y las cortinajes de mi mansión, dejándola austera, con una austeridad repugnante. Cuando quise que se marchara me senti sin fuerzas para hacerlo, y ahora, con una sonrisa diabólica, me mira desde su asiento.
El sueño SO res y su Por fin he logrado verlo. Estaba tendida en mi lecho. Una ligera somnolencia quería cerrarme los ojos. Durante un momento me hundi en lo inconsciente; mas luego, el ruido de un florero al caer me hizo que los abriese. la orilla de mi cama, asustado y pronto a alzar el vuelo, estaba el Sueño. Las alas tenues le temblaban ligeramente. La visión duró tan sólo un segundo. Cabalgando en un rayo de luz fuése por la abierta ventana. Pero en mi alcoba quedó un milagroso recuerdo: el perfume lejano de su visita.
Costa Rica, 1941.
HILDA CHEN APUY Buenos Aires, diciembre de 1940.
Repasando el Semanario de Caldas, que compré en cualquier librería de segunda mano hace poco en Buenos Aires, di con la Lista de los únicos suscritores del Semanario del de Granada, hasta el último de enero de 1810. según reza la leyenda. Eran, en total, treinta y tres suscritores. De ellos, trece vivían en Bogotá, y lo eran el señor virrey, el muy Prov. de Sto. Domingo que compraba dos ejemplares y algunos doctonotables de la capital. Luego aparecen dos suscritores de La Mesa, uno de Tunja, uno de Girón, tres de Ibagué, dos de Cartagena, y Popayán, Furificación y Guadas, Carnicerías, Pore, etc. cada lugar con un suscritor Para esos treinta y tres amigos constantes y para unos pocos lectores desconocidas escribieron Caldas, Eloy Valenzuela, Jorge Tadeo Lozano, José Manuel Restrepo estudios sobre geografía, ciencias naturales, matemáticas, que constituyen la contribución más seria entusiasta que se haya hacho a las ciencias en Colombia.
Esta información sobre el Semanario de Caldas podría completarse con otra que he hallado en la vida de don Andrés Bello escrita por Amunátegui. Se habla alli sobre las vicisitudes de otra revista que figura entre las más célebres de América y del mundo: El Repertorio Americano. Como es sabido, el Repertorio se publicó en Londres. Bello había solicitado con insistencia colaboración de los escritores colombianos, y sobre el particular le escribe don José Manuel Restrepo: He ofrecido a usted que contribuiría a la empresa en cuanto me sea posible; pero, en las actuales circunstancias, no puedo escribir nada, por mis ocupaciones oficiales. Tengo amigos que podrían hacerlo; pero son tan fuertes los portes de correo para esa capital, que les asustan; y ninguno querrá satisfacerlos, pues, en lo general, nuestros literatos son pobres. Quedaría el recurso de que el gobierno satisficiese los portes; mas no lo permite el estado de nuestras rentas públicas.
Bello insistió. el ilustre historiador de Bolívar, y su gran ministro, le respondió de esta manera: Yo desearía mucho enviar a usted materiales para dicho periódico, pero imposible, hallándome rodeado de tantas ocupaciones de oficio, y de los disgustos que hemos tenido desde abril de 1826 todos los que componemos este gobierno. Por otra parte, los portes son muy pesados para la remisión a Londres; y este país se halla muy lejos de ser AHORRAR es condición sine qua non de una vida disciplinada DISCIPLINA es la más firme base del buen érito LA SECCION DE AHORROS DEL Tong Si Tong Si parece haberse abierto camino como abogado. Sabía sacar a cada aspecto su probabilidad y convertir la injusticia en justicia y la justicia en injusticia. Como pago tomaba por un proceso grande un traje de ceremonia y por uno pequeño una túnica. Su manera de actuar se trasluce en la siguiente anécdota: Había crecido un río y un hombre rico habíase ahogado en él. Un pescador encontró el cadáver. La familia quiso comprarlo, pero el pescador pedía demasiado. Entonces la familia se lo dijo a Tong Si. Este contestó: Podéis estar tranquilos, nadie le comprará su hallazgo. El que lo había encontrado estaba inquieto a su vez y también acudió a Tong Si. Pero éste le dijo: Puedes estar tranquilo, no podrán comprarlo en ninguna otra parte. Ricardo Wilhelm, Kungste (Confucio) Revista de Occidente. Madrid. 1926. Banco Anglo Costarricense es (el más antiguo del país)
está a la orden para que Ud.
realice ese sano propósito: AHORRAR CON Moore. Cottrell North Cohccton. Y, co sigue Ud. una suscrición a est: Sempario