338 REPERTORIO AMERICANO miento de embajadas especiales al Centenario de la consumación de la Independencia de México, recorrió el continente haciendo oír su voz y dándose a conocer como uno de los primeros oradores de América. Sus disertaciones en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Bue110s Aires, que dirigía otro filósofo, don Alejandro Korn, sus conferencias en el gran diario argentino La Prensa, se comentaban meses después como uno de los grandes acontecimientos intelectuales habidos en ambas instituciones y eso que por la tribuna de la Facultad y de La Prensa habían pasado los más ilustres pensadores de América y de Eurona. La despedida fué cordial, entusiasta, sincera. La juventud intelectual del Plata representada por Julio Rimaldini, Alberto Gerchhoff, Pedro Miguel Obligado y tantos otros se congregó en el muelle para despedir al embajador que partia rumbo a Montevideo. Había dejado el pabellón de México bien plantado en el corazón de Buenos Aires. Había rechazado el nombramiento que el presidente de la República le hacía como Ministro en la Argentina primero y en España después. Pensaba en México y quería dedicar a su país lo mejor de sus años. La Rectoria de la Universidad le esperaba para desarrollar desde ella un generoso plan de trabajo y en los momentos en que el país se conmovía ante el generoso e insuperable impulso que Vasconcelos le daba a la Educación Nacional México es, desgraciadamente, ingrato con los hombres que le brindan lo mejor que tienen. La política lo envenena todo y separa al maestro de los discípulos, divide a los amigos, quebranta los mejores lazos en la familia. De todas maneras, los que tuvimos la suerte de ser los primeros alumnos del Maestro Caso al iniciar sus cátedras en la Universidad, cualquiera que sean las vicisitudes que hemos tenido que superar a través de los años, seguiremos recordando al que llevó a nuestro espíritu un poco de ideal y nos sirvió de Virgilio para conocer algo del Bien, de la Verdad y de la Belleza que tan celosamente velan su secreto.
JULIO JIMENEZ RUEDA.
México, marzo, 1941.
La formación literaria de Darío (En el Rep. Amer. Julio Saavedra Molina, distinguido y laborioso profesor jubilado del Instituto Pedagógico, es un verdadero profundo especialista en Rubén Darío. De algunos años al presente ha publicado: El verso que no cultivó Rubén Dario, 1933; Los hexámetros castellanos y en particular los de Rubén Darío, 1935; Rubén Darío, Poesías y prosas raras. Compiladas y anotadas por Saavedra 1938. Los anteriores ensayos han aparecido en los Anales de la Universidad de Chile.
Los trabajos del profesor chileno son notables por la seriedad de la investigación y por la vivacidad del estilo. Pero donde Julio Saavedra Molina se supera es en la segunda parte de la reseña de Azul. pp. 126 155, del primer volumen del Homenaje de la Universidad de Chile a Rubén Darío en el cincuentenario de la publicación de Azul. 1888 1938. Pues bien, en ese libro titulado: Obras escogidas de Rubén Darío publicadas en Chile, 1939, colabora en parte el profesor norteamericano Erwin Mapes. Pero la reseña a que aludo antes es sólo de Saavedra Molina.
Son páginas de gran erudición (erudición de buena ley, por lo tanto, sin farragosas consideraciones) y poseen gran valor literario. De los muchos trabajos que he leído sobre el poeta de El canto Crtante, es éste uno de los más agudos y bellos que colozco.
Pero ahora voy a referirme a un nuevo sayo de Julio Saavedra Molina. Se titula: Rubén Darío y Sarah Bernhardt, publicado como los anteriores, en los Anales de la Universidad de Chile, primer trimestre de 1941. Todo el volumen está dedicado al célebre nicaragüense. Es ésta una muy significante contribución para estudiar la formación literaria del autor de Cantos de vida y esperanza.
Yo, por ejemplo, estaba convencido que el influjo de Pedro Balmaceda Toro (A. de Gilbert) había sido mucho mayor en la etapa de la formación literaria de Darío. Pero después de las eruditas consideraciones de Julio Saavedra Molina, es preciso convenir que la influencia formativa de Balmaceda resulta bastante menor. No obstante, no se puede negar en modo alguno.
El profesor chileno señala, con sólida lógica, una serie de crónicas teatrales sobre represettaciones, en Chle, de Sarah Bernhardt como de Rubén Darío. En esas páginas, aparecidas en La Epoca de 1886, se ve, según Saavedra Molina, el influjo del escritor galo argentino Paul Groussac. Es, sin embargo, necesario agrega el investigador mencionado para afirmar definitivamente pareja influencia, compulsar La Nación de Buenos Aires de aquel año, donde publica Groussac. Es un trabajo indispensable, pues de otro modo no se pueden asentar bien los sillares de la investigación seria y completa, que el caso merece.
Ahora quedan en claro varios puntos significativos en la formación literaria del prosista de Los raros.
19 La influencia del teatro francés, representado en los escenarios de Santiago y Valparaíso por la gran trágica nombrada, funciones comentadas por el poeta de Nicaragua en diez crónicas de La Epoca.
29 La influencia ambiental chilena. Es necesario tener en cuenta el galicismo cultural de Chile, tan bien representado por José Victorino Lastarria. Además, es preciso no desestimar el españolismo liberal de Eduardo de la Barra. Por otra parte, téngase presente el afrancesamiento literario de los contemporáneos chilenos de Darío, entre otros, Manuel Rodríguez Mendoza, Narciso Tondreau, Luis Orrego Luco, Eduardo Poirier Samuel Ossa Borne. La influencia de Pedro Balmaceda, quien le da a conocer a los siguientes poetas pamasianos: Théophile Gautier, Catulle Mendés y Armand Silvestre.
49 La influencia de Paul Groussac, indicada por el mismo Darío y señalada por Julio Saavedra Molina. Consúltese Poesias y prosas raras, 68.
Analizados estos cuatro puntos se puede lógicamente llegar a la conclusión: Rubén Dario consigue en Chile los mejores elemertos para su formación literaria.
En la carrera poética del autor de Tierras 90larcs quedan enigmas que aclarar. El primero: el verdadero motivo de su venida a Chile; el segundo: la causa de su rupturi con Pedro Balmaceda. Se llegará algún día a est. blecer la verdad acerca de tales incógnitas? Es posible. De todos modos hasta el presente se conoce con seguridad el repertorio de estímulos literarios que recibe en Chile. Al numeros) material de vida cultural que capta acá, es justo sumar el talento superior de asimilabilidad del poeta nicaragüense, y se tendrá una imagen clara de lo que es el maestro del modernismo poético de la literatura española.
El autor de El canto errorle, sin embargo, llega a Chile, conociendo a algunos poetas franceses. Francisco Gavidia de San Salvador lo inicia, según dice el mismo Darío en su Autobiografia, en tal conocimiento. De modo que a Chile no le corresponde toda la gloria de semejante iniciación.
No trato en modo alguno de aminorar la importancia que tiene para Rubén Darío su estada en Chile: dos años, siete meses y quince días. Pues sin tal permanencia su madurez literaria, se habría retardad, acaso años.
Llega en 1893 a Argentina, a los 26 años de edad, es decir, cuando su personalidad poética posee las coordenadas necesarias para su gran labor de renovación lírica. En 1896 publica en Buenos Aires uno de sus libros fundamentales: Prosas profanas.
El estímulo es sólo valido cuando concuterda con el espíritu del artista, espíritu a veces dormido. Aunque no es el caso de Darío, pues él sabe, desde su adolescencia, que uno de los caminos de la gloria es la poesía. Por modo que sus múltiples vivencias atesoradas en el medio ambiente chileno, le permiten proyectar su yo con gran fuerza hacia el mundo externo. Por consiguiecte, en Chile se origina el modernismo de la poesía hispánica, modernismo que el lírico de Nicaragua enriquece con la publicación, en España y en 1905, de otro libro fuifdamental: Cantos de vida y esperanzu.
Amigo de Platón, pero más amigo de la verdad, no pretendo por un sospechoso nacionalismo de dar la prioridad a Chile en este asuinto.
Los antecedentes históricos así lo establecen en forma objetiva indiscutible.
Por otra parte, el último ensayo de Julio Saavedra Molina serio y valios. así lo prue ba. Es un testimonio de primer orden en las investigaciones dariistas. Su faena, pues, merece justos elogios.
Quedan, como dije antes, todavía puntos dignos de dilucidar, puesto que no se puede leer, sino con duda metódica si Autoticgrafía. La imaginación lo hace caer en errores nada merudos. Habrá pacientes investigadores que articulen la verdad de esos sucesos? Puede ser. Mientras tanto, la verdad sigue en la noria legendaria a la par propincua y lejana.
Rubén Darío es tema de gran tamaño para el historiador y el crítico literario. pesar de los muchos y buenos ensayos que se han escrito sobre su vida y obra, el problema sigue siendo atrayente e interesante, porque contiene esencias poéticas hasta hoy sólo orilladas: queda por examinarse casi entera la entraña misteriosa de su poesía.
Entre los chilenos que se han ocupado de Darío merecen especial mención: Francisco Cootreras, Armando Dchoso, Roberto Meza (Fuentes, Julio Saavedra Molina, Raúl Silva Castro y Arturo Torres Rioseco. Todos han encendido la antorcha de su entusiasmo y han dado lo mejor de su esfuerzo en nutridas páginas exegéticas, admirativas.
Por último, si es verdad que Rubén Darío debe a Chile buena parte de su aprendizaje literario y la edición de Azul. el libro auroral de la sensibilidad poética nombrada, la proposición inversa, como dicen los lógicos, también verdadera: la literatura chilena debe al poeta de Nicaragua un fuerte impulso renovatorio. La modalidad modernista, sin embargo se retarda hasta 1895, año en que se inicia tal movimiento entre los poetas chilenos.
NORBERTO PINILLA.
Santiago de Chile, noviembre, 1941.
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