REPERTORIO AMERICANO 67 John Keith Co.
1804 o 1805 los primeros cafetos y esto en número muy corto por tratarse de un ensayo, es forzoso admitir que deben de haber transcurrido por lo menos diez años antes de que tomase alguna extensión el consumo del café San José, Costa Rica en el país, consumo que al principio fué seguramente muy limitado. Por los motivos exAGENTES REPRESENTANTES DE CASAS EXTRANJERAS puesto me parece que se puede tener por cierto Cajas Registradoras NATIONAL (The National Cash Register Co. que el niño Braulio Carrillo y su familia lo Máquinas de escribir ROYAL (Royal Typewriter Co. Inc. que tomaban a la hora de la cena era cho Muebles de acero y equipos de oficina (Globe Wernicke Co. colate, bebida general de los costarricenses por Implementos de Goma (United States Rubber Export Co. la noche hasta no hace muchos años.
Máquinas de Calcular MONROE Refiriéndose al Lic. don Manuel Aguilar, Refrigeradoras Eléctricas NORGE electo jefe del Estado en 1837, el señor JiRefrigeradoras de Canfín SERVEL ELECTROLUX nesta escribe que este gobernante combatió con Plantas Eléctricas Portátiles ONAN tesón los violentos estragos de la epidemia Frasquería en general (Owens Illinois Glass Co. del cólera que azotaba al país, ocupándose de Conservas DEL MONTE (California Packing Corp. la higiene y en auxiliar a las poblaciones inEquipos KARDEX (Remington Rnad Inc. festadas. Cierto es que en ese mismo año azoMaquinaria en general (James Motley, tó el cólera a los otros Estados de Centro América; pero afortunadamente el nuestro se libro JOHN KEITH Socio Gerente RAMON RAMIREZ Socio Gerente de la epidemia, gracias a las muy enérgicas பபபப ய யயயயயயயய y acertadas medidas que tomó el Gobierno de Aguilar para detenerla en la frontera de Nicagundo imperio, como lo refiere el señor Jines gos en los pies descalzos que se deslizan en ragua, lo que se pudo conseguir. Aquí sólo ta, olvidando que este gobierno se implantó torno mío. Las danzas son muy largas y a la hemos tenido una epidemia de cólera, la de en Francia seis años después de la muerte de mitad las mujeres cambian de compañero. Eso 1856.
Carrillo. Si algunas modas francesas siguieron se hace muy regularmente. El recién llegado Allí donde trata del manifiesto de Carrillo, las damas costarricenses en su tiempo, éstas sódetiene la pareja al pasar y le pide al hombre fechado en Puntarenas el 15 de abril de 1842, lo pueden haber sido las del primer imperio, que le ceda su compañera, la que debe obedeel señor Jinesta dice: Por mera coincidencia de la Restauración y del reinado de Luis Fe cer pasivamente. Ocurre, con todo, que la baidos días después era asentada en América Cen lipe de Orleans.
Tarina rehusa el brazo del segundo caballero y tral la abolición de los esclavos. No hubo tal No fué don Basilio Carrillo, hermano ma le pide al primero que concluya la pieza. En coincidencia. La verdad histórica es que la abo yor de don Braulio, el que estuvo a ver en tal caso, el primero, si acepta, es considerado lición de la esclavitud había sido decretada Guayaquil a este ilustre proscrito, sino su so como el responsable de la afrenta que se le ha dieciocho años antes, el 17 de abril de 1824. brino del mismo nombre. Este error es en reathecho al segundo, y aquello es el zipizape. Es por la Asamblea Constituyente de las Provinlidad mío, pero ya lo corregi en la segunda raro que una vela se pase sin un entreacto de cias Unidas del Centro de América reunidas edición de Cosas y Gentes de Antaño. Tamesta naturaleza. Aquella noche la cosa llegó a en Guatemala.
bién otros más graves.
consecuencias extremas.
Veamos cómo.
Nos describe el señor Jinesta la catedral de El diplomático norteamericano Squier San José en tiempo de Carrillo; pero es el caso no vino a Costa Rica en 1854 ni en ningún llegó a detener la pareja. Manuel había dejado Cristina danzaba con Manuel cuando Rafael que en aquel entonces lo que había era la pa otro año, no obstante haber sido acreditado ya a la bailarina cuando esta corrió detrás de rroquia o iglesia mayor, que no se convirtió ante nuestro gobierno. Escribió sobre el país él para pedirle que continuaran. Ambos entonen catedral hasta después de la erección de la tan sólo por referencias.
diócesis independiente de la de Nicaragua, bajo ges se cuadraron el uno contra el otro y juntos Los lectores dirán que casi todos estos reparos corrieron al rincón en que estaban guardados el gobierno de don Juan Rafael Mora. no valen un comino. así es la verdad.
los machetes. Ambos se han armado y puesto Nuestras damas no usaban en vida de don FERNÁNDEZ GUARDIA el sombrero, mas el indio viejo de cabellos caBraulio crinolina y tontillo a la moda del se. 28 VII 40. nos los aguardaba en la puerta. Quitó al hijo el cuchillo y también al convidado. Hasta que raye el día, les dijo, guardaré las armas. Antes del amanecer no se las entregaré. Sálganse y entiendanse en paz. Salieron los muchachos y Diocio de un colono los hemos acompañado. Ambos tienen partida.
Por GEORGES VIDAL rios entre nosotros que no aguardan más que un gesto para envenenar el asunto. El guaro (y Véanse las dos entregas anteriores. 20 ha vuelto del todo imposible la reconciliación.
Al claro de luna que alarga sus siluetas y las Las velas aquí no escasean. Se las organiza ventaja de que no es totalmente indispensable hace más grandes y más trágicas, los dos adpara los nacimientos, casamientos, muertos, ani que el reloj camine, pero eso sí, que no haya versarios se agarran de pronto y ruedan por la versarios fiestas más o menos usuales. Es nubes.
pendiente de una cuestilla. su vez, los padriuna ocasión de bailar, de embriagarse y de pe. la entrada del rancho, las visitas dejan el nos se han agarrado. Un zipizape general se lear. Tres cosas muy divertidas, a mi juicio, y cuchillo. Para los bailarines han pisoneado bien escala desde el rancho al arroyo pedregoso que que tampoco descuido. Sin embargo, rara vez la tierra. En el fondo, se alza un altarcito en corre en el fondo. Gritos suben y se entrecrume ocurre pelear, pues el revolver que cargo a que se aloja cualquier santo bajo un domo de zan. La noche trasparente amplifica la escena la cintura impone mucho respeto a los machetes flores de papel y cintas multicolores, a tiempo y la purifica de su bestialidad. Las mujeres, de mis adversarios.
que por ambos lados las candelas brillan. Se apiñadas alrededor del rancho, miran con ojos Esta noche hay vela en casa del viejo Agui sientan alrededor de la pieza en los bancos y a ávidos. Siempre es hermoso, para una mujer, lar, un indio de cabellos blancos que festeja los invitados se les llama a su turno a la co ver batirse a los machos.
lel nacimiento de su hijo mayor, Rafael, de re cina, en donde los aguarda un vaso de chicha. Sin embargo, a solicitud del viejo Aguilar, las greso de la costa. La costa! Esta hija seducto Es el padre quien ha venido a llamarlos la pri guitarras han vuelto a su canturria y poco a pora que le quita a los indios sus hijos, como la mera vez. Otra vez la madre vendrá, los hijos co las parejas vuelven a hacerse. Los contendienciudad se los coge a los campesinos de Fran o hijas otra vez. El invitado beberá de este tes reaparecen. De uno en uno, sin daños macia, para deyclvérselos más tarde comidos de si modo chicha, café y guaro y comerá un pedazo yores. Pero Cristina está atenta, todavía tiemfilis, paludismo y vicios. La costa! un dólar al de pesado tamal de elote.
bla voluptuosamente de la emoción pasada y día, cine, putillas, todo esto en vez del bosque La orquesta dos guitarristas adormece con se desesperaría porque las cosas se arreglaran austero. Ellos parten.
sus cadencias, pues los aires a que son aficio tan pronto. Mimosa, va y se sienta cerca de Rafael Aguilar ha vuelto, pues, con la sífilis, nados los indios no son muy animados. Es un Manuel y le pide que dance con ella. Manuel el paludismo, los vicios y algo más, un reloj ritornelo repetido indefinidamente en un ritmo ivacila y rehusa. Está bien, sonrió. esto no de acero. No sabe leer en el reloj la hora que monótono y continuo como el mover de un pén lo rechazarás? y le alarga un vaso de alcohol.
es, pero eso no importa. Lo saca del bolsillo dulo.
Eso, en efecto, eso jamás se rehusa. Cristina, con gestos afelpados, lo mira, luego mira el Se baila. Soy el único calzado y me cuido de apoyada en la espalda del mozo, le habla con sol, y da la hora. Este modo de obrar tiene la que mis zapatos pesados vayan a hacer estra dulzura, le acaricia el cuello con los dedos leMi mujer y mi monte