52 REPERTORIO AMERICANO Rubén Darío (1940. De Letras de México. México, 15 de abril de 1940. Su patria verdadera fue la isla, de los Ara59, 79, 130, 17. Rubén Darío mío. Tanto gonautas, de Citeres, de Colón. Su palabra faRubén Darío en mí; tan vivo siempre, tan igua)
vorita, archipiélago. Cuando se la decía hacia y tan distinto; siempre tan nuevo! Ninguna de dentro, parecía que se la estaba engullendo comis siluetas sucesivas. Mi Rubén Darío, Contra mo una docena de ostras, con gula de gigante y por Rubén Darío, Rubén Dario español, etc. marino enamorado. Las tierras continentales no es la siguiente. la silueta posible de su muerte tenían otra razón de vida para el que ser pame dolía, al querer escribirla, como cuando, raiso accidental de las especies y humanas desyendo yo de España a New York, 1916, fecendientes de Venus. Siempre Venus, vigilánbrero crudísimo, me dolió el radio con la notidolo, desde la juventud, mujer isla del espacio cia lamentable, frente a Terranova ciego de civerde: clón blanco en la tarde; en un vano de la ruta. Venus, desde el abismo, me miraba con triste, que él, un poco vivo aún en sí, había ocupado mirar.
meses antes. Todavía pude tocar en New York icon qué emoción! su mano penúltima, aquí y En su segura trasfiguración, Rubén Darío habrá sido destinado por sus divinidades paallá, en una mesa de la Hispanic Society, soganas (entre las que asomó Cristo como un bre todo, donde él dejó su fotografía final con curioso de su alma, tierna visita que él agrafirma aún segura y redonda. deció tanto) a una isla esmeralda. Isla verde Hoy, más cerca ya de su León y su cuerpo trasparente, ovalada en el poniente del mar deshecho, el capricho de la onda incesante de cerúleo, gran joya primera y última, perenne las figuraciones trae a mi imajinación un Ruapoteosis tranquila de la esperanza cuajada.
bén Darío marino, salido quizás de la fotograQue él vio la eternidad también como isla sinfía que me dio en Madrid, hace años, el bueno fónica final del poniente cotidiano y lo inmory fiel Alfonso Reyes, amigo siempre mejor de tal lo esperó como espera el nostálgico nave Rubén Darío, y contra estos inmensos horizonRubén Dario gante. Lo he soñado mucho, capitán de piraties lluviosos de la Florida llana y costera, que (Dibujo de Juan Carlos Huergo) tas del tesoro marino total, diosas, nubes, cocorre, sudeste abajo, hasta Nicaragua. Un Rurales, constelaciones, sirenas, soles, perlas, bén Darío en uniforme blanco veraniego de vientos. Atesorador de su designio, libre ya de. capitán de navío?
leco. veces me lo figuro como un sultán del.
aiquel destierro de periodista del mar, que era. adonde una tarde caliente y dorada.
fí fáunico de los corales, entre las sirenas de su harén acuático. No, no, señores; su vaivén su melancolia, botines de gloria, sin otra utili¡Cuánto he pensado que Rubén Darío era rítmico de siempre no era tanto de mareos de dad que su belleza parnasiana, serán lujo de su casa flotante entre dos espacios, aire y agua.
no un lobo de mar, un raro monstruo humano Noé como de alzada, batida de océano. Cuanmarino, bárbaro y esquisito a la vez! Siempre do sacaba su reló anacrónico, yo comprendía. El azul, el doble azul! Rubén Darío, ministro fué para mí mucho más ente de mar que de tú, mejor que otro, de los capitanes del viento, por los golpecitos que le daba y por su mirar tierra. Al paisaje polvoriento poco le sorpren perdido a los cuatro vientos, bocacalles de lo que ensangrientan la seda azul del firmamento di entregado; creo que no sentía bastante lo salado imposible, que lo que lo orientaba era con el rojo pendón de los reyes del mar.
pedrero; la arena ya le encontraba la planta. una brújula. En España, lo senti vivir más por Málaga, por. cual si fuera el rudo son.
JUAN RAMON JIMENEZ Mallorca. Desde ellas me envió ramos de versos. Madrid lo cerraba y lo enroscaba hipnotizado como una serpiente marina. El posible mar madrileño le abría las narices; sintiéndolo o presintiéndolo olía y gustaba por todos los (En el Rep. Amer. poros y todos los puntos de la rosa de los vientos el efluvio de Venus. Lo vi mucho tomando, Mi corazón sas de amor. El viento pasa y se lleva juntas con su whisky, mariscos. El mismo tenía algo Palacio encantado constelado de rubies es las frases de amor y el aroma de los rosales.
de gran marisco náufrago. Y, sin duda, su insmi corazón. está silencioso y triste. Aquéllos Todo eso que se oye en el jardín, son risas.
trumento sonoro favorito era el caracol. Su El jardío entero ríe cuando los enamorados, que entraron en él, como fué tan breve su espoesía e no es una cantata de caracol y lira. tancia, no dejaron al salir, ni una piadosa ho.
muy graves, dicen sencillas cosas de amor. Ju y oigo un rumor de olas y un incógnito ramentos junto a la fuente. El agua rie jubi.
guera, ni un pequeño recuerdo a manera de acento. inscripción sobre los muros. Está solo y calla.
losamente en todas sus gotas. Todo ese murmulo son carcajadas. Juramentos junto a las Mucho mar hay en Rubén Darío, mar pagado el palacio encantado de mi corazón.
flores? No es la brisa la que hace estremecerse no No mar metafísico, ni mar, en él, psicolóji. Alguna vez, se vistió de gala, llenose de lusus traviesas cabecitas, sino sus risas perfuco. Mar elemental, mar de permanentes hori.
ces milagrosas, guirnaldas de rosas rojas adormada. Juramentos bajo los árboles. Oye cozontes históricos, mar de ilustres islas. Su misraron sus columnas de coral, se encendió, ga.
mo se ríen las ramas.
ma técnica era marina. Modelaba el verso con llarda y magnífica, la antorcha de la esperanRíe el jardín entero al oír los juramentos plástica de ola: hombro, pecho, cadera de ola; za, hubo músicas de maravilla y todo era júde los enamorados El viento se los lleva, y tomuslo, vientre de ola; le daba empuje, pleni bilo porque El legal Amor, risueño do queda olvidado!
tud pleamarinos, altos, llenos de hervoroso es peraba en la puerta. Pero El no llegó. Fué vano pumeo lento de carne contra agua. Sus iris, el alborozo de la espera. Apagáronse las luces, Credulidad SLIS arpas, su estrellas eran maricos. Todos silenciáronse las músicas, apagóse la antorcha Me dirás, amado, que son dulces las aguas mares, Atlánticos, Pacíficos, Mediterrá de la esperanza, se mustiaron las rosas del endel mar, que el cielo es dorado, que cantan las neos eran uno: mar de Citeres: sueño, y el Amor cerró la puerta. Sólo el Domariposas, que son blancos los árboles y que. y los faros celestes prendían sus farolas.
lor, en el silencio de la noche, deja oír el tie la nieve es tibia, y yo te creere.
tac de sus pasos, y a veces, el Recuerdo de Me dirás que durante el día resplandece la Rubén Darío andaba siempre mareado de la un dulce sueño de amor ya muerto, solloza ca luna y titilan las estrellas que los jazmines ola, de la Venus, de la sal, del tónico. No sa lladamente.
no penfuman ni han cantado nunca los ruisebía nunca qué hacer, así, con sus levita, sus Está solo y frío el palacio encantado de mi ñores, y yo te creeré, guan es, su sombrero de copa, y menos con su corazón. Cupido, al salir, dejó cerrada la Tú me dirás, Amado, que a Caperucita no se disfraz diplomático. No eran estos sus trajes puerta, para que no salga de Dolor ni entren la comió el lobo, y que no danzan los gnomos ni como favorito de su reina oriental, ni como nuevos sueños.
rodeando el tronco del abedul, y que es menalmirante de su dios Neptuno. El tenía colgado en la percha de su pensión su desnudo mayor.
La risa del jardín tira que el amor se va, y yo te creeré. me dirás también que la felicidad es mía Por eso lo encontraron a veces caído en la Tú no lo oíste, porque estabas como extay que tú me amas, y ya sé que es una locura acera; se enredaba en el uniforme. Su mole siada contemplándote en las pupilas del amayo te creere!
nedonda y grasa de pie pequeño, como de tibu do, pero reían las flores y las hojas de los árMYRIAM FRANCIS rón en pie, digo, en cola, no podía con el cha boles y la fuente del jardín, al oír sus promeCartago, Costa Rica, Sept. 1940. Pequeños poemas Sus