REPERTORIO AMERICANO 153 Virginia Woolf en mi recuerdo Por VICTORIA OCAMPO (De La Nación. Bs. Aires, 20, abril, 1941. Against you will fling myself, un vanquished and unyielding, Death. Woolf.
Todos estamos hechos de la misma pasta. Tan cerca los unos de los otros sin saberlo, sin consentirlo a veces. Unidos por nuestra común condición humana. Vanessa Bell pero buscando una frase, no hallé ninguna que pudiera por nerse junto a tu nombre. ese unos Con estas palabras encabeza Virginia Woolf una de sus primeras novelas, Night and Day, dedicada a su hermana. No encuentro otras que expresen mejor la dificultad que siento para escribir estas páginas, y quisiera limitarme a ellas.
Virginia me comprendería mejor que nadie.
Una de sus heroínas le dice a una joven novelista (y es probablemente lo que Virginia se dijo alguna vez a sí misma. Por qué escribe usted novelas? Debiera escribir música. La música va derecho a las cosas. Todo lo que hay que decir lo dice en seguida. Esto TUDY de escribir, se parece mucho a raspar en la caja de fósforos (scratching on the matchbox. Uno tras otro, voy tirando los fósforos que no quieren encenderse. Conduce a algo contar el ruido que hacen cuando los raspo contra la caja?
Sí. La música va derecho a las cosas. Es decir que hay estados de angustia o de felicidad que sólo ella logra traducir. La música, Virginia Woolf cuando nos sumergimos en ella como en nues(Dibujo de Trujillo)
tro elemento, nos descarga del peso de nuestra soledad; así aligera el mar al nadador del peso de sus miembros. En ella se hacen fáciles nuestros movimientos. Nos volvemos flúidos como ella. cuando salimos de esos océanos, en la puerta. Esto, en nosotros, es la eternidad.
tramos de nuevo en la opaca pesadez de nuesLos muertos no están muertos sino cuando tros sentimientos y de nuestros brazos.
sus menores ademanes o sus pasos no se perHace años era costumbre, entre nuestras fa petúan en nadie. Esos ademanes, esos pasos no milias, cerrar el piano con llave, por pueden significar nada para quienes no los días, al morir algún pariente o amigo de la quisieron. Pero son precisamente detalles secasa. Yo no encontraba sentido a esta prohi mejantes los que repercuten en nosotros, ambición, porque la música nunca me parecía re plificados, de manera desgarradora. El penfugio tan natural como en esos momentos. Sa samiento de que un ser desaparecido nos quiso bia que allí podía yo desembarcar con todo hasta el sacrificio puede permanecer frío comi equipaje. me decía: Cuando sea grande, mo una abstracción. Pero el recuerdo de una nunca permitiré que cierren con llave un piano frasecita: Pongan su servilleta aquí. Que se porque alguien haya muerto. Había compren siente a mi lado; hoy ha llegado de Europa.
dido perfectamente que la música hablaba me o el ver un bastón que fué suyo, bastan, si nos jor de nuestra pena, que con la música se po toman desprevenidos, para hacernos soltar ei día hablar de ella mejor que con esas persollanto.
nas condolidas por cortesía que venían a dar Estos detalles adquieren para nosotros su pésame y cuya presencia misma me parecía valor que el profano de ningún modo les reuna inadmisible intrusión. Ya había descubier conoce. Profanos son todos los que no comparto que en el dolor o en la alegría sólo se ten con el mismo grado de intensidad que noestá a nivel con la música.
sotros esta preferencia apasionada que conDesde entonces no he sabido cerrar con lla centra nuestra atención en un determinado ser.
ve los pianos ni pronunciar discursos fúnebres. Hablar de ese ser en los términos que nuesLos muertos a quienes queremos nos habitan. tros sentimientos nos dictan ¿no es, exactaEl cariño que les tenemos los hace vivir en mente, profanarlo. profanar los sentimiennosotros, con sus cualidades y defectos (sí, sus tos que despierta en nosotros, puesto que son defectos: parte de todo ser que es esencial incomunicables? Pero ¿acaso hay otro modo de conocer bien, pues es el impuesto que se paga hablar de él sin afectación. Podemos pronunpara gozar legítimamente de una posesión ciar frases huecas, convencionales, en el mototal. Pero como sólo viven de nuestra vida mento preciso en que todo lo que no sea exporque hemos vividos de la de ellos, hay un presión fiel de nuestras emociones nos repugmomento, más duro de sufrir que ningún otro, na? el silencio ¿no sería por su parte un en que nos es preciso abandonar su morada y pecado de omisión?
regresar con ellos, para siempre, a la nuestra, Aquellos a quienes nada dice por sí mismo tan poblada ya. decimos a uno: Ese ade el recuerdo del ademán de una mano para nomán con que me llamabas cuando yo era chi sotros querida, llevan tal vez consigo el recuerca, lo sigues haciendo, lo veo. a otra: do de otras manos cuyos ademanes les conmue ¡Tus pasos detrás de la puerta cuando ve con igual cariño. Quizá lean sus recuernías temprano a besarme el día de mi cumple. dos en los nuestros. Cuando Narciso se mira años. Tus pasos, los oigo, aunque no abras en el río, el río se mira en los ojos de Narciso. Hablar hoy de la obra de Virginia Woolf?
Pero si ahí está, intacta. No es ella la que ha dejado de ser. No es ella la que se ausenta del mundo. Cuando esta mañana me anunciaron por teléfono: Murió Virginia Woolf. nc pensé en esa obra.
Después, cuando leí los diarios en que se hacía alusión a un río cercano a Lewes (Sussex. recordé que Virginia tenía en ese paraje una casita, y me pareció escucharla. Venga!
Le mostraré mi jardín. Yo misma cocino, se lo advierto. No le importa? No tuve tiempo de ir, percisamente porque crei que tendría tiempo. No vi ese río de que hablan los diarios. Me dije: La próxima vez. ya no habrá próxima vez. Nunca.
Los telegramas son vagos. No se sabe aún nada preciso. Ni siquiera si ella eligió el día o la noche para ese último viaje, para voyage out.
Fué quizá mientras yo le decía al jardinero que las dalias rojas no eran este año tan grandes como las amarillas o mientras le reprochaba el no combatir más activamente a las hormigas; o mientras jugaba en el casino, tontamente, mis fichas al 11; o mientras me inquietaba leyendo los diarios; o mientras me reia con los chicos en la playa. Fué mientras yo estaba pensando en otra cosa.
Dos veces, en estos últimos días, vi en la vidriera de una librería la traducción española de The Waves y me detuve a mirarla. La tapa me pareció de mal gusto (verde, con olas y rocas, para subrayar mejor el título y atraer al lector. Me dije: Voy a escribirle. Pero en estos momentos debe de tener otras cosas en que pensar. qué cosas, Dios mío!
Fué quizá mientras yo miraba esa tapa horriblemente vulgar, diciéndome. está tan en desacuerdo con el contenido del libro. maints diamants imperceptible écume. Mientras, examinando esa tapa, imaginaba su sonrisa irónica si ella la hubiera visto. Muchas veces había pensado: Será siempre linda. Pero no preví que ese rostro austero y encantador que yo había besado la víspera de mi partida, hace veintiún meses. La próxima vez que venga usted a Londres tendrá que quedarse lo bastante para que podamos realmente hablar, sin prisa. que ese rostro cuya imagen había querido yo conservar a toda costa. Ya sabe Us ted que detesto ser fotografiada. Para qué. que ese rostro modelado por la inteligencia y el ensueño, cuyo atractivo no disminuia ni siquiera con los años y la fatiga. Se burla usted de mí. Cómo puede decir esa tontería. que ese rostro iba a ser pronto el ce una desconocida a quien ya no nos atrevemos a besar para decirle adiós, por temor de que tome para siempre, en nosotros, el puesto del ser familiar que respondía con miradas a nuestras miradas, con sonrisas a nuestras scnrisas, y a quien nunca más volveremos a encontrar, en adelante, fuera de nosotros mismos.
La señora Dalloway, Orlando, Al faro, Un cuarto propio, Flush, Roger Fry. Me han pedido que escriba esta biografía; es tan difí: cil hablar de un amigo muerto sin que se corra el riesgo de descontentar o de herir a quienes lo un ven