REPERTORIO AMERICANO 277 La Ciudad de los Césares Por PEDRO PRADO (De Revista Universitaria. Santiago de Chile, 1939)
Pedro Prado sus es Deseo hablar de Chile y los chilenos, y pa hoy como ayer dominan y se imponen, dejanra ello nada encuentro mejor que hablar de do inadvertidos los cambios efectuados en la Ciudad de los Césares, de los soñadores y campos y ciudades, como detalles secundarios descontentos que sin saber la buscaban, de que raufragan entre las permanentes aparienlos guerreros que ignorándola la defendían. cias de las inmensas perspectivas.
De todas nuestras ciudades la de los Cé Pero, si prosiguiendo nuestro viaje, no nos sares es la única invisible, y de todos nues satisfacemos con llegar al aspecto que ofrece tros conciudadanos, los descendientes de los el exterior de ese tiempo, si pugnamos por que lucharon por ella son los que mejor in cumplir nuestro propósito, si vemos por peforman el acento y el sentido característico netrar de verdad en esa época, tendremos que del alma de mi país.
allegarnos a los hombres de entonces y no Quien quiera conocer la profunda reali permanecer fuera, sino pasar a su interior; dad de un hombre o de un pueblo, debe a no sólo encarnar en ellos, sino poseer su estenerse no sólo a lo que ellos hacen o dicen, píritu. El que lo consiga y cuán difícil esa lo que parecen ser o creen representar, sino experimentará el deslumbramiento que acomespecialmente al oculto sentido revelador de paña a todo despertar. Despertar es sentir el sus sueños iniciales y perdurables, de sus reinado de nuevas evidencias fundamentales.
imágenes primigenias y fecundantes.
Todas las cosas del mundo que un despertar Si esos sueños y esas imágenes emergidas hace presentes son contempladas organizánen la infancia de un pueblo han persistido, dose en jerarquías, de acuerdo con el sentido adentrándose en él hasta ser inconscientes, y de esas evidencias. Un olvido poderoso posee si la apetencia e inquietud que trajeron no y desvanece a las evidencias anteriores, cuanhan sido saciadas, habrán terminado por ma do ya no reinan. Es entonces cuando ellas nos durar y deshojarse, para entregar su fruto. parecen despectivamente errores o ignoranNadie que ignore, reconocerá en la amargucias, absurdos o sueños. Por esto es muy dira, en la acidez, en la tonicidad de ese fruto, fícil reconstituir un sueño y casi imposible la belleza de la flor que al gestarlo muriera. revivir una época pasada de la historia. CuanEl hombre o el pueblo que reste valor a su za porque actúa sin necesidad de parecer do nos abar. donan, nos abandonan con preserte. En estado tácito la sentimos la remota infancia y tenga en olvido sus imáge evidencias, es decir, el hilo que une ordenanes inalcanzables y deseos insatisfechos, igno damente las cosas de que se componen las poseemos. Se la siente como a la luz, invisirará siempre las lejanas raíces que abrevan el apariencias, se rompe y las deja caer como ble en sí misma, pero actuando en las cosas del mundo que ella ilumina; se la posee cosentido de su actual conducta incomprensi sarta de perlas que se desbarata. Aunque almo la fe verdadera que sustentamos y que ble.
guras se recuperan, muchas se pierden al rose nos revela, aun a nosotros mismos, por la Hace pocos días celebraban los habitantes dar hacia los rincones oscuros. Pero si de este Continente el aniversario del descubri dificilísimo reconstituir un collar disperso, es jerarquía otorgada a las acciones humanas, miento de América. Invito a los que me es imposible restablecer su orden estricto.
por los deseos y esperanzas que enciende, por los hechos que nos hace nacer.
cuchan, si desean en verdad conocer el alcan En nuestro viaje imaginario, si logramos Entre las evider. cias de aquella época, ence de esta disertación, a una tarea sencilla al poseer el espíritu de los hombres de aquella tre los valores tácitos y por lo tanto fundaparecer, dificilísima en realidad. Los invito a época, será, pues, preciso, al mismo tiempo, mentales de fines de la Edad Media, tenía la un viaje imaginario, no a través del espacio conservar celosamente nuestras evidencias conpara llegar a una comarca determinada, sino temporáneas, para apreciar toda la magnitud estaba circundada, no sólo por lo ignoto, esvida la sensación de que la tierra conocida a través del tiempo, para revivir una época del cambio ocurrido. De otro modo, las nuetado pasivo que no ejerce siempre atracción extinta.
vas se nos presentarán como únicas y naturasuficiente, sino circundada por el misterio, He aquí ante nosotros la Europa a fines del les; tan absoluto y dominante es todo desperestado tanto más activo, cuanto más intensasiglo XV. Si la miramos desde el exterior, es tar.
como si la observáramos panorámicamente. La No olvidemos que, por diferentes que sean, mente se le vive.
Las fronteras del mundo entonces conociquietud de los grandes perfiles de sus mon en esencia todas las comarcas de la tierra se do, se degradaban como paisajes que se estañas, la sedante sensación de sus llanuras, parecen demasiado, y, por semejantes que se fuman al penetrar en la niebla. si la nielos trazos luminosos de sus ríos, todas las las estime, todas las épocas de la historia se bla, al mismo tiempo que limita lo percepticonstantes del paisaje terrestre, siempre pe diferencian profundamente.
queño ante la prodigiosa amplitud del cielo, Estemos alertas. La evidencia se caracterible, amplifica lo que oculta, imaginemos coera de inmensa la tierra que sustentaba a nuestros ascendientes europeos. Ella, como un cuento de Lord Dunsany, limitaba al Norte con los dominios del Gigante Bóreas, al Oriente con las deseadas Indias remotas, al Sur con el Viento del Desierto, y al Poniente con el antiguo y vasto Imperio de Nepturo, el mar sin término, el mar que hacía milenios sepultara a la Atlántida, y que habíase tornado más peligroso desde la muerte del Dios Marino. Cómo era de inmensa la tierra de entonces! Nada hace crecer tanto un dominio cualquiera, como saber y sentir que el tiene fronteras comunes con el misterio mismo.
Aun la parte entorces conocida de nuestro planeta era mayor que la misma extensión si la consideramos ahora. La tierra de antaño debía ser cruzada a pie o a caballo, labrada por las solas fuerzas del hombre y de los animales domésticos, los mares surca2. BRIKEN dos por barcos que impelía el viento, que comandaba el coraje y que guiaba el instinto. Cuadro de Israel Roa)
La brújula comenzaba apenas a ser conocida.
mo