ImperialismTotalitarism

REPERTORIO AMERICANO 327 Aquí mi amigo pronunció un nombre de mujer que co hace al caso.
El recuerdo fué como una rosa de la que nuestras manos arrancaron uno a uno sus pétalos.
Recuerdas.
Recuerdas.
Recuerdas.
tiguo viven en América o que recientemente La pregunta parece blasfematoria, pero nos hemos refugiado en ella, jamás colabo adviertase que en todos los países americararíamos en el criminal intento. Si se cons nos hay una corriente de opinión enamoratituyera un Consejo de Americanidad, pedi da de Franco, de su Falange, de sus proríamos puesto en él para luchar contra los gramas y de sus procedimientos. Quieren, imperialistas de Españ. No queremos Im pues, esos americanos volver a ser colonia?
perio. Ni regalado. Ni si quiera en países Quieren que la Falange traiga aquí su fuersalvajes. Habría de brindársenos y le repe za y sus métodos? En tal caso, la opinión leríamos con indignación, porque el Impe americana aparecería dividida y habría surrio es coacción de la libertad, desconocimien gido un problema de política interior en el to de los atributos del ser humano, apode cual los españoles no tendríamos derecho ramiento indebido de riquezas, opresión, hu a inmiscuirnos. Parece criminal que haya millación, tiranía. Pudo hacerse todo esto americanos que renieguen de la libertad de en los momentos en que se salía de la tinie su patria. Pero la verdad es ésta y no tiebla de la Edad Media. Al mediar el glo ne disimulo. La Flange quiere establecer XX un liberal, aun tratándose lo repito, de en América la unidad de poder. Si ellos salvajes, puede pensar en convencer, en ilus están con la Falange es que quieren, en efectrar, pero nunca en imperar por la fuerza. to, que el poder español vuelva a imperar esto digo en la hipótesis de un pueblo en estas tierras. No pretenderán el imposiselvático ¿qué diré de veinte naciones cultas, ble de admitir todo un programa, todo un laboriosas, en plenitud de vigor y de ilu sistema, toda una mecánica de gobierno, mesión? Estas naciones se emaniciparon de nos el punto concreto que a ellos les moCarlos y de Fernando VII. se pre leste. Sobre que el totalitarismo no admite tende ahora que se dejen acorralar por el esas distinciones. Hay que tomarlo o deyugo y las flechas de la Falange? Frente jarlo integramente. Fíjense bien los que aquí a eso estaremos los españoles que no hemos juegan al falangismo. Cuando vitorean a la perdido el seso. Con nuestra acción, con Falange están votando por ser esclavos.
nuestro dinero, con nuestra sangre Esto es cuanto se me ocurre. Estoy perPero aquí surge un problema de máxima suadido de mi razón. Lo que no sé es si la gravedad. Nosotros podremos y querremos he expuesto con la suficiente claridad.
hacer todo eso si América, en efecto, quiere defenderse de la tiranía. Pero ¿y si no ANGEL OSSORIO GALLARDO quiere?
00 Nuestro pensamiento fué escalonando la nueva vida de lo pasado; removió escombros y de ellos hizo el milagro de la remembranza; los dias corrieroa hacia atrás y el perfume de los tulipanes aromó nuevamente lo que se había perdido en el tiempo pero no en el corazón.
Toda una vida fué rehaciéndose; toda una vida se estructuró en un nuevo andamiaje, con pedazos que parecían dispersos.
Pero todo era endeble; todo falto de consistencia. Era toda una vida y sin embargo era nada. La ilusión; el dolor; el incompleto olvido; lo que fué y lo que no fué; lo que pasó y lo que quedó en anhelo, eran toda una vida y no eran ya nada.
Inútil afán de torcer un destino, de buscar un nuevo cruce en los caminos separados para siempre y perdidos en lo inasible.
El tiempo es siempre un intruso que arregla o termina las situaciones; era ya la hora de la partida y mi viejo amigo me acompañó hasta el muelle. Ya nuestras palabras no tenían objeto, se referían al empeño de la luna en regar su plata sobre las aguas de un mar tranquilo, a la incertidumbre del regreso, a cosas más allá de nosotros, intrascendentes, pequeñas.
Pronto el barco soltó sus amarras y con estudiada lentitud cruzó la bahía. bordo la musica sonaba con estrépito y todos sufrían apresuramiento de placer, como si más tarde no lo fueran a encontrar.
En la lejanía el faro nos daba los últimos adioses de la Patria; su luz intermitente parecía ser el pañuelo agitándose en la despedida. Después se perdió su luz y las estrellas se enseñorearon del cielo. sentí que allá, en la mesa del café, junto a los trastos vacíos, también inútil, quedaba una vida, toda una vida.
Toda una vida (En el Rep. Amer. con Mi primer cuidado al llegar al puerto fué el de conocer el barco en que iba a efectuar el viaje; antes que nada quería verlo un deseo extraño, como si ello me fuera a traer suerte, o tal vez para aquietar no confesados temores ante la travesía próxima.
En el muelle estaba sin movimiento, dejando que sacaran de sus profundas entrañas el cargamento que traía de otros mundos; los alijadores se movían con afán de hormigas y las grúas chirriaban como burlándose del trabajo humano, ejecutando el suyo sin esfuerzo, con la precisión de su estructura mecánica.
Un barco siempre despierta ideas de lejania, como si abriera los horizontes de nuestra mente; yo pensaba en nuevas ciudades que prenderían ávidamente a mis retinas ansiosas; pensaba en ese misterio augusto que encierra el mar; pensaba en ese adiós amargo e incul.
pablemente agorero que se da cada vez al hogar, a la Patria.
De mi abstracción me sacó un fuerte golpe al que se acompañó via expresión de gusto.
Frente a mi estaba un hombre; su sonrisa se me hacía familiar y el tono de su voz parecía entrar a lo más profundo de un recuerdo. No sé si por el brusco retorno de mis pensamientos que se habían adentrado en el mar, o por la vuelta a su pasado remoto, tardé largos minutos en darme cuenta de que tenía frente a mí a un amigo, a un entrañable amigo de cuya ruta perdida en Francia, en España, que sé yo donde, no había tenido más noticias. Nuestros brazos se cerraron en un fuerte abrazo y el silencio del primer momento fué la mejor voz de nuestra emoción.
Los días, los años; muchos días y muchos años habían corrido. Nosotros éramos los mismos y sin embargo parecíamos otros. Nuestras vidas habían conocido penas y alegrías; el tiempo había corrido unas veces tardo y ctras ligero. todo ello podríamos concretarlo en unas cuantas palabras, resumirlo en una conversación. Que pequeñas eran nuestras vidas!
Para hablar con mayor comodidad habiamos decidido instalarnos en un café; por las calles discurrían mujeres con vaporosas ropes de verano que se pegaban a sus cuerpos ardientes; los marineros en tierra daban la impresión de niños grandes que estaba aprendiendo a andar. El bullicio era grande pero daba una sensación de vacío a nuestras palabras.
Nuestro mundo era otro mundo.
CELESTINO HERRERA FRIMONT Legación de México. San José, Costa Rica, octubre de 1941.
se La modestia en la mujer RC S: Las nobles cualidades de este sexo, en que, como he notado ya, nunca se ha de echar de menos lo bello, en nada se manifiestan más clara y seguramente que en la modestia, una especie de noble sencillez e ingenuidad recubriendo notables condiciones. De ella brota una tranquila afectuosidad hacia los demás, unida al mismo tiempo a una cierta noble confianza en sí mismo y una razonable estimación propia, que siempre se encuentra un carácter elevado. Esta mezcla, realzada al mismo tiempo por los encantos y por el respeto que infunde, pone en seguridad todas las otras brillantes cualidades contra la malicia de la censura o de la burla. Las personas de este carácter tienen también corazón para la amistad, que en la mujer nunca podrá estimarse lo suficiente, por ser tan rara y porque al mismo tiempo resulta tan deliciosa.
usted necesita un libro que no tengamos se lo pediremos inmediatamente. Estamos en conexión direc ta con los mejores distribuidores y editoriales del mundo en IBRERIA EMMANN SAN JOSE COSTA RICA (Kant, Lo bello y lo sublime Calpe. Madrid. 1919. 리리리리리리리