68 REPERTORIO AMERICANO ives, le llena otra vez el vaso. Lo que debía ocurrir, ocurrió, Manuel, ebrio y amoroso, se levanta y la coge en los brazos.
Sin embargo, del lado opuesto del rancho, una mujer sentada a la par de Rafael calcula por igual la dosis de guaro y de caricias de su cuerpo tibio. Vas a aguantar esa provocación? los dos hombres han saltado el uno sobre el otro, sin ver que las mujeres se han sonreído.
Los puñetazos no han bastado esta vez, Los albores quiebran. Al viejo se le recuerda su promesa. El viejo se inclina y les entrega los cuchillos. Rafael entonces se acerca a su madre que solloza, se arrodilla y le da su pañuelo de seda roja. Manuel, también, se ha quitado su pañuelo. Cristina le encarga que vaya a llevárselo a su madre que vive en un rancho distante.
Nadie trata más de reconciliarlos. El padre Aguilar ha abrazado a su hijo como lo hacía cuando Rafael se iba a la costa, y los dos muchachos se han ido a paso igual a la selva virgen. Al sol naciente, véseles atravesar la primera fila de árboles del bosque y desaparecer luego. De ellos, uno solo regresará. Las mujeres se aprietan friolentas y rezan.
La noche viene a dejarse caer en el rancho de la madre de Manuel. En un rincón, un montón de andrajos accygojados que se mueven coinvulsivamente con los sobresaltos y que bien puede ser una vieja que llora. En u banco, Cristina que fuma. De pronto una sombra se ha dibujado en el marco de la puerta. La madre ha proferido el grito sordo de la bestia que vuelve a hallar su crío. Es él. él! el sobreviniente ha entrado. Pedazos de carne cuelgan de la mejilla, sobre los dientes un labio se en treabre, una de las narices falta, tronchada de cuajo por el cuchillo. Para detener la sangre, el herido se ha repellado las heridas con tierra húmeda. Cristina, desmayada en sus brazos, ha murmurado: Manuel Manuel, qué hermoso estás y en la máscara atroz, su boca bebe la sangre del hombre que mató.
El porón no se eyo más que en los casos gra ración de bananos verdes, que sazono con dos ves y cuando un rancho pide auxilios. El lla o tres puños de sal, pero apenas si los prueba.
mado venía del sur, en donde una culebra ha Estoy perplejo. En los diversos oficios que más bía mordido a un hombre.
o menos he desempeñado no está el de veteriSentados en el corredor, hablábamos de las nario. Es una laguna que habría que llenar si culebras y pensaba en la mole de la Cangreja. alguna vez vuelvo a vivir en la civilización.
La Cangreja es una montaña siniestra que do Aplico un poco los remedios de que he oído mina mi finca. La forma de la cumbre rocosa hablar al indio. Hago que el animal trague borecuerda vagamente el dibujo de un cangrejo tellas café, tragos de guaro o también frijoles gigantesco; de ahí su nombre. Al pie de esta negros molidos y mezclados con salsol. Ante cumbre pelada, se extiende el bosque. Al ano los malos resultados, me confío a la naturaleza checer, a veces parece que esta colosal silueta que a veces por sí sola arregla las cosas. tiembla y los indios vuelven la cabeza. veces, además, viviendo con los indios se vuelve uno parece que de su seno saliera un retumbo c011 fatalista.
fuso. El único hombre del lugar que se ha atre Pero Socorro, que ha seguido mis esfuerzos vido a trepar en ella he sido yo. Se me predi. y tanteos con incredulidad burlona, Socorro ha jo que no regresaría. He vuelto, pero sin ven llamado a Ramón el curandero. Socorro bien taja. La Cangreja no me ha revelado sus se sabe que también su padre cura, pero no tiene cretos.
mucha confianza en su ciencia. Nadie es pro Ah! me confiesa Luis Morales, mi abuela, feta en su país ni médico en su familia.
ella, conocía la Cangreja. Era su amiga. Re Ramón ha venido. Ha trazado círculos alre.
cuerdo que de muy chico y cuando esta región dedor del animal enfermo. Ha sacado del cuerno era pública, recuerdo haber venido con por los espíritus malos y se ha ido a buscar a los parajes de la Cangreja. Le dimos vuelta yerbas al bosque. Ha hecho un bebedizo sabio para coger el sendero que conducía al Pacífico que la vaca se ha tragado bien que mal. Ha heen dos días de camino. Pues bien! cuando es cho algunos ademanes y pronunciado algunas tábamos frente a la montaña, mi abuela me de palabras.
cía: Quédese aquí, no se mueva, si no la Can Al otro día la hallé muerta en el potrero. Ragreja retumbará y le echa uno de sus brazos món llegaba justamente a proseguir su tratade piedra. se alejaba de los flancos desier miento. Cuando lo supo, sonrió: Mucho tiemtos de la montaña. Clavado como una estaca, po estuvo en sus manos.
yo esperaba. Una hora más tarde veía reapa Sin embargo, en compensación, al amanecer recer a mi abuela cargada de plátanos madu he visto a la madre de la vaca muerta encamiTOS y un guacal de leche. Vea lo que me ha narse hacia el rancho con un ternerito que hadado la Cangreja. sonreía ella. comíamos, bía parido en la maleza. Caminaba a paso lento con los ojos fijos en la enorme amenaza de las y se detenía de vez en cuando para juntarse rocas.
icon la cría de patas vacilantes. El ternerito se 22 acercaba circunspecto, se tambaleaba al pasarle la lengua maternal y la marcha se emprenSocorro sabía de cuando en cuando sorpren dia de nuevo.
derme con un asado de tepezcuintle, uno de los Hallé el sitio en que nació mi pequeño huésmejores asados que se puede comer in the ped. Las yerbas altas y los arbustos débile9 world. Caza ella el animal a la manera de los han sido aplastados, prensados, transformados indios. Cuando ha descubierto una madriguera, en larga cama solitaria.
obstruye la entrada con ramas secas y coloca Los perros, que allí me han conducido, se un perro a la salida. Luego, con el cuchillo, pelean la placenta.
excava muy de prisa en el pasaje de la galería, y así logra arrinconar el animal en un extremo, planta un garrote en el último hueco para cor medio día Socorro se ha ido a llevarle pi.
tarle la retirada, y cavando una vez más por ñas a la madre. Cristina ha llegado al rancho.
encima de la bestia inmóvil, la mata de un maComo de costumbre, ha encendido un cigarro chetazo. El tepezcuintle es un bocado copioso y se ha puesto a examinar cómo estamos insdel tamaño de un chanchito y que muerde crueltalados. No deja de hacerlo siempre que viene mente a los perros incautos. Abunda aquí más y cada vez que sale, algo falta en el rancho.
que la liebre en los bosques de Europa.
Lo codicia todo. Una caja de lata, un botón de Un asado de tepezcuintle, una ensalada de nagar, un retazo de seda, un viejo par de zasúrtuba, unas flores de itavo fritas y una yuca patos. Alza los ojos suplicantes: Me lo das, en dulce, eso vale tanto, después de todo, co no es cierto. mo un cocido de buey o un ernero.
La sigo con los ojos o más bien me fijo en ciertas partes precisas del corpiño o de la ena23 gua. Se siente, bajo la tela leve, la carne desnuda. Como tratara de coger un cofrecito situado Hace tiempo que mi vaca más nueva está en un aparato muy alto, se ha puesto de puntitriste y no rumia. Enflaquece, se queda inmollas y el esfuerzo de los brazos alzados ha hewil cerca del rancho y no busca la comida cocho romperse en seguida bajo la axila el crespón mo las otras. Diez veces al día, debo quitarla viejo del corpiño. Pronto y como llevada por un del sol adonde se echa como lo hacen los animāles enfermos. Por las tardes, le sirvo una reflejo, mi mano se ha aprovechado del suficiente rasgón para coger uno de los senos listo a salirse. Ella, ella se ha vuelto hacia mí para buscarme. Se alza llama violenta y me quema a lo largo del cuerpo, quito lo que resta del corpiño y enaguas, brutalmente acuesto sobre las cobijas de Socorro esta presa nerviosa y flexible, la machaco, es bella y desnuda como una vir.
gen de los trópicos e impúdica como una virgen de Paris. La maltrato voluptuosamente, ella ondula debajo de mí y me muerde cerrados los ojos. La he poseído y ahora la acaricio con dulzura, lame en mi cuello las gotas de sangre que brotan de sus mordeduras.
Es necesario que se vaya, pero no llego a apartar mis manos de sus caderas llenas y de su garganta. En fin la visto con ropa de 24 21 Decir yo que los indios son muy perezosos talvez sería un embuste, pero decir que son muy trabajadores seguramente sería exagerar.
No hay pueblo que acumule en el calendario tantas fiestas. No pasa semana que no tenga dos por lo menos y suele haber cuatro. Todas las fiestas exigen el descanso completo de los hombres. Para las mujeres es otra cosa, las mujeres no lo necesitan y se fastidiarían si se quedaran inactivas, e no es cierto?
Yo casi no respeto todas las fiestas, pero sin embargo, cuando un vecino viene a verme, esos días, fácilmente me dejo coger por su indolencia.
Esta mañana vino a verme Luis Morales, cuyo bananal colinda con mi cafetal. Yo acababa de oír tocar el porón, caracol grande del que sacan los indios un sonid, potente y largo que repercute en todos los valles de los contornos.
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