Joaquín García Monge

382 REPERTORIO AMERICANO Wash. de octubre de 1940.
1940 (En el Rep. Amer. Para Concha Romero James Estimado Director: Le incluyo, para su posible publicación en Repertorio, una primicia literaria: un recio poema de Agustín Bartra, a quien usted probablemente conoce ya.
Se trata de un e ritor catalán refugiado en la República ominicana. Escribe en catalán y en espaniol. Su notable libro de versos El árbol de fuego (Colección Raiz y Estrella, Ciudad Trujillo, 1940)
es una traducción española hecha por el mismo autor, del original catalán. Dicho libro contiene poemas inolvidables: Rapsodias a un soldado muerto, Los sacrificados, Voz en la noche. De lo mejor inspirado por la tragedia de España. El poema inédito 1940 llegó a esta Oficina, remitido por su autor. Estimo que el poeta (quien, dicho sea de paso, carece de relaciones literarias en el Nuevo Mundo) se sentirá sumamente halagado si el Repertorio lo acoge en su seno.
Reciba el cordial saludo de su af mo.
amigo, FRANCISCO AGUILERA Oficina de Cooperación Intelectual El hombre ya está cansado de no poder dialogar con los insectos y de que se le diga que hay cosas más importantes en el mundo que la mujer, las semillas y el martillo.
Entre su pequeño corazón y la vida siempre hay un muro de bueyes dormidos, tan alto, que ni el caracol ni la yedra se atreven.
Entre sus manos de carbón forjado y la tibia lana de las ovejas se extiende un cementerio de nubes y pájaros sin cruces de lluvia.
Ya está cansado el hombre de no poder recordar sus sueños, de estremecerse cuando oye que los perros ladran al crepúsculo, de pensar que en el aire hieden demasiadas razas de generales, Ne ver que los verdugos se pasean con un corazón de naipe pegado en cada mejilla y de saber que cada flor que nacerá hasta dentro de mil años liene ya destinada su cadena.
Ya no puede contemplar las estrellas, tanto su mirada está acostumbrada a yacer, Ya no puede besar los árboles, tanto su boca está cosida.
Ya no puede gritar por las orillas de los grandes rios, tanto su voz está dividida en pequeñas súplicas.
St. don Joaquín García Monge Correos, Letra San José, Costa Rica, En los grandes puertos de aceite manso su alma llora, solitaria, por las largas avenidas aéreas de los mástiles, donde el viento rompe sus violines de cristal, donde palomas degolladas llueven amapolas, donde las canciones de los grumetes se acurrucan en chozas amarillas.
La maestra de Pereira (De El Tiempo, Bogotá, 21 IV 40)
Cada hijo de hombre y mujer lleva marcado el lugar exacto donde la muerte abrirá sus labios de violeta, y le tienen preparada una medida de cal para su tumba infinitamente colectiva, lejos de la rama de olivo y de las fuentes, lejos de los cirios y de las campanas.
Hay luto en las recientes flores de los almendros, en la túnica de la paz las esperas van poniendo sus huevos negros, la sangre, maniatada, es conducida a los viejos molinos.
Pero aún hay quien interroga sobre los trigos, aún hay muchachas que muerden ramos de lilas, aún es posible trenzar los relámpagos y ordeñar agua de los cielos. Es preciso organizar el hambre, es preciso organizar el hambre, es preciso organizar el hambre.
repiten los yunques y las ventanas apagadas a la sombra de los enormes silencios de las catedrales.
Difícilmente podría encontrarse una calificación bastante expresiva para exaltar el caso de la maestra rural de Pereira que ha construido diez escuelas con su propio sueldo, según da cuenta una información de la prensa de ayer, de la cual no puede dudarse.
No por aislado y único deja de tener este caso un hondo y entrañable significado como sintoma de la mistica cultural que se está originando en el país bajo el actual gobierno; porque para que se produzca un caso ejemplar como el de la maestra de Pereira, que llega a la cima más clara y alta de la abnegación patriótica, se requiere la existencia de un clima espiritual, intenso y fervoroso, que estimule y propicie el cumplimiento de hechos como éste, ante el cual el más efusivo elogio parece inexpresivo y pálido. Podrían ahora las clases sociales económicamente más fuertes negar su contribución a la campaña desanalfabetizante del gobierno, en presencia del ejemplo dado por una modesta institutora rural? Sin proponerse otra cosa que la de realizar un sublime dictado de su espíritu, lejos de todo cálculo y de todo propósito interesado, la maestra de Pereira ha verificado una acción de repercusiones históricas en el país. El amor a la cultura ha llegado en ella a un grado verdaderamente místico, que nosotros anhelamos ver generalizado en la república; porque si hay una obra que requiera algo más que la acción oficial, una intima e intensa cooperación de todas las fuerzas nacionales con las del gobierno, es la obra profundamente espiritual y humana de llevar a todos los colombianos la luz del alfabeto, sin la cual no habrá civilización completa en el país.
La maestra rural de Pereira debe ser en adelante el ejemplo y el símbolo de la maestra colombiana.
se Es la hora de escoger camino, es la hora de escoger camino, es la hora de escoger camino. el de las mariposas o el de los monstruosinsisten las espadas, las virgenes y los laureles. sienten aludidos los que tienen las anchas espaldas encorvadas, los que conocen la sabiduría del hacha y del arado, los maestros de la piedra, del acero y del cemento, todos los que agitan sus racimos de sudore y tienen sonido de flor en su llanto. callan, sintiendo que se van olvidando las cosas más familiares.
Son como una fuga de nieblas hacia las espigas.
Sus pies de fuego descalzo buscan los más escondidos rocios, sus venas de hielo son redes para pescar lavas.
Quisieran enterrar la enorme campaña de su alma en el lodo de las estrellas y ponerse a cantar entre madreselvas.
Pero regresan, se levantan de nuevo a su dolor inmóvil y sobre los hombros de la última noche velan por la inocencia fecunda de la tierra, oran por el ángel de las migajas y sollozan sobre el dios de los panales y de los peces.
AGUSTÍN BARTRA Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica