REPERTORIO AMERICANO 301 da a destiempo, acelerada por la humana furia que implica la definición brutalmente marchito.
Para el General Franco inventa un décimo recinto. Encuentra insuficientes la llama sin ceniza, la sed salina del infierno. Todos los círculos del dolor palidecen ante el que merece sufrir un tormento nuevo, adecuado al infierno encendido por él en la tierra.
Neruda rechaza el fuego, el vinagre calieny se detiene buscando una definición del Gencral, que lo oriente en el trance de situarlo en cabal dimensión. La invectiva asciende sin que el poeta eccuentre una cifra única. la deja pendiente de una interrogación. Quién, quién eres, oh miserable hoja de sal, oh perro de la tierra, oh maldecida palidez de sombra?
Se le ocurre al fin la Franconia de este infierno, que sobrepasa en agonías a la Antenora dantesca: Inmortalidad en cuerpo y alma, persecución sólo por lo humano. Soledad ab.
soluta. Vigilia eterna. Las sombras de todas sus víctimas, las mujeres ametralladas, los niños descuartizados, la reunión incomensurable de manos muertas y ojos podridos, rodeándole. La maldición final sintetiza esta condena espantable: das llevan impulso ascensional en su órbita de vida. El botón, el pecho del hombre, la flor.
En este último simil flor que sube del hueso destruido Neruda alude al renacer perpetuo de las esencias materiales, idea que contrapone a la de su aparcate morir en muchos pasajes de sus poemas. Escoge como cifra del hombre el párpado, cortina que se alza para ver lo sensible y se baja en las horas en que vemos con ojos internos los caminos del sueño. De los edificios, menciona las columnas, por su verticalidad más acusada. sintetiza el total movimiento ascendente en la palabra escalas. Utensilios heridos, telas nocturnas, espuma sucia, orines justamente vertidos, mejillas, vidrio, lana, alcanfor, circulos de hilo y cuero, todo, todo por una rueda vuelto al polvo, al desorganizado sueño de los metales, todo el perfume, todo lo fascinado, todo reunido en nada, todo caido para no nacer nunca. Oh profundas materias agregadas y puras: cuánto hasta ser (campanas!
cuánto hasta ser relojes! Aluminio de azules proporciones, cemento pegado al sueño de los seres!
La adjetivación poética utensilios heridos, telas nocturnas se interrumpe en la enumeración siguiente donde la espuma sucia, el vidrio, la lana, el alcanfor, el cuero, las mejiHas, se mezclan para ser molidos en polvo por una rueda invisible. Es éste otro ejemplo de movimiento circular completando el de caída de una imagen que en el arte nerudiano nos es muy conocida. Todo sueña ahora desorganizadamente, como los metales. Todo, hasta lo más espiritual: el perfume, la ilusión, cai.
do para no nacer nunca como antes fué, en la forma destruida.
Solo y maldito seas solo y despierto seas entre todos los muertos y que la sangre caiga en ti como la lluvia, y que un agonizante río de ojos cortados te resbale y recorra mirándote sin término. 5)
Las materias, profundas en sus transformaciones se han purificado al agregarse. El poeta piensa en el largo transcurso temporal que pasará antes de que vuelvan a ser campanas o relojes. Podría pensarse aqui en campanas y relojes reales, perdidos y rotos, entre ruinas.
Mas los dos puntos aclaratosios que preceden la alusión me inclina a creer que estas campanas están aquí como en los libros anteriores, en función de símbolo, en ese caso, de júbilo, de exaltación vital. Relojes, no obstante, tiene a mi ver sentido directo, es alusión a una de las formas de delicado mecanismo, cuya reconstrucción está más lejana.
Podría comentarse ya la química poética de Neruda, que se desdobla de su frecuente síinbolo metales. El aluminio de azules proporciones. el cemento pegado al sueño de los senos son elementos inconfundibles en ruinas de hoy. Los seres dormidos por la muerte sueñan ahora adheridos a las materias rotas. Sed celeste, palomas con untura de harina: épocas de polen y racimo, ved cómo la madera se destroza hasta llegar al luto: no hay raices para el hombre: todo descansa apenas sobre un temblor de lluvia.
Canto sobre unas ruinas Los primeros tres versos evocan las épocas de paz cuando los bellos sueños sed celeste visitan al hombre; cuando la abundancia consecuente del trabajo imperturbado se simboliza en palomas con cintura de harina. épocas de germen y fruto, de polen y racimo. Sigue el contraste desolador de las ruinas: la madera que se destroza hasta llegar al luto, la inseguridad, el desequilibrio del hombre sin raíces y de las cosas amenazadas.
Al frente de España en el Corazón Neruda dice que el libro forma parte del tercer volumn de Residencia en la tierra abarcador de un ciclo poético comprendido entre 1935 y 1938.
Si lineas ya definidas en los volúmenes anteriores no assiguran la continuidad de esencias inexcusables en toda fuerte personalidad artistica, el Canto sobre unas ruinas (6) serviría de eslabón firme entre aquellos volúmenes y éste.
En este canto reaparece el tema más frecuente de Residencia en la tierra: la destrucción de lo material, su vuelta al polvo, al desorganizado sueño de los metales revestido de algunos de sus símbolos más importantes, del movimiento de caída circular que señalé anteriormente.
Con escasos desvíos, Neruda se mantiene dentro la silva clásica en que Rodrigo Caro ivertió su canción las ruinas de Itálica. La sombra del poeta español se empina detrás de estos versos que la atraen con sus primeras notas simpáticas y la detienen después en la tarea de descifrar su difícil contrapunto: El polvo se congrega, la goma, el lodo, los objetos crecen y las paredes se levantan como parras de obscura piel humana.
Los dos primeros versos de este pasaje registran el desmenuzamiento material, el trabajo ds molino invisible descrito ya en poemas como El desenterrado y La calle destruida.
Humaniza después las paredes encubridoras de la humana intimidad, como parras de obscura piel humana. La rara asociación con parras nos lleva a las vides ya comentadas como lejana reminiscencia de sus visiones chilenas. Ved como se ha podrido la guitarra en la boca de la fragante novia: ved como las palabras que tanto (construyeron ahora son exterminio: mirad sobre la cal (y entre el mármol deshecho la huella ya con musgo del sollozo. Esto que fue creado y dominado, esto que fue humedecido, usado, visto, yace pobre pañuelo entre las olas de tierra y negro azufre. Alli dentro en blanco, en cobre, en fuego, en abandono, los papeles crecían, el llanto abominable, las prescripciones llevadas en la noche a la farmacia mientras alguien con fiebre, la seca sien mental, la puerta que el hombre ha construido para no abrir jamás.
La imagen de la guitarra asociada siempre por Neruda a la poesía, puede ser aquí visión material o creación imaginaria. En la segunda posibilidad guitarra es la poesia de las palabras amorosas cortadas por la muerte. Los dos versos finales sellan el poema con un hallazgo de insospechada belleza. Sobre la cal y entre el mármol deshecho. el poeta ha visto con ojos extrahumanos la huella ya con musgos del sollozo. es que en el acabamiento final de todo, los musgos se apresuran también a borrar las señales dolorosas.
Neruda ve las ruinas sumergidas en un mar de olas de tierra y azufre y da al azufre un color inusitado: el negro, color que unido al rojo del fuego y la sangre, predomina en este libro. Como el botón o el pecho Se levantan al cielo, como la flor que crece desde el hueco destruido, así las formas del mundo aparecieron. Oh párpados, oh columnas, oh escalas.
Se evocan aqui as formas enteras, intocadas aún por el furor de la guerra. Las formas to(
Detrás de esas paredes corrió la vida cotidiana, el amontonamiento de papeles en blanco, en cobre, en fuego, en abandono resumidores de la acción heterogénea de los habitantes; la enfermedad y el inscmnio seca sien mental que nos lleva a la puerta interrogante que no se abre jamás.
Elegia y epinicio Una novedad de este libro es la mezcla de la elegía y el canto épico a veces en un mismo poema. Así en Canto a las madres de los milicianos muertos, Madrid. 1937) y la Oda solar al Ejército del pueblo. Lo épico había estado ausente en la poesia nerudiana, es una nota insólita en este poeta atento a su intimidad prendida en raíces cósmicas.
La invectiva terrible en Madrid (1937. 7)
va seguida de un himno triunfal: Todo ha ido y caído brutalmente marchito. 5) Franco en los infiernos. En España en el Corazón Ed. cit. págs. 29 31. 6) Ibid, págs. 31 33.
Estos versos son el eje del poema. La idea de caida, que como también he demostrado, encabeza los movimientos de esta poesía, tiene aqui ajustada representación. Pero es una caí(7) Ibid, págs. 38 40. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica