Joaquín Gutiérrez

44 REPERTORIO AMERICANO Este: SALIDAS Siguen velándose Lucero celeste del remanso verde, se lleva los ecos de voces durmientes.
Oeste: El viento florece al roce del monte, rebaños de rosas de ensueños pastores. Quién clava en el toro banderilla y dardo?
Torerillo grácil de acero y de nardo.
Un quijote falso sobre su caballo.
Toro, torillo, torito bravo.
Revuelo de anillos vuelan sus costados, El cielo en la arena abre el sol de marzo.
Panderetas suenan todos los aplausos.
Toro, torillo, torito bravo, cógeme torillo, torito guaco.
Un resto del sentido de castidad dicto el anónimo a las mujeres aún en el siglo diecinueve. Currer Bell, George Elliot, George Sand, víctimas todas de discordia interior como sus escritos lo prueban, quisieron ineficazmente velarse. bajo un nombre viril. Así riadieron homenaje a la convención, tan abundantemente fomentada por el otro sexo (la gloria principal de una mujer es que no hablen de ella, dijo Pericles, hombre de quien todos hablaban. de que la publicidad en las mujeres es detestable. Tienen la anonimia en la sangre. Todavía las domina el deseo de estar veladas. De Virginia Woolf, en en Un cuarto propio. Ediciones Sur. Buenos Aires, 1936. Cantar del vaquero El río corta el camino.
Ya no hay puente que pasar, al otro lado del río mi ganado y el pinar.
Ya no hay puente que pasar, ni barquero que me lleve a la otra orilla a cantar.
Caballito de banda a banda. 5 Mar, tierra y cielo Caracol, corazón Caballito de banda a banda, que sí come, si bebe y anda: se va por el prado de verde esperanza camino de la montaña.
Yo le quiero al caballito aún sin montura y sin jáquima, para cabalgar por cerros y coger las lunas blancas.
del agua rumora, los cantares del mar.
Grillito, corazón de la hierba rumora, los cantares de la tierra.
Lucero, corazón del viento rumora.
los cantares del cielo. Voltore, abogado Voltore. Pero dime, Mosca. Estás seguro de que soy su heredero?
Mosca. Como de que el no vive cien años.
Voltore. No lo quiera Dios. Con tantos achaquesl. Pero ¿heredero único?
Mosca. Lo dispuso esta mañana. Toda vía estará caliente la cera y húmeda la tinta del testamento.
Voltore. Qué felicidad. De dónde me viene esta buena suerte, Mosca?
Mosca De vuestros méritos, señor Voltore. Muchas veces le he oído decir a mi amo cuánto admira en los hombres de vuestra profesión que puedan hablar en todas las causas y de las cosas más opuestas, hasta quedarse roncos, y siempre conforme a la ley: hacer nudos y deshacerlos; dar consejos de doble filo; tomar el oro tentador en cada mano al mismo tiempo que las levantan como para rechazarlo. Como una bendición considera mi amo tener por heredero un espíritu tan sufrido, tan sabio, tan grave, tan perplejo de lengua y al mismo tiempo tan elocuente, que no mueve un dedo, ni tampoco se está quieto, sin presentar la minuta; que cada palabra que deja caer es un du cado. De Ben Jonson en Volpone o El Zorro. Éditorial España. Madrid. 1929. Caballito de banda a banda, que no come, no bebe ni anda: está inmóvil y girando en la rueda de la plaza, bajo el cielo de la carpa.
Yo le quiero al caballito al mecer en subibaja, la carroza con las niñas que le cantan a doña Ana. Corrida Toro, torillo torito bravo, cógeme torillo.
torito guaco.
LUIS MORALES A, 3 Campestre La candela Campestre soledad, te añoro y quiero verte en la tarde, cuando en las orillas del frescor de la acequia, maravillas con tu aliento aromado a limonero.
Que se huoda la luz, tras el otero y en el boscaje próximo, sencillas, tricen la oscuridad las candelillas, con fugitivo resplandor ligero.
Sentir la oscuridad como conturba, ante los provocantes azulejos, que el temor acrisola en los barrancos y deshacer el nudo de una curva, adivinar, crujientes, a lo lejos, las medias lunas de los cachos blancos la candela de sebo, como el alma de una monja en el rincón de los rezos.
Las sombras de las esquinas si la ven, salen huyendo.
Cuando en las noches lluviosas la abuela cuenta sus cuentos, le van cayendo en el libro los goterones de sebo.
La apaga un chiflón colado por el portón entreabierto. 2 La teja Acuarelas II Infla sus pitos con vino el poró, se alza la higuera yerma, en mitad del camino y retoza su cadera bajo la falda de lino, como luna madruguera.
IV Se eleva de la colina la verde columna de humo de un ciprés, en la neblina y en un espléndido alarde, tiñe la mora su zumo en el vitral de la tarde.
Autolegislación moral Mientras los averroístas suponían que la «perte racionals del alma vuelve al alma universal después de la muerte, y en este sentido es inmortal, enseñaban los alejandristas que el alma, como principio vital del cuerpo, nace y perece con él.
Pietro Pomponazzi (t 1524. cabeza espiritual de los alejandristas, sustituye la fe en la inmortalidad del individuo por la idea del ilimitado progreso de la humanidad. Una sanción ultraterrena no es necesaria para dar la fuerza obligatoria a la ley moral, pues ésta no ha de considerarse como un mandamiento extraño, impuesto a nosotros de tuera, sino como una exigencia de nuestro propio ser.
El pensamiento de la «autonomía. o sea de la autolegislación moral. que luego en Kant constituye el fundamento de la moderna ética, está ya en él claramente expresado. Ciertamente, sigue pensando que la doctrina eclesiástica de la inmortalidad es buena para mantener a la plebe en continencia. Para el teólogo puede ser «verdadero lo que para el filósofo no lo es. Augusto Messer, La Filosofia Moderna. Revista de Occidente. Madrid. 1927. la teja colorada, con su peluca de musgo y su manojo de guarias.
En la casita de azul pone una gorra ondulada y con cascos de botellas hace equilibrio en la tapia.
Suple la pata al fogón y recoge el chorro de agua.
JOAQUÍN GUTIÉRREZ NOTA. Joaquín Gutiérrez se encuentra temporalmente, en Santiago de Chile; pero enviamos sus versos con la debida autorización.
En ella el gato merienda y tiene paja la vaca. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica