REPERTORIO AMERICANO 303 Dos poemas (Para el Rep. Amer. Valparaiso, Chile, julio de 1940. ASAMBLEA NOCTURNA En mi nocturna torre de nelumbos habita un asno de ceniza parda.
Escucho un árbol sin temor alguno, pero un pelicano amarillo ronda y aún no puede perforar el muro.
y en medio de la noche cree uno oir un fuego de sombrias alas que cruza y cae sin trizar el muro.
Con mi ánima encendida en débil llanto vivo en un valle de alas en que dudo y un cuervo ciego sin cesar navega por un antiguo y encendido turno de hostil amauta que sus ojos cubre. hay un perfil de soledad umbrosa que anula al viento con su paso obscuro.
Nauta y amauta en un origen pienso, pero una caña de ceniza curvo y un naufragio morado me circunda. dónde vamos sin llorar seguro?
Su amanecido periscopio un litio hunde en mi valle de pensar nocturno.
Pero el pelicano que dócil ronda aún no puede perforar el muro.
Paisaje (Por Jorge Caballero)
Inicia el llanto su sigilo sumo junto al espejo del nenúfar negro II RECINTO DE LA TORTUGA MARINA Pido la llama glauca que incendia a las encinas y la campana verde que vacian los océanos.
Pues ya ubiqué de niño a la tortuga marina y al gnomo del rocio con su tambor de gotas.
Ahora, os digo friamente: El flamboyán es el árbol de la llama y a veces crece en la palma de la mano.
Casi a babor del agua, en el umbral de un lirio se me incendiaron los ojos.
Desde entonces poseo mi tam tam para océanos y un pájaro litúrgico en seis llamas azules. un barco de papel, como una oblea anuda a veces a mi lengua. Pero sé que una lágrima, como una lupa agranda, casi toda mi infancia.
Por eso, ahora, os digo friamente: La tortuga marina mide aún los océanos, pero a veces navega al sur de nuestros ojos. pido para mi ánima un navío de hilos en la cancha flotante que conjugan las redes para el tennis del ángel, la luna el pez.
Frios de luces verdes, en un fuego graduado perecen los cipreses.
Primero es un círculo verde, luego es un círculo negro, luego son una lágrima de madera, o finales amapolas o jadeantes torcazas de una ceniza herida.
Por eso, cada día os digo: cada día presiento que llegada la muerte en el talle del nenúfar cabrá el de la tortuga.
ANTONIO DE UNDURRAGA Amor, alba, ocaso (Para Rep. Amer. Ella dijo. Para mí, el alba del amor ha sido siempre como un nuevo descubrimiento del mundo. Cuotidianamente vivo en un plano liso, gris, sin relieve. De improviso, ese plano deja de serlo. Adquiere dimensiones, volumen, anfructuosidades, colores y horizontes maravillosos. Se me transfigura y yo en él. La apatía, la incapacidad de crear, la modorra de la imaginación desaparecen. Vivo. Late en mí la potencia creadora de mundos. me siento tan plena, tan jigantesca, tan eterna como la especie misma. Las puertas herméticas del sub consciente se entreabren menos siempre que lo que yo quisiera y me dejan vislumbrar un pasado milenario en que fué reina, sacerdotisa, madre, María y Astarté. todas las formas de la feminidad, desde las más puras hasta las más sombrías. Andando por los minutos de hoy, siento que la cauda de mi vida barre aún los siglos pretéritos y que llevo luz en mi frente para perfo.
rar el arcano de todos los venideros. Con orgullo satánico gritaría a Dios: me rebelo ante Ti que amasaste mi cuerpo con lodo infecundo. Fecundará mi obra a las generaciones de todos los siglos.
Claro que comprendo que mi poder no alcanza! Lo sé con la inteligencia.
Mi instinto desdeña ese saber. Me ciega.
Me hace olvidar mis limitaciones y me enseñorea sobre cielo y tierra! Amo!
Guardó silencio unos instantes y luego murmuró. Para mí, la tarde del amor tiene la melancolía del no ser. Es más que la muerte, porque en ésta hay la vislumbre de un renacer en el paraíso. yo sé que el amor no retorna. Se me encogen la vida y el horizonte, porque dejan de tener significado. Me reduzco al pequeño montón de huesos endebles y de carne corruptible que es mi cuerpo. No sé para qué ni por qué vivo. Ni me habla el pasado ni me inspira el porvenir. Rama estéril, desgajada del tronco de la especie, eso me siento. Rama inútil destinada a deshacerse en el viento. Rama en que nunca cantarán los nidos ni a cuya sombra jugarán los niñosl.
Cerró la noche y su voz se perdió entre las sombras.
AMANDA LABARCA Santiago de Chile, diciembre de 1929.
FONDO de CULTURA ECONOMICA AV. MADERO, 32 MEXICO, Ya se han publicado cinco volúmenes de la Serie de los Inmortales: Cuvillier: PROUDOHN Armand y Maublanc: FOURIER Luppol y Luc: DIDEROT, vols.
Lefebvre: NIETZSCHE 11 Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica