REPERTORIO AMERICANO 23 rror, gocios. Pensamiento y acción se repelen como las electricidades del mismo nombre. Pero, si dos cosas se repelen aun siendo del mismo nombre, es que en las profundidades del ser tienen signos contrarios. Tal Sucede también entre religión y moral. Por eso en el tecnicismo filosófico de rigor, éstas se llaman razón pura y razón práctica.
Vuelvo a mi definición. Una religión es un conocimiento revelado, o cuasi tal. Si sólo hay conocimiento, no pasa de filosofía. Si sólo es revelación, no hay sino un estado místico o extático. Si sólo es un sistema de conducta para la vida en la tierra, por excelso que sea, no es religión. aunque fuera un plan para ganar el cielo (si el cielo existiera) tampoco seria religión. El fondo de una religión es de almendra metafisica. Porque las preguntas que ésta formula, y a las que, aquélla responde, son sobre las causas finales. Mientras pregunta y respuesta no coincidan en este punto trascendente razones finales, no hay una filosofía religiosa. Por esto, en rigor lógico, filosofía y religión, significan lo mismo. Pero, como decíamos antes, las formulaciones de pensamientos filosóficos, por su contacto intimo con la vida, devienen después de sistemas religiosos, conceptos de vida y normas de conducta, para que tengan un significado real. hallábamos también que, en ese encuentro estaba el peligro de bastardeo de una religión. Pero, fuera de esto, es de una claridad de medio día que, cuanta más preponderancia tenga el elemento especulativo, es decir, cuanto más puro sea un sistema religioso, tanto más lejano y ajeno estará de toda exigencia práctica, o ética. Llegamos pues, por otro camino paralelo a la misma conclusión: la religión es independiente de la moral. Sólo asi se explican esos fenómenos históricos de grandes culturas religiosas coincidentes con los indices más bajos de la moral humana. Nuestra época es un ejemplo. Franco, Mussolini y el papa, signos del tiempo.
Sigamos ahondando en el estudio de la degeneración del sentido religioso. Como toda filosofía religiosa, que sea verdaderamente tal, tiene que informarle al hombre del sentido de la vida, por esta descensión a las impurezas de la realidad, se corrompió. puede afirmarse que, cuanta más suerte tuvo para irrumpir con su fuerza centrifuga en las masas, más se desvió de su cauce primitivo, sirviendo de propecéutica a una moral de masas, mediante preceptos de tipo y valor completamente prácticos. si, en el individuo, esta evolución significaba una corrupción de su sentido especial de la vida; en la vida colectiva, ese coeficiente se mu. tiplicaba por la masa y aceleraba el proceso de degeneración. Ya el conocer, sería exclusivamente una base para el obrar. De este modo, toda filosofia religiosa tendría su prolongación en una teodicea perfectamente reglamentada y en un ética minuciosa. Como teodicea, habría una revelación, una voz que hablaría al hombre desde lo alto. como ética, un sistema comple.
to de dogmas a creer y de reglas a cumplir para alcanzar los fines de la vida. Dogmas y reglas que dictaba ¡claro! una casta de hombres privilegiados, que, de este modo suplantaban la inspiración primigenia, y montaban una fábrica de pensar para todos los hombres. el hombre medio, que jamás fué afecto a romperse los sesos filosofando, descargó en la casta la tarea de pensar por él. la larga, esto trae.
ría enormes consecuencias para la mentalidad media del hombre europeo, ya que, por la mediatización de la función propia de su espiritu.
éste perdía niveles. Como en el agua de los fsicos del XVIII, que tenía horror al vacío, debe haber en el hombre medio un cierto horror al pensar. Sólo que los efectos son contrarios.
Mientras el agua subia de nivel por aquel ho.
el espíritu lo baja por éste.
Es por ello, que, hay una incapacidad nativa para crearse un pensamiento propio. Harto feliz es el hombre, si le dan una papilla pseudofilosófica hecha. el día en que, un hombre listo entrevió esta propensión del hombre medio a borrego de Panurgo, nació una casta que fué fatal al género humano. La primitiva especulación, ansia de saber, se trocó en una tosca mecánica. Hasta en los modernos lamas, la oración original ha sido sustituida por una máquina de rezar, cuya eficacia depende de la habilidad del lama que la maneja. La rutina es el gran atascadero de las religiones históricas. será difícil que de él salgan. Por esto, hace tiempo que las religiones han dejado de ser algo viviente, desde que suprimieron de orden superior, las eternas y trágicas preguntas a la Esfinge. Aquellas interrogaciones que tenían suspenso al hombre en el sentimiento religioso de la naturaleza, porque siempre quedaban sin respuesta. En mi opinión, aquel profundo sentido religioso que tiene el fatum en la tragedia griega, es el resultado de ponerse el hombre frente al Gran Enigma con las eternas preguntas. conste que no conocemos el sentido intimo de aquella palabra, falsificado quizá por nuestras interpretaciones occidentales. Quizás no fué sino una mística manera de manifestarse la profunda religiosidad de aquel pueblo, inspirada en una filosofía de la Naturaleza. Se afirma con ligereza, que el fatum fué el peso muerto que gravitaba sobre la mente griega, impidiéndole las ascensiones filosóficas y artísticas de alto vuelo. Al parecer, así debía de ser, ya que todos, hombres y dioses, estaban prisioneros en las mallas que les había tendido el Destino. Nadie escapaba a la inexorabilidad de sus decretos, y esto acotaría lógicamente el campo de las ascensiones mentales. Sin embargo, con razón se dice que no hay apriori que valga contra el aposteriori de un solo hecho. el hecho glorioso de la civilización helénica, que aun no ha sido superado, nos probaría que, el veto del Destino, lejos de ser para el genio camipo de aterrizaje forzoso, le abría, por vez primera en la historia, horizontes y panoramas que la curiosidad del hombre no había aún desflorado. Como si la religiosidad de aquel pueblo, nacida de la contemplación de la Naturaleza, hubiera recibido por premio el don de los valores del Espíritu, que son eternos y universales porque se identifican con las leyes del Cosmos.
En la banal religiosidad de los pueblos modernos, nada hay que pueda compararse con el profundo sentido de los antiguos, absortos en la contemplación religiosa de la Naturaleza. Entre su moral y la nuestra hay por esto mismo, insondables abismos. Identificada la de ellos con las leyes naturales, que son siempre verdade.
ras, era superior a la nuestra, divorciada de ellas y casada con otras leyes, pragmatistas y artificiosas. El hombre de la Naturaleza estará siempre más cerca de la Gran Verdad. no se me venga con lo de la civilización occidental.
No admito el ex hoc, ergo propter hoc. En la civilización europea, no hay un solo átomo de esencia cristiana. ninguna conciencia honrada le es lícito engañarse sobre este punto. Como dice Nietzsche (con el evangelio en la mano) ser soldado, juez, patriota, defenderse, estimar su honor, atender a su provecho, ser altivo. es anticristiano. Pero Nietzsche soslaya en una vaga frase atender a su provecho lo que es más anticristiano. Debería decir ser rico. o mejor morirse por la riqueza. Nada hay que tanto condene el evangelio como el amor a la riqueza. si hay algún cristiano que obedezca al evangelio, que levante el dedo!
Europa ha llegado a su alto grado de civilización, no por su cristianismo, sina a pesar de su cristianismo. mejor: en contra de el. Hoy, como en el Renacimiento, Savonarola y Lutero no encontrarían en Europa un sólo átomo de sentido moral ni religioso. El arte y la apariencia lo han suplantado todo.
Yo prefiero la religiosidad y la moral de los hindúes y de los griegos.
Admiro el sentido religioso y moral de los primeros, expresado en sus Vedas y Puranas hace cuatro mil años, y vivido por ellos hace ciento y treinta siglos. Nada más emocionante que aquel amor, no a dios sino a los hombres y a todos los seres vivientes; aquella mansedumbre ante las ofensas; aquel amor y aquel bien devueltos a cambio del mal recibido; aquel olvido alegre de la injuria; aquella renuncia al placer; aquel desprecio de la riqueza y del derecho de propiedad; aquel carácter apacible; aquella renunciación al deseo y a la voluntad, hasta llegar por un quietismo natural a la anulación del ser, en un nirvana en que no espanta la muerte por hambre, ni por mordedura de serpientes, ni por enterramiento en vivo, ni por aplastamiento bajo el carro de Indra, en que discurren por los caminos las efigies de sus dioses entre el éxtasis de los penitentes, la exultancia de los devotos, las abluciones en el Ganges y las danzas de las bayaderas. Concedo que todo este vasto sistema religioso, forma el subs.
tractum del cristianismo. Pero ¿cuál es el original y cuál la copia. en el cristianismo ¿cuándo se ha practicado. Sólo en los siglos 11, III IV, y en un pequeño rincón de la Tebalda, en Egipto. Voy a hacer un poco de historia retrospectiva.
Eran los días de esplendor de ias escuelas de Alejandría, cuando judaísmo, helenismo y cristianismo se fundian en una síntesis suprema, hecha a base de filosofía platónica, de kabala judía y de cristianismo primitive.
Todo amalgamado con maniqueísmo, gnosticismo, agnosticismo y restos de filosofías orientales. Desde la conquista de Alejandro, toda la sabiduría oriental se había refugiado en Egipto, emporio entonces de la cultura universal.
Los seiscientos mil volúmenes que guardaba Alėjandría en sus bibliotecas del Museum y del templo de Serapis, eran el índice de aquel inmenso movimiento del espíritu, del que eran primeros propulsores, los griegos, como herederos de la pasada cultura de su país. Todo el que posee una mediana instrucción, ha oido hablar de las escuelas neoplatónicas de Alejandría. Doctrinas de oriente y occidente se amalgamaron en aquel crisol en ebullición.
La doctrina que prevaleció y que estuvo a punto de destruir al cristianismo, fué el gnosticismo. Secta cuyos iniciados se creían en posesión de una revelación especial. que despreciando al cuerpo y mirando sólo al alma y a su destino futuro, llegó a infiltrar en las masas cristianas un asco profundo por el cuerpo y por las cosas de este mundo. Entonces empezó una desbandada de cristianos a las soledades del Alto Egipto, en el valle de Tebas, a hacer una inmensa experiencia de la concepción escatológica del hombre que traia el misticismo gnóstico, mediante la práctica del más tremendo de los ascetismos. Fueron los días de los abades Tritemos, de los Pacomios y de los Antonios y de las Tais; con bellísimas leyendas de cuervos que traían el pan a los anacoretas y de leones que les traían el agua. también, con demonios que, vestidos de hermosas mujeres, hacian sudar de congoja a los santos.
Más de un santo sucumbió.
Hay que notar que este ataque de mística se vió favorecido por el hastio de la vida que había en todos los espiritus finos de la época, como resultado de la esclavitud, y de tanto desastre y de tanto dolor, y de la desorientación (Concluye en la pág. 52. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica