Repertorio Americano CUADERNOS DE CULTURA HISPANA Tomo San José, Costa Rica 1958 Mayo NO Año 36. Nº 1185 en Mis Recuerdos de Juan Ramón Jiménez tos a verle, una tarde en su casita de Santurce. Estaba Juan Ramón de Por Luis Alberto SANCHEZ blanco: traje, camisa, corbata, rostro (Envío del autor)
y, aunque tachonada de ceniza, las barbas. Los ojos brillaban profundos Mis primeros recuerdos de Juan y penetrantes. Ojos de niño, afiebraRamón Jiménez datan de 1916; mi dos. Nos ofreció una bebida fresca conocimiento amistoso de él, sólo de a que él mismo fue a traer de la refri1951. Lo primero se lo debí a mi don Joaquín García geradora, mientras Zenobia disponía amigo Eloy Espinoza Saldaña, con Monge el 31 de Octubre de otro agasajo. Hablamos de Améquien no he saldado aún tal cuenta; lo 1958 a los 77 años de su rica, claro. El me dijo que nuestro segundo, a mi mujer.
vida.
mejor descubrimiento literario seguía siendo para él, la prosa modernista y Los Días de Colonida»
Devotamente ponemos el cuento. Yo le referí que estaba en En 1916, estaba de moda el Paseo conversaciones con Jorge Mañach y sus manos la última selecColón, en Lima. Por la tarde, hacia con Carlos Bousoño, indistintamente, la hora del véspero, se poblaba de ción de lecturas que el Mapara hacer una antologia del ensayo estro hasta el fin de sus carruajes y peatones. Naturalmente, y de la prosa literaria modernista, resnosotros, los estudiantes estábamos días» compuso para los lec pectivamente. Aplaudió la idea, con entre los últimos. Cerca, como ante. tores que en tantos sitios sus naturales reticencias. Como decía sala, brindaba la sombra de sus viejos apreciaron su original y esun amigo común. Cuando Juan Raficus y sus bancas rústicas, en torno clarecida guía.
món hablaba mal de algo, lo hacía a un Neptuno imbatible, el Parque de muy bien. Lo hizo optimamente.
Neptuno. Allí se reunían Valdelomar Sin par «Promotor de Gul Después nos tratamos más. Zenobia y sus admiradores y compañeros a tura» fué!
acudía a menudo por mi barrio, para cambiar frases ingeniosas, lecturas de irse de compras con Rosa, y se entrecuentos y poemas, planear revistas li.
El presente tomo se termi tenían en hablar de las mil cosas inacterarias y divulgar chismes políticos.
Yo cursaba mi último año del Colegio nará con un número especial cesibles de que suelen hablar las mude los Sagrados Corazones, pero mis el 20 de Enero 1959, anijeres. De cuando en cuando Juan Raamigos estaban ya en la Universidad. versario de don Joaquín, món, que acompañaba Zenobia en el auto que ésta guiaba, me daba au Me debatía en una intensa fiebre lite editado por su hijo.
diencia. Lo hacía con dulzura y señoraria. Leia como un desesperado, todo río. Empezamos a ser amigos.
cuanto caía entre mis manos. Eloy, hermano de Adán, que hizo famoso el La Muerte amiga seudónimo de Juan del Carpio. nos llevaba la ventaja de disponer de la Pero, Juan Ramón vivía obsesionaselectísima biblioteca de aquél. El fué en Puerto Rico do por la idea de la muerte. Eso tequien nos dió a leer «Arias tristes» y nía muy larga data. Don Luis de Zu«Jardines lejanos, en unas ediciones En 1951, profesaba yo en la Uni lueta, que le conoció en Madrid, allá pulquérrimas, en cuyas primeras pá versidad de Puerto Rico. El Rector por principios de siglo, es decir, cuanginas se registraba una pieza musical. Benítez, el mismo que, con fineza do el poeta tenía veinticinco años me Ahi aprendimos el sortilegio de los ejemplar me anunció por cable el de refería que ello fué en el consultorio malvas. rosas. resedas. par ceso de Zenobia, primero, y de Juan de un médico, al que el joven recién ques. alamedas. lunas. pianos. Ramón, después, nos había anunciado llegado de Moguer y de Paris, iba a «boscajes. que alimentaban los en como inminente la llegada del poeta. consultar a propósito de una real o sueños de Juan Ramón. Era el año Nos habíamos cruzado en Buenos Ai supuesta enfermedad al corazón, de de la muerte de Rubén Darío, de que res, sin vernos, dos años antes. Como que mentalmente no se curó jamás.
nos alivió la presencia de Jiménez. Juan Ramón era tan difícil, tan deli Una de las más peregrinas anécdotas No lo habría éste pedido mejor: cru cado y áspero a la vez, y como yo de Jiménez se refiere a esa obsesión zarse en el camino de Darío, a quien dispongo de cierta capacidad de pre suya, y a la presencia en su Casa de amó tan tiernamente y a quien celó monición, me parecia que no ibamos Huéspedes de la Universidad de Puersin duda. Desde entonces tuve en los a simpatizar. Creo que no me equi to Rico, del poeta y filósofo chileno oídos y la retina la vaga música y los voqué del todo. Pero, mi mujer, por Luis Oyarzún. Pero habrá tiempo de suaves paisajes de Juan Ramón Jimé intermedio de Zenobia, de quien fuera referirla. Mientras tanto, Zenobia desamiguísima, nos acercó, Fuimos jun mejoraba. Mi mujer me dijo un día nez. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica