Death Sentence

212 REPERTORIO AMERICANO Cuento lo que me contaron (En Tegucigalpa, Honduras. Envío del autor. nas mi paso por Honduras hace dos semaestuve en Tegucigalpa adonde llegué con el consiguiente miedillo o temorcillo por lo mucho que me decían que se hacía en aquel país a cuantos extranjeros que por ahí pasaban, particularmente a los agentes viajeros, como en mi caso. Pude observar que, de lo mucho que se me había dicho, suficiente para el miedillo, no hubo ni mucho ni poco; por el contrario, pudo observar que se hace uso de más libertad para hablar que lo que yo creía, como que no ha sido tanto lo que se ha dicho, o que los hombres que mandan vienen rectificando o moderando sus errores o prácticas, o que las gentes vienen perdiéndoles el miedo, o lo que sea. En Costa Rica he tenido la oportunidad de tratar a muchos hondurenses y comparando el trato que recibí en la capital de Honduras, puedo decir, que el hondurense es el mismo en todas partes, franco y conversador, evidentemente sincero. Una persona que, por su trato y fácil conversación me dió a comprender su pertenencia al circulo de la buena sociedad capitalina, entre los varios motivos de la conversación, trajo a la cuenta el penoso caso de la familia Debbe; dos jóvenes hijos de padre alemán y de madre hondurense, uno de los cuales está condenado a muerte, atribuyéndose que se trata de um error del Juzgado sentenciador. Lo que sigue es lo que me fué contado. En el Municipio de Guaimaca, de este departamento, la familia Debbe es dueña de la hacienda Siguelteca, lugar donde los jóvenes Oscar y Günter Debbe, de veintiséis y ventidos años de edad respectivamente, pasaban largas temporadas al cuidado de sus bienes. El joven Oscar se vió enrolado en el pueblo de Guaimaca en dos hechos de sangre consecutivos: en el primero de ellos salió con un balazo en una rodilla del cual quedó impedido; en el segundo infirió a su contrincante dos tiros en el pecho sin ocasionarle la muerte. Con motivo de estos desgraciados hechos, Oscar Debbe escapó y se trasladó a Nicaragua. Encontrándose sin recursos y sin facilidades para trabajar por su impedimento físico, resolvió regresar, con el propósito, se cree, de vender algún ganado. Al regresar, directamente a la hacienda, encontró allí a su hermano Günter.
Se sabe, mediante publicaciones hechas en la Dirección General de Policía que dos o tres días después de su llegada dió muerte en el patio interior de la hacienda, a un chauffer de nombre Antonio Elvir o Miguel Sierra de apodo Molinillo. Oscar huyó, sin saberse a punto fijo su paradero y Günter se trasladó a esta ciudad donde fué presentado a la autoridad por su madre doña Margarita Planas de Debbe.
Para juzgar desapasionadamente este lamentable hecho, hay que tomar en cuenta varios antecedentes: los vecinos del pueblo de Guaimaca han profesado mala voluntad, en general, a todos los propietarios de haciendas circunvecinos, así como a los elemntos recién llegados: solamente una gran prudencia de parte de los propietarios, unida a una alta capacidad mental y sólido respaldo moral, han podido hacer que los dueños sean respetados aunque en forma disimulada. Los dos jóvenes Debbe cometieron la equivocación de intimar con las gentes del pueblo, y de resultas de ello, entraron por cuestiones de amoríos en choques más violentos que los ocasionados por intereses: esta circunstancia y el indefectible antagonismo de clase hizo cada día más tensas las relaciones entre los propietarios de Sigualteca y los vs.
cinos del pueblo de Guaimaoa: los hechos de sangre llevaron las cosas a su climax. El infortunado Elvir o Sierra de apodo Molinillo era un hombre intemperante y agresivo: hay aquí mucho de esto en la generalidad de los que se dedican al oficio de chaufferes; existiendo ciertos antecedentes acertó a llegar el chauffer Elvir o Sierra cuando había regresado Oscar: no estamos ciertos de si este regreso era o no de su conocimiento. Elvir trabó riña con Oscar en el patio de la hacienda, de la cual resultó muerto, Es, muy natural que Oscar haya huido, pues que de antemano había auto de cárcel para él, y se habían dictado órdenes muy severas a las escoltas exigiéndoles sus Jefes que lo capturaran vivo o muerto: también es natural que Günter se trasladara a esta ciudad y que su madre en un gesto de heroísmo y noble dignidad, y en previsión de una tragedia que habría herido profundamente a la sociedad, lo presentara a la autoridad respectiva, y más cuanto que el referido Günter no había participado en el hecho sino que más bien trató de evitarlo, según lo dijo a su madre y lo sabemos todos.
Se dijo que los hermanos Debbe habían sacado el cadáver del patio de la hacienda y lo habían arrojado a un zanjón.
Si esta circunstancia fuese cierta, hasta ahí podía llegar la responsabilidad del joven Günter. Se sabe que en la Policía, Günter fué atormentado para que rindiera declaraciones contra su hermano haciéndolo aparecer como un asesino frío, y al hecho revestido de caracteres horripilantes. También se sabe que fueron amedrentadas dos jovencitas guaimaqueñas que estaban al servicio en la hacienda Sigualteca.
Incapaz la autoridad para la captura de Oscar, trató de envolver a Günter en la responsabilidad; y haciendo uso de confesiones salidas a fuerza de tormento; de declaraciones vertidas bajo la amenaza; y de prueba testifical extraordinariamente parcial como la que pudiera rendir cualquier vecino de Guaimaca, por los antecedentes de desavenencia y rivalidad anteriores, según se explicó, se hace condenar a muerte al joven Günter que es perfectamente inocente según el criterio de cuantos estamos informados de estos dolorosos acontecimientos. Para la mejor comprensión es necesario referir que los Debbe por sus vinculaciones sanguíneas, muy próximas al ex presidente López Gutiérrez, simpatizaron desde niños con el partido liberal de este país, y esto les ha ocasionado no pocos sinsabores, y animadversiones en una época en que, duele decirlo, ha sido como un crimen horrendo pertenecer al partido liberal; y se ha perseguido a muerte a los de este partido político. Dios me oye! Los Debbe tienen un decidido sentimiento hondureñista a pesar de ser hijos del caballero alemán don Guillermo Debbe, y han adoptado la nacionalidad de la madre.
Estas circunstancias, como la de ser el joven Debbe un elemento apreciado en esta capital y la de tener su familia amplias vinculaciones, han producido honda sensación, aumentada más por la intima creencia de que Günter sentenciado hoy a muerte es inocente del hecho que se imputa; así lo creemos todos.
No cabe duda, para el criterio de esta sociedad, que en la condena se ha cometido un error judicial, en el cual ha campeado, por mucho, la pasión con que se ha considerado el asunto: tal es la opinión general. Si desgraciadamente la ejecución se lleva a término, cosa que las personas sensatas no esperamos, ya que hay recursos que interponer, y además el Presidente tiene la facultad de perdonar o conmutar la pena, el pueblo hondureño se intranquilizaría más aún por la falta de seguridad. El establecimiento de la pena de muerte y la ampliación de ciertas facultades del Ejecutivo en un medio que se agita al impulso de una catarata de pasiones, ofrece poca garantía para vivir en calma y sosiego, y aun cuando se pertenezca por entero al actual orden de cosas.
La persona que me dió esta versión, evidentemente no pertenece a la política del Pre sidente Carías, pero cree, y con ella, según dijo, gran número de personas de la mejor sociedad, que el Presidente Carías, que hasta creen que no está muy enterado de los procedimientos judiciales porque manifiesta profesar un gran respeto a la independencia de los Poderes, que a última hora y en el caso de que en la última Instancia se confirme la sentencia de muerte dictada contra el joven Debbe, sí intervendrá para que se modifique la sentencia, porque, en realidad, decía la persona en referencia, que el Presidnete Carías, que en esos días había permitido que se dijera en su nombre, en la prensa, en letras grandes, La Presidencia de la República vale menos que la sangre de un hombre. en el caso de la familia Debbe, no permitiría que habiendo algunas dudas en el procedimiento fuese a derramarse la sangre de un ciudadano que podía ser inocente.
Los que cuentan para que se cuente, piden y esperan.
Los que contamos lo que nos contaron, pedimos y esperamos.
El que tiene el poder de quitar, está en el deber de dar.
RAMIRO ROBLES San José, Costa Rica, junio de 1940.
Dr. GARCIA CARRILLO Médico Cirujano ELECTROCARDIOGRAMAS METABOLISMO BAS AL Corazón. Aparato Circulatorio Consultorio: 100 varas al Oeste de la Botica Francesa TELEFONOS: 4328 3754 Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica