José Carlos Mariátegui

200 REPERTORIO AMERICANO Antonio Pedreira:Vida y expresión (Colaboración para el Rep. Amer. Río Piedras. Puerto Rico abril de 1940. Vida Antonio Pedreira No voy a trazar un esquema biográfico de Antonio Pedreira por las vías usuales: limites expresados en fechas exactas; hechos a todos visibles de estudios, honores y fracasos; resonancias deformadas por el comentario incomprensivo o superficial. Quiero describir la vida de Pedreira como la vieron cotidianamente mis ojos, sin sospechar que veían el dramático cumplimiento de deberes que una voluntad espoleada por aguijones misteriosos se imponía sin descanso.
Como estudiante en la Universidad de Columbia momento duro de superación académicaPedreira, mi condiscípulo entonces, aprovechó todos los cursos accesibles a su escaso haber, terminó su tesis de Maestro en Artes y en las horas que otro hubiera dedicado a las diversiones que ofrece Nueva York, hizo algo que no supe hasta que leí el prólogo de su Bibliogiafía Puertorriqueña. Comprendí entonces las largas ausencias de Pedreira, mientras la Casa Internacional donde nos alojábamos celebraba bailes o fiestas de las naciones, o cuando meramente charlábamos en grupos en el gran salón de invierno. Porque al filo de otros empeños el estudiante desglosaba los conjuntos que habían de ser fuente de la Bibliografía.
Octubre era un remolino de color en parques y arboldeas, mirado con asombro por quienes sólo conocíamos la gama de los verdes tropicales. Del Hudson, en noviembre, soplaban vientos agresivos. látigos de hielo. Hasta febrero, la nieve amontonada en las calles ponia resbalosas vallas a la aventura de ir a estudiar a!
Museo Hispánico o a la Biblioteca de la Ciudad. En primavera era dulce ver reventar los botones de los árboles y gozar de la suave luz renovada. Ni amenazas ni halagos del clima extranjero, apartaron a mi amigo de sus investigaciones, con las cuales, en su propio decir, preparaba, simplificando los caminos, el diagnóstico espiritual de su pueblo. todo ello trabajo realizado fervorosamente y en silencio. Yo no adiviné entonces el alcance de aquel afán, que él sabía trascendente. El trabajo con ausencia de vanidad y desdén por el aplauso fácil o prematuro es lo que convierte a esta vida en ejemplar rarísimo sobre todo en nuestro ámbito isleño, donde el revoiar de la fama se mantiene a veces con brillos falsos y colorines indecorosos. La afirmación de Pedrreira como valor admirado o discutido, pero valor señero, aún en la conciencia de quienes le impugnaron, es el logro más alto de su equilibrio moral.
En las faenas del Departamento de Estudios Hispánicos, escrupulosamente velaba por el bienestar de sus compañeros: el salón más incómodo lo dejaba para sus clases; estudiaba los programas para que todos tuviéramos siquiera una tarde de descanso; recibía continuas visitas de estudiantes o antiguos discípulos y para todos tenda réplicas humorísticas o graves pero siempre certeras cu la sugestión necesaria. todo atendía con la sencillez del fruto que madura para darse y desconoce otro destino.
No puedo concebir esta vida metafóricamente sino en claroscuro: sombra y claridad alternadas, no simultáneas. La sombra aquí es recogimiento e intensidad vital, buceo de la inteligencia, fatiga del investigador, esfuerzo, en suma, sembrado de renunciaciones. Renunciar a esas humildes cosas que los espíritus selectos aman: la conversación sosegada, la lectura sin más trascendencia que el goce de lo leído por bello; el inofensivo ejercicio de contemplar e imaginar. La claridad externa se hace en el instante en que el silencio se interrumpe para dar paso a un libro, a un ensayo, a un artículo.
Rio subterráneo de profunda corriente fue esta vida, que por momentos rompió brechas vertiéndose hacia arriba en surtidores amargos, como las realidades que definió. Porque estas realidades, según confesó el mismo, le acosaron a preguntas y quebrantaron insistentementte su reposo.
Expresión tos, ciudadano de América, acusa acelerado proceso de madurez que ahora se define en anhelo de avanzar con botas de siete leguas, como el personaje del cuento infantil. La biografía de Hostos comienza en nuestro país y en el mundo, la revaloración de la obra hosto siana, pero es también, como escribe en los libros de hombre fundamentalmente buenos, una autodefinición. Describe Pedreira a Hoss.
tos, urgido por apetencias de integridad mo ral, labrando a golpes de renunciación y de abstinencia la columna interior en que han de descansar los hábitos. esas palabras revelan el proceso de su propia vida. La limpieza, bondad y deseo de ser justo que a Hostos atribuye, fueron también sus virtudes.
De aquí a los desfiladeros de Insuralismo sólo hay el atajo de dos años. Sarta de ensayos girantes alrededor de un tema único: el como hemos sido y cómo somos, Insularismo fué la obra más antada de su autor, la que vistió de más humana y ardierte sinceridad. Como afirmé en la Revista Hispánica Moderna de la Universidad de Columbia, complejas son las implicaciones del tema que parlen de soportes biológicos, geográficos, históricos. Nunca se nos había hablado con más valentía de nuestros defectos. el vigor de la censura ha levantado las reacciones contrarias de muchos y la aceptación sersna de unos pocos. Más allá de nuestro acatamiento o disconformismo an e el libro de Pedreira, deberá situarse muestra simpatía por quien afirma, en confesión que descubre su inquietud ante nuestro destinoi. Nosotros creemos, honradamente, que existe: el alma puertorriqueña, disgregada, dispersa, en potencia, luminosamente fragmentada, como un rompecabezas doloroso que no ha gozado: nunca de su integridad.
Jorge Mañach en su ensayo La Crisis de la Alta Cultura en Cuba, Samuel Ramos, en Perfil del hombre y la cultura en México, Tosé Carlos Mariátegui en sus Siete ensayos de in terpretación de la realidad peruana no analizaron con más fervor lo nacional respectivo, descubriendo sus fallas y peligros. Así Insularismo, situándose estrictamente en el puertorriqueño, responde a inquietudes sincrónicas de la juventud hispanoamericana contemporánea, y, como me escribe Manuel Pedro González doliéndose de lo que en Pedreira hemos perdido, es, en su capítulo final, aplicable a toda Hispanoamérica.
Cuando el autor de Insularismo exhorta a los puertorriqueños a cultivar ideas y sentimien tos viriles; cuando nos previene contra la equivocada suficiencia con que igualamos los valores humanos creyéndonos capaces de opinar, sin previo conocimiento, sobre todas las situaciones, señala la confusión injusta que entre nosotros desequilibra tas jerarquías espirituaTes, minando la dimensión más expresiva de la cultura: la profundidad.
Insularismo, y esto lo aclara desde la segun da página su autor, sólo aspiró a plantear problemas, no a resolverlos. Tan grave son los nuestros, que nadie en justicia debió exigir a Pedreira soluciones que no son posibles a un solo hombre y necesitan tiempo y espacio para forjarse con validez. El remedio para nuestra crisis sólo pudo expresarlo Pedreira en una fórmula de posibilidad. Meditemos sobre estas palabras suyas y hagamos acto de contrición y acopio de civismo para vivirlas cabalmente. Si en esta crisis de nuestra cultura haceuna recaudacićo de alientos superiores. Concluye en la pág. 202)
Seis libros publicados y dos inéditos; algunos ensayos y artículos dispersos en revistas, niegan, con su unidad intencional y la dación sin pausas a lo nuestro, aquellas palabras que terminan el prólogo de Artistas: No hace uno cuanto debe: hace lo que puede. Detrás de esas palabras está la insatisfacción que había de punzarle bacia deberes que él mismo se asigró: el más cumplido, la dedicación a temas desgajados de la vida y la conciencia puertotriqueñas. Hizo aquí lo que debió y no pudo hacer más en la medida de su tiempo colmada de súbito.
Artistas recoge la adolescente zabullida en lo universal con más largo detenimiento en lo español e iniciación en lo puertorriqueño. Ei Ensayo cromático es el límite más cosmopolita de aquel libro, donde el extremo más regional recoge la polémica sobre los términos portorriqueño y puertorriqueño.
El entusiasmo por los epigramas de Marcial, descritos por Pedreira como sátiras festivas y venenosas, anticipa, cambiando el veneno por el noble propósito de mejorar las publicaciones nativas, una de las facetas más eficaces de su obra: la serie de Aclaraciones y Crítica. Alli el humorismo, duende gracioso, vigila siempre tras la expresión grave o admonitoria para abrir el grifo de la travesura.
Pero Artistas es aún, en conjunto, libro de juveniles tanteos. El salto afirmativo que da Pedreira dos años más tarde, al publicar Hosmos Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica