REPERTORIO AMERICANO SEMANARIO DE CULTURA HISPANICA San José, Costa Rica 1940 Sábado de Abril Tomo XXXVII Núm. Año XX No. 889 En este número: José Martí (1895. Juan Ramón Jiménez Cuatro poemas.
Alberto Velázquez Biblioteca Obrera Circulante.
QUÉ HORA ES. Relaciones del trabajo intelectual con el corporal.
Carlos Vaz Ferreira Mi escuela, Mi jardincito. Benito Lynch Esta América de sangre cálida Luis Nuila Musa proletaria.
Emilio Quintana Anécdotas.
Eduardo Carreño La vanidad y el talento de Vargas Vila Manuel Ugarte La filosofía social de Carlos Vaz Ferreira Alfonso Reyes TOME LEA.
Una visión de una Centroamérica supe.
rior. Rodríguez Beteta Federico García Lorca.
Grito hacia Roma. García Lorca CABOS SUELTOS Los Molinos de viento.
José Ortega y Gasset Estoy con ustedes.
Armando Solano José Marti (1895. Colaboración para el Rep. Amer. Del libro en prensa: Españoles de tres mundos)
Hasta Cuba, no me había dado cuenta Desde que, casi niño, lei unos versos Ente muy otro que su contemporáneo exacta de José Martí. El campo, el fondo. de Martí, no sé ya dónde: Julián del Casal (tan cubano, por otra Hombre sin fondo suyo o nuestro, pero parte, de aquel momento desorientado, con él en él, no es hombre real. Yo «Sueño con claustros de mármol lo mal entendido del modernismo, la donde en silencio divino quiero siempre los fondos de hombre o pega) cuya obra artificiosa nos trajo tamlos héroes, de pie, reposan: cosa. El fondo me trae la cosa o el ide noche, a la luz del alma, bién a España Darío, luego Salvador hombre en su ser y estar verdaderos. hablo con ellos: de noche!
Rueda y Frarcisco Villaespesa después.
Si no tengo el fondo, hago el hombre Casal nunca fué de mi gusto. Si Darío trasparente, la cɔsa trasparente. pensé» en él. No me dejaba. Lo veía era muy francés, de lo decadente, como por esta Cuba verde, azul y gris, entonces como alguien raro y distinto, Casal, el profundo acento indio, español, de sol, agua o ciclon, palmera en sole no ya de nosotros los españoles sino elemental de su mejor poesía, tan rica y dad abierta o en apretado oasis, arena de los cubanos, los hispanoamericanos gallarda, me fascinaba. Yo he sentido y clara, pobres pinillos, llano, viento, ma en general. Lo veía más derecho, más espresado, quizás, un preciosismo intenigua, valle, colina, brisa, bahía o monte, acerado, más directo, más fino, más se rior, visión acaso esquisita y tal vez ditan llenos todos del Martí sucesivo, he creto, mas nacional y más universal. fícil de un proceso psicolójico, paisaje encontrado al Martí de los libros suyos del corazón, o metafísico. paisaje del y de los libros sobre él. Miguel de Unacerebro; pero nunca me conquistaron las muno y Rubén Darío habían hecho muprincesas exóticas, los griegos y romanos cho por Martí, porque España conociera de medallón, las japonerías «caprichosas mejor a Martí (su Martí, ya que el Marni los hidalgos «edad de oro. El moti contrario a una mala España incondernismo, para mí, era novedad diferente, ciente, era hermano de los españoles era libertad interior No, Martí fué otra contrarios a esa España contraria a Marcosa, y Martí estaba, por esa «otra cosa. tí. Darío le debía mucho, Unamuno muy cerca de mí. Y, cómo dudarlo, bastante; y España y la América espaMartí era tan moderno como los otros ñola le debieron, en gran parte, la entrada modernistas, hispanoamericanos.
poética de los Estados Unidos. Martí, Poco había leído yo entonces de Marcon sus viajes de destierro (New York tí; lo suficiente, sin embargo, para entenera a los desterrados cubanos lc que derlo en espíritu y letra. Sus libros, co París a los españoles) incorporó los mo la mayoría de los libros hispanoEstados Unidos a Hispanoamérica y Esamericanos no impresos en París, era paña, mejor que ningún otro escritor de raro encontrarlos por España. Su prosa, lengua española, en lo más vivo y más tan española, demasiado española acaso, cierto. Whitman, más americano que Poe, con esceso de jiro clasicista, casi no la creo yo que vino a nosotros, los espaconocía. Es decir, la conocía y la gusñoles todos, por Martí. El ensayo de taba sin saberlo, porque estaba en la Martí sobre Whitman, que inspiró, estoy «crónica de Darío. El «Castelar de Daseguro, el soneto de Darío al «Buen río, por ejemplo, podía haberlo escrito viejo. en «Azul. fué la noticia primera Martí. Sólo que Martí no sintió nunca que yo tuve del dinámico y delicado la atracción que Darío por lo español poeta de «Arroyuelos de otoño. Si Davistoso, que lo sobrecojía, fuera lo que río había pasado ya por New York, fuera, sin considerarlo él mucho, como Martí había estado. Además de su vivir a un niño provinciano absorto. Darío en sí propio, en sí solo y mirando a su se quedaba en muchos casos fuera del Cuba, Marti vive (prosa y verso) en Da«personaje, rey, obispo, jeneral o acarío, que reconoció con nobleza, desde el démico, deslumbrado por el rito. Martí primer instante, el legado. Lo que le no se entusiasmo nunca con el aparato dió, me asombra hoy que he leído a los esterno ni siquiera de la mujer, tanto dos enteramente. qué bien dado y para Martí (y para Darío, aunque de morecibido!
José Martí en 1892 63 do bien distinto. El único arcaísmo de Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica