130 REPERTORIO AMERICANO Martí estaba en la palabra, pero con tal ninguno de la vida y la muerte, ya que III de que significara una idea o un senti defendía «esquisitamente con su vida miento justos. Este paralelo entre Martí superior de poeta que se inmolaba, su Llama sobre el pavés estremecida y Darío no lo hubiese yo sentido sin tierra, su mujer y su pueblo. La bala que Húmedo trampolín de terciopelo cuyo temblor es ímpetu de vuelo.
venir a Cuba. no pretendo, cuidado, lo mató era para él, quién lo duda, y que me das la ascención en la caída.
disminuir en lo más mínimo, con esta spor eso. Venía, como todas las balas injusticia a Martí, el Darío grande, que por justas, de muchas partes feas y de muEn las horas humildes de la vida, otros lados y aún a veces por los mis chos siglos bajos, y poco español y poco cuando el aura es lebrel y el cielo es cielo, canta mi corazón tu ritornelo, mos, tanto admiro y quiero, y que ad cubano no tuvieron en ella, aun sin que gasa de luz sobre la entraña herida.
miró, quiso y confesó tanto (soy testigo rerio, un átomo inconciente de plomo.
ce su palabra hablada) a su Martí. La Yo, por fortuna mía, no siento que es Angel que te aligeras las cadenas diferencia, además de residir en lo esen tuviera nunca en mí ese átomo que, no y ocultas en los giros de la danza el dolor de tu círculo pequeño; cial de las dos existencias, estaba en lo correspondiéndome, entró en él. Sentí más hondo de las dos experiencias, ya siempre por él y por lo que él sentía lo tus pies alucinados son falenas, que Martí llevaba dentro una herida es que se siente en la luz, bajo el árbol, tus muslos cordilleras de esperanza pañola que Darío no había recibido de junto al agua y con la flor considerados, y tus manos velivolos de ensueño.
tan cerca.
comprendidos. Yo soy de lo estático (1940)
Este José Martí, este «Capitán Araña. que cree en la gracia perpetua del bien.
que tendió su hilo de amor y odio no Porque el bien (y esto lo dijo de otro bles entre rosas, palabras y besos blan modo Bruno Walter, el músico poeta Elogio de una cos, para esperar al destino, cayó en su puro y sereno, desterrado libre, hermano mujer determinada paisaje, que ya he visto, por la pasión, de Martí y, perdón por mi egoísmo, mío)
la envidia, la indiferencia quizás, la fata lo destrozan «en apariencia, los otros; Sabia de ciencia antigua la sonrisa RAMÓN DEL VALLE INCLÁN.
lidad sin duda, como un caballero an pero no se destroza «seguramente, como dante enamorado, de todos los tiempos el mal, a sí mismo. y países, pasados, presentes y futuros.
Quijote cubano, compendia lo espiritual JUAN RAMÓN JIMÉNEZ Desciendes del país de la canela (1933)
donde las auras lamen dulcedunibres eterno, y lo ideal español. Hay que es(Con un cariñoso abrazo, amigo mio, y donde a filo de lontanas cumbres cribir, cubanos, el «Cantar o el «Roestraordinario Joaquín García Mon de la esperanza el espejismo riela.
mancero de José Martí. héroe más que ge. voluntad de. corazón. Desciendes de una tribu bisabuela que, a los vaivenes del azar sumisa, flota en el tiempo y el espacio a guisa de leve enseña de la estirpe humana Cuatro poemas y cruza en la doliente caravana, sabia de ciencia antigua la sonrisa. Colaboración para el Rep. Amer. Guatemala de Musa del aire II Musa del aire que a la luz del día diste al idilio tu expresión más leve, embebecida en el sutil beleño: Hay patina de siglos en el beso que tiembla y se detiene entre tus labios.
Fue en un jardin donde las mariposas yo no podré olvidar que fuiste mía Hay en tu acento nómades resabios, matices de quien viene de regreso juegan con las campanulas votivas donde una casta emperatriz de nieve de un lento y hondo y ancestral proceso y donde al ritmo de acrobacias vivas rige la ignota dimensión del sueño.
de sed que aguza y de dolor que avisa.
el agua tañe flautas veleidosas.
Tienes la voz con que la profetisa (1940)
desvelaba el oráculo de hinojos, Quitándote las gasas vaporosas, quintaesencia de espíritu en los ojos, musa del aire, Jesaudándote ibas; y bajo las palmeras peosativas Fuente sellada sabia de ciencia antigua la sonrisa.
pudieron ser las imposibles cosas.
Oh tú. que tienes en tu ser gozosas III Te me diste de modo tan abstracto rosas del virgen humus de la infancia, y forma tal de espíritu en la entrega, qué bien estás, mecida en la fragancia Dátil de amor, de amor en los aduares como polen de candidos luceros.
de un no querer saber sino tus rosas.
fuiste aprendiendo la lección un día, tórtola de la tierna cetreria Fue la hora azul transitación del acto, Ingrávida, de espaldas a las cosas con que el varón endulza sus pesares.
y tras la comba de la dicha ciega y en clave de una mística ignorancia, Ya eras en el Cantar de los Cantares la realidad recuperó sus fueros.
no ves al genio del esplín, que escancia la hermana de la nébula y la brisa, dulce veneno en ánforas dolosas.
la luz que entre las lágrimas se irisa.
II la miel para el amante zahareño Dorada gruta en que se abrió el milagro hay un gozo sutil ea tu sosiego, a quien le hacías desfruncir el ceño, del éxtasis del éter en la arcilla; un luminar celeste en tu penumbra sabia de ciencia antigua la sonrisa.
dorada gruta de la maravilla y una inquietud abscóndita en tu calma.
IV del infinito en recipiente magro.
Perdurable candor de un niño ciego La adamantina beatitud del agro que lo mismo se abisma que se emcumbra Eres cisterna de silencio arcano, resume el ojo que en la fuente brilla en los vuelos alígeros del alma.
linfa que entre las sombras se decanta.
cuando en el ara de la azul capilla vaho que de recóndita garganta la mirra del recuerdo te consagro.
sabuma un globo de cristal gitano.
II Tiendo ante ti el enigma de mi mano No se empañó en tus labios la sonrisa, para que leas la expresión concisa. luz vagarosa de tu faz serena Dulce heroísmo de quemarte pura de un alma errante que llevaba prisa al emprender, inexorable, el vuelo.
y de aromar como el incienso aroma.
cuando te halló en las eses del camino, Virtud que encierra en la carnal redoma equilibrada en tu temblor divino, Musa del aire hermana de la brisa, tendencia y gracia de buscar altura.
sabia de ciencia antigua la sonrisa.
no me dejaste ni saudad ni pena, sino una afinidad de tierra y cielo.
Casta aún en la erótica ventura, lucero albar con alas de paloma, III sabes a miel de la acendrada poma La soledad en que la vida pasas que en las colinas del edén madura.
Viña de la emoción cuyos racimos para ti está poblada de rumores, su miel acendran en el huerto obscuro; Palio de los monólogos mejores En tu misterio tibio y palpitante cuando traspone el valiadar o el muro.
cerca del mar y lejos de las casas, mostróme un dios el cáncido camino mortaja de ceniza de tus brasas, que se escapó a la realidad decimos.
que va al país que en el ensueño existe, custodia de oro de la abstracta misa Al almo rosicler sórdidos limos en que el bíblico Dios se te precisa, oponen larvas del instinto impuro.
como una ciudadela de diamante la soledad oliente a hierbabuena De aquel vivero del edén futuro entre el arrobo del amor divino te deja el alma límpida y serena, os dos ilesos de baldón salimos.
y el holocausto de la carne triste.
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