Fascism

Repertorio Americano SEMANARIO DE CULTURA HISPANICA Tomo XXXVII San José, Costa Rica 1940 Sábado de Agosto Núm. 16 Año XXI NO 896 Contenido: Victor Lorz El problema de América. La angustia de América. Alfonso Reyes Definición de nuestra neutralidad. Hace años ya.
La unidad indoamericana como conciencia popular Haya de la Torre La ética de la nueva jurisprudencia Juan Tinoco Colombia ante el fascismo José Mar Alejandro Manco Campos poemas y un soneto Gonzalo Dobles Barajando ideas ajenas García Monge Epistola a Don Quijote de la Mancha Noticia de libros El problema biológico de la civilización Sub hombres y super vacas Astronomía aldeana Luis de Zulueta Julio Camba Dos poemas Fedor Dostoievski Francisco Luarca Pobrecita la Ofelia Habla el Presidente de Colombia Eduardo Santos Habla Alfonso Reyes (Colaboración para el Rep. Amer. México. junio 26 y 27 de 1940. El problema de América La revista América aparece en una hora simbólica. Lo que América es, lo que representa en este vuelco de la historia que quesencia mos debiera ser una preocupación diaria y constante de todos los americanos, de los estadistas, de los escritores, de los maestros, de todos los directores de pueblos en el más amplio sentido de la palabra, de las juventudes universitarias llamadas a dar las orientaciones futuras, de las mismas masas infantile a quienes como ejercicio espiritual debiera proponerSe todas las mañanas una pequeña meditación sobre el sentido humano y los destinos del Nuevo Continente.
Es quimérico pensar que la humanidad se desarrolla por compartimientos estancos, y mucho menos a nuestro tiempo. La era de las civilizaciones que se ignoran ha pasado definitivamente; empezó con la prehistoria y se cerró, en concepto, con el descubrimiento de América. lo que era ya verdad en concepto, lo que era ya desde el siglo XVI una posibilidad teórica, poco a poco se resolvió en una realidad práctica merced a la Física, honor del pensamiento occidental, que gradualmunte fué metiendo como en un puño el tiempo y el espacio terrestres. Hoy el suceder histórico es común a toda la tierra y es, en cierto modo, simultáneo.
Así, pues, ante hechos como los que estamos presenciando, cuyo foco principal es Europa, cuyo foco secundario es Asia, y cuyo reflejo inmediato afecta al Africa. pueden las medidas políticas unilaterales salvaguardar a América. en qué grado se la puede, al menos, inmunizar relativamente contra los inevitables trastornos generales, siquiera para evitar que alcancen también entre nosotros los caracteres de catástrofe?
Este problema se descompone en varios problemas parciales, que resultan del modo en que el acontecimiento general afecta a los distintos grupos funcionales de América. De Norte a Sur, en el sentido de los paralelos, 017contramos zonas bien discernibles: el Canadá y los Estados Unidos; México y el Caribe hasta la frontera de Colombia; la América bolivarina; la América lusinata; la América platense. Todavía pueden discernirse, en la multiplicidad política de Sudamérica, ciertos matices en el sentido de los meridianos, de Oriente a Occidente: la faja atlántica, la faja pacífica. claro es que estas grandes zones de distinta relación geográfica y de distinta vinculación intercontinental aún podrían dividirse on otras regiones circunscritas.
Pues bien ¿con qué intensidad los acontecimientos extra americanos afectan a cada una de estas regiones, y hasta dónde puede cada una operar de momento la desarticulación sanitaria. Afectan lo mismo el orden o el desorden europeo o asiático a las diversas zonas longitudinales y transversales de América. hasta qué grado la repercusión de lo extraamericano en cada zona determina una reacción inevitable en las demás zonas vecinas o lejanas. Hasta qué grado, por ejemplo, los Estados Unidos dependen del orbe británico o pertenecen a la paz británica. Hasta qué punto depende de ellos el resto de nuestra América, y si esta dependencia es total, o si es graduada a su vez según las diferentes zonas. Hasta qué punto la zona platense depende del sistema comercial británico. Cómo se gradúan y cómo pueden resolverse las intrincaciones británicas norteamericanas en zonas de influencia mixta, como el Brasil?
Todavía falta preguntarse, para admitir en los supuestos del problema todas las posturas mentales posibles, si es o no preferible para América ofrecer resistencia; si no debería siniplemente dejarse invadir de modo pasivo por la onda que barre a Europa. Pero desechemos al instante este punto de vista, porque lo que en Europa sucede es hasta ahora una destrucción y no una reconstrucción; y de aqui a que Europa comience su reconstrucción, habríamos perdido un tiempo precioso, y aun nos habríamos colocado, con punible imprudencia, en una situación de retroceso con respecto al estado de relativa incontaminación en que por el momento nos encontramos.
Todavía habría que consderar, junto al aspecto crudo de los intereses materiales, el de los intereses espirituales. Es más urgente la solución del primer punto, pero es más trascendente la del segundo. Las conocidas sentencias filosóficas dicen que primero es ser y luego ser de determinado modo. y que pri.
mero es ser y luego filosofar. pero esta partición de las nociones no indica en ellaspara nuestro caso una sucesión cronológica.
En nuestro caso hay que atender desde el primer instante a lo material y a lo espiritual. aquí entra desde luego la consideración de lo que América debe al pensamiento francés y de lo que puede esperar del pensamiento germánico, aun suponiendo que éste no se encontrase actualmente desviado o polorizado a la sola pugnacidad bélica, lo que ya supone un grave problema de saneamiento previo.
Tal es el panorama que tendrán a la vista los delegados americanos a la próxima Conferencia de La Habana. Ya se comprende, al solo enunciado de las cuestiones, que las elementales medidas de reorganización militar, servicio obligatorio, etc. no cubren la totalidad de los problemas, aunque sean medidas urgentes e indispensables.
La ardua misión de la Conferencia de La Habana puede resumirse en estas palabras: orientar el huracán. Ya que no es posible desvincular a América de la tierra, hacer que las fuerzas desordenadas lleguen hasta nosotros ¡No callemos, amigo mío: hablemos todos! REYES Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica