312 REPERTORIO AMERICANO Se trata de Kerylos (Es un recorte de El Tiempo de Bogotá.
Setiembre 15 de 1950. para tratar de explicarse algo del mundo; en esta edad que ha suscitado entre nosotros dos poetas tan desgarradores y representativos como Porfirio Barba Jacob y Víctor Amaya González, no dejará de ser aleccionadora, al me.
nos como punto de referencia, la obra esplendorosamente pagana y dionisíaca de Cornelio Hispano, que se exprime y concentra en Kerylos. luego, iqué prosa la de Hispano! Ella es áurea, límpida. cálida, como el champaña que rebosa de los vasos colmados. Aparecería que ciertos particulares de este libro debieran omitirse, en cuanto denotan us asomo de pequeña vanidad pueril o provinciana: la mención de los cargos que ha ocupado, distinciones que ha merecido, elogios que le fueron tributados, fiestas de sociedad a las que fué invi.
tado. Pero sucede que el libro se refiere a su vida, y es un acto de agradecimiento por su vida, y no importan las circur tancias más o menos fastuosas de vida, con tal de que el ánimo las reciba y estime como un don de la vida. Es la filosofía, la filosofía epicúrea, la filosofía como manera de ser agradecido, lo que hinche de Lelleza serena y madura aquella prosa insignie. Véase en la siguiente profesión de fe cómo espíritu y forma se integran en el libro de Hispano para darnos la sensación de la sophrosine helénica o sea el descanso del alma en la inmortal belleza. En armonía con mi temperamento, estudios, viajes, predilecciones de la inteligencia del corazón, adoro la santa naturaleza, que debe ser nuestro último amor, porque, cuando todos los placeres nos dejan y hasta las ilusiones pasan, sólo ella nos consuela de todo y nos rejuvenece. Y, con la naturaleza, que los antiguos no se contentaban con pintar, pucs siempre unían la pasión a la verdad, amo sus mejores dádivas: las bellas mujeres; los cuadros en que los maestros la interpretaron tan fielmente. Amo los puros mármoles del más glorioso siglo, las ideas más altas, los más libres pensamientos; todas las alegrías y dulzuras de la vida: la poesía que la magnifica y el amor que la diviniza.
Al sentirse llegar a aquella edad que los filósofos antiguos consideraban como término de la actividad irreflexiva y comienzo de la verdadera vida, que es la de la pacificación y la meditación, Cornelio Hispano ha pasado revista a los mejores recuerdos de su camino de hombre y de poeta, y nos los ofrece en la más plena, límpida y jugosa prosa que pueda escribirse en castellano. Es éste un libro lumi nosamente impregnado de paganismo; y por ese carácter de íntima y jubilosa madurez sentimental aparece más orgánico que varias de de las mejores páginas de Guillermo Valencia y de Silvio Villegas, paganos también, pero activamente interesados en la política colombia.
na. Sólo Max Grillo, Víctor Londoño y Rafael Maya han compartido, al través de toda nuestra historia literaria, con Cornelio Hispano esa devoción congénita, integral, sin alarde ni desfallecimiento, al ideal de la belleza clásica.
La vida de Cornelio Hispano, tal como aparece de este volumen, no es rica en peripecias patéticas. Sus conciudadanos lo han vis.
to vivir burguesamente, como cualquiera otro de ellos, ya desempeñando empleos consulares, ya ejerciendo sin sobrado renombre la profesión de abogado pleitista, ya cuidando con diligencia de los propios intereses pecuniarios, ya como frecuentador de ambientes diplomáticos y de los lugares públicos en donde se toma té y se baila pacíficamente. Pero él se ha visto vivir de otra manera. Se ha visto vivir por dentro y en la intimidad, como que es él mismo quien ha vivido su vida, y quien de su vida de adentro, y no de su vida de afuera, ha sacado su extensa, varia y célebre obra literaria. De donde ha sacado particularmente este libro, que es como el itinerario de su actividad espiritual, y que tiene un valor de obra definitiva.
Arota Hispano aquí las circunstancias y las emociones que sugirieron sus libros, sus poemas, sus indagaciones históricas, sus travesías por diferentes comarcas de la cultura.
Las impresiones de su valle y de su casa nativos, del ambiente familiar, de las leyendas circundantes, la atmósfera de su infancia y de su adolescencia. Las mujeres que ha amado y que ha admirado al través de los años, evoca.
das en aquellos momentos fugaces de disposición espiritual que sintetizan y quintaesencian toda una larga historia en el recuerdo. Las más sugestivas cosas vistas, la noche de París, el mar de Capri, el oro cálido de las ruinas de la Acrópolis recortado sobre el azul intenso de una tarde de Atenas. Los pasajes más inolvidables de los libros más bellos. Los hombres más ilustres y las damas más prestigiosas con quienes vino en contacto. La conmoción sentimental que en los sitios históricos le hizo evocar la hazaña y la gloria de los héroes.
Más elaborada por más culta, ésta también, como la de Francis Jammes, una letanía de los bellos recuerdos. Jammes daba gracias a la vida por la sombra del árbol, por el sorbo de agua, por el apretón de manos, por el oportuno silencio, por la palabra generosa. El laude de Hispano abraza sensaciones menos elementales, pero no menos hondas y memora.
bles. Quién que haya visto un día la Venus de Cirene no habrá de conservar ese instante Виіхись Cornelio Hispano en Bogotá (en abril de 1949)
cuando publicó Kerylos. Laudes de la Belleza y del Amor.
en su memoria con la gratitud al universo con que se rememora la fuente de agua virgen en mitad del asolado camino? Pero el agradeci.
miento que hace Hispano del dón de vivir, no es simplemente episódico, sino que constituye una filosofía de la existencia. El tiene una predisposición interna apta a la receptividad consciente de la belleza y de la verdad del universo; y su libro, este libro que explica y resume su entera obra literaria, es por ello un extraño y fascinante espectáculo. En esta edad nuestra del sobresalto y de la angustia; en esta edad que ha tenido que inventar para su propio uso una filosofía la filosofía de la angustiaJuan LOZANO y LOZANO Quién era Bernardina Ibáñez Por Cornelio HISPANO (En El Tiempo de Bogotá, Agosto 1o de 1950. En pasada edición de El Tiempo, y con ejemplares de ese libro lo envié a Genaro Paocasión de un artículo del doctor Jorge Asaf yán, a Liverpool, donde desempeñaba el consobre Bernardina Ibáñez, publicado en la Re sulado general de Colombia. El de mayo del vista de América, el director de El Tiempo año siguiente, 1925, salió Genaro, en compaescribió: Cornelio Hispano pudiera decirnos, ñía de Rafael Rodríguez Altunaga, ministro a propósito de este pleito histórico literario de Cuba, a recibirme en la estación Victoria entre el señor Naranjo y el señor Asaf, la úl de Londres, y después de saludarnos, entre otras tima palabra. En el Suplemente Literario cosas, me dijo: Te tengo una sorpresa, una de El Tiempo se publicó una nueva carta del carta de Bolívar para Bernardina Ibáñez, de señor Naranjo sobre el mismo tema y a esas la que tú hablas en la Historia secreta de Bolipublicaciones me refiero.
var; se encontró el original en una librería de Ante todo, debo agradecer al señor direc viejo de Changing Cross. donde tú comtor de El Tiempo que me haya proporcionado praste en tu primera visita a Londres, algunos la ocasión de rendir un ecuerdo cariñoso a libros para tu viaje a Italia y Grecia; la carta mi inolvidable amigo, desde los claustros de la publicó un diario de Londres y te guardé la Universidad de Popayán, hasta los últimos el recorte. Cuando en 1922 publiqué en días de su vida en Nueva York, Genaro Pa Bogotá Bolívar y la Posteridad, inserté, en las yán. fines de 1924 publicó la casa Ollen últimas páginas, como Apéndice, varios docudorff, de Paris, la primera edición de mi His mentos y cartas de amores de Bolívar que no toria secreta de Bolivar. Uno de los primeros alcanzaron a salir en la primera edición de la Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica