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REPERTORIO AMERICANO 291 los en trazas dos en el llano, al lado de esa pechada de búfa cosa viva, se quedan paradas, faltas de aire, o se Otros vendrán que lo consumarán. Mejor es la que el viento tal o cual se individuali alcanzan y se funden rápidamente. Un poco más, dejarse el éxtasis pecho adentro, que estropearlo za, volviéndose persona y soltando interjección y ya la niebla se ha cerrado y la fiesta se acaba, dandole a tercias en un relato manco.
propia. La pobce nieve vuela hecha trizas, dentro porque el donaire estaba en su ronda de niñas y Después de unas cuantas horas de mirar aquel de la gran ventolera, dueña de la maniobra. To cuando ya se apelotonan, la masa malogra todo el campo de fuegos trémulos, de recoger el zodíaco do está bien mientras uno no se aturde. dice juego.
cortado de casilla a castilla, al igual de calcoel mulero, y hay que tener sus oídos para que Cielo máximo. Por la nohce de enero, después siado fuerte, entra con cierta extrañeza desde esa manías, el turista rendido de una jornada demadaese entero y sentirse completo en medio de la del calor, el disfrute de los huéspedes de la montamuela del huracán.
anchura desatada al cuarto angosto del hotel, Mientras más violenta es la crisis, más pronto ña chilena, es un cielo nítido, de grandes constelaalumbrado por una pobre lámpara plebeya.
se agotan los operadores históricos: relámpagos, lo nocturno de Río Blanco maravilla y espanta; de ciones, que no se alcanza en ninguna parte. El cieMúsica bárbara. Antes de hacerlo dormir, rayos y vientos hacen tal gasto en la hazaña, que él me acordaba yo leyendo los versos de Rilke en la Cordillera le dará todavía otro de esos regalos su violencia baja bruscamente. Es una de las velas Elegias de Duino: Porque lo bello es tan leidades de la montaña andina, criatura temcuyos que parecen acometidas, siendo no más que sólo el primer grado de lo terrible; apenas lo sopor unas caricias cuya gracia excede a sus pobres corperameental. la de crear la tormenta en instantamos, y, si podemos admirarlo, es porque él se tejadores.
tes, cercar su masa como un puño ciego, y coro vida con desdén de destruirnos.
La hora de la siesta es la de las avalanchas de tar de golpe, antes de haberla agotado, su fechoLos turistas, en una necedad común, se encie nieve; pero los andinistas dicen hacia la mería tremenda, quedándose en tal sosiego que se que fran en el hotel de la Cumbre o en el estableci dia noche sobrevienen los más fuertes rodados creería que nos hemos soñado la baraúnda. Esta miento de Río Blanco, a jugar cartas y a con o derrumbes de piedras. El viento sacó de quicio recomenzará después, si no se liquido el stook del nubarrón; pero en versar a lo criollo, largo y tendido, después del los peñascos menos seguros y el derrumbe cae la pausa resuellan por lo dia de caminatas en un aire tónico, que relaja hacia los vallecitos en un rebotar estuendoso bajo, y como rehaciéndose, los toros de la lidia.
La montaña hace un movimiento de sus miemcomo el vino viejo. El día ha podido ser bueno, de zancadas gigantes.
bros, se distiende, se estira, se recoge, y vuelve a pero la noche estrellada que se pierden es la fasEl oído desvelado conoce entonces una Cordicinación cabal.
llera carente de la eternidad que le adjudican su orden.
Durante el día, la limpidez de cumbres y de los textos, un elemento provisorio, que falla como He visto un grupo de arrieros cordilleranos volver por el valle de Río Blanco al día siguiente flacos, habituados al valle; atmósfera más lastima que deleita nuestros ojos los otros, la divinidad sujeta a accidentes, y que de la tormenta, y nunca he querido más a nuesaquellas cimas, según lo entiende la oreja fantástica del desvelo del miedo nuestros, parece vacilar en sus vigas tro pueblo que oyendo al grupito descalabrado aquellos campos de nieve, espejean más allá de contar el trance. Los tres o cuatro hombres tracuanto puede tolerar nuestra vista sin hábito de y sus ejes mismos.
ían la desarrapadura en que quedan los huertos diamantes. Ahora ha venido la noche y la uma En las grandes pausas que dejan los derrumde Elqui después del ventarrón; llegaban como del aire regala solamente unas grandes estrellas. bes, se tiene una compensación preciosa: son las vueltos del revés, con su cabeza y sus barbas mePara gozar cielo estrellado no hay sino los teles casacas menores, que en el abra de la cumbre o sadas y aporreadas del percance, y sus copios mayores o la cordillera de los Andes. en el valle de Río Blanco, hacen una conflagradeshechas daban la figura de la cabra del cuento Las constelaciones se ofrecen sin búsqueda en ción de música, cayendo sin descanso por los la claridad primaria de un mapa astronómico de faldeos verticales. Los glotones de sucesos, no que se peleó una noche con lo sobrenatural. Enescuelas. No es solamente que ellas sean rotun dan importancia en el dia a las caidas de agua, tre bufonadas y tragos de ponche (1. contaban la carrera desde el punto en que los cogió decir, en aguas vivas. El firmamento hierve de das, sino que están en carne viva, o habrá que que llamamos cascatelas, que apenas tienen caudal y que no alcanzan nombre ni mención del la tempestad hasta el puerto o reparo de piedra. resplandores; un inglés mal y buen hablador de guia caerilano (1. Apenas nos damos cuenta Ellos se conocían a la Cordillera brava y éste era uno de tantos lances con la cosa viva. Entre las español, me decía que tumba de estruendo. Es de ellas caminando, de cuántas caen en tortrellas rasas, estrellas mondas y directas; un cielo no al cerro chanzas de los batidos, yo me acordaba de la de cuántas se nos dieron ancruz maciza del Cristo de la Cumbce, dando la montaña, aunque son tan llenas de graque se tiene como pecho a pecho, un firmamento los vientos han torcido no poco, cruz de la concordia tonico, que los mineros de Coquimbo llaman cia bajando en madeja tierna por la brutalidad chileno argentina, puesta a prueba de la cólera cielo macho. El poeta austriaco lo habría sade las faldas. Las insignificantes se imponen, al bido dar en su hermosura como en su espanto.
venie la noche, a los sentidos que, ya vacantes, de los vientos y cosa fuerte y frágil a la vez, La noche andina no puede ponerse en affiches se les dan, atienden a los habladores, acaban según la paz de los hombres.
de turismo, al igual de los ventisqueros y los pi por encantarse de oírlas.
La niebla. Las contadas forman las solem cachos fotogénicos. esa nohe es nada menos Hablan todas juntas, desde las lejanas que nidades sacras del organismo magnético, que los que el fondo de la copa del andinismo, lo más crean un fondo neutro, hasta las próximas y las geógrafos llaman Cordilleca. Prefiero a ellas las rico irmediatas que son rotundas. La danza de la nieу lo más fuerte entre los logros que persifiestas menores que yo, mujer flaca, me tenía guen los equipos apasionados de la montaña. bla, que ya contamos. se trasmuta en juego muen Río Blanco cualquier día. El juego de las nie Lon Andes resultan alucinación continua, alu sical: el de una larga cabalgata que viene, se blas pequeñas lo cuento como lo mejor.
cinación de vista y de oído, para cualquiera que acerca y no llega nunca. Hay en nuestro folklore Poco después del deshielo, o al atardecer, tras no sea el montañés familiarizado con su magia, el mito no recogido del galope de un hombre una siesta calurosa de mucha evaporación, las casado con ella desde que abrió los ojos. Yo guarque viene por los cerros y que dejan en la espera faldas medias de la montaña se llenan de una do de esas noches cierto delirio de estrellas que al desvelado que lo oyo desde su lecho. Tal vez guiñaperia errante, o de una procesión de almas no supe contar entonces, que no he sabido decir en pena, o de grandes hálitos que suben de las después y que tampoco acertaré a escribir nunca. 1) Trabajador de la vía férrea.
cuchillas y de las quebradas. Los que hablan de la montaña amojamada parece que nunca vieron este cortejo de las nieblas bailar desaforadamente sobre las faldas. Alucina la fantasmagoría de esos vapores a medio hacerse y deformarse. La claridad del dia o la vaguedad del crepúsculo se llena de larvas como diría el (Santiago de Chile. Correos: Casilla 2787)
amigo ocultista; pasa la Santa Compaña (2)
del folklore español, lenta y pegajosa; el aire se Los últimos libros: vuelve una masa misteriosa de acuario, por la cual cruzan, grises, algodonosos, amarillentos, unos pe.
Paul de Kruif: El combate de la vida.
ces ciegos de formas estrambóticas que son las imaginaciones de la montaña, Vuelan, venidas de todas José Luis Sánchez Trincado: Gramática Castellana. Para uso de los partes, tanteando mañosamente; pasan muy airoGrados finales de la primaria y primeros de la secundaria. sas, a veces, como criaturas lúcidas y a veces torpes como los sonámbulos; cruzan por nuestra cara en Jean Francois: El affaire Rohn. Hitler (La noche trágica del 20 de junio de 1940. 1) Bebida de leche y alcohol de uva. 2) Procesión de muertos.
que Ediciones ERCILLA Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica