REPERTORIO AMERICANO 19 da, de la que espero conseguiremos tando la gloria, y acabó por ser, en terrarlo, suponen muchos que San amo se moría cuerdo; que es Sanredimirle los quijotistas, que somos el fondo, y aunque él mismo no lo cho no murió, y hasta que es in cho, digo, el encargado por Dios debemos ser sanchopancistas a creyera, uno de los hombres más mortal. el día menos pensado para asentar definitivamente el quila vez.
desinteresados que haya conocido nos vamos a encontrar con la sali jotismo sobre la tierra. Así lo es.
Afortunadamente, como Cervan el mundo. cuando Don Quijote da de Sancho, el cual,, montado en pero y deseo, y en ello y en Dios tes no fué, según dije, sino en par se moría cuerdo, curado de su lo Rocinante, que tampoco murió, y confío.
te, y muy en parte, autor del Qui cura de gloria, Sancho se había revestido con las armas de su amo, si algún lector de este ensayo jote, quedan en este libro inmortal vuelto loco, loco de remate, loco por que para el caso se las arreglará dijera que todo esto no son sino todos los elementos necesarios pa la gloria; y mientras aquél abomi el herrero del Toboso, se echará a ingeniosidades y paradojas, le diré Ta restablecer el verdadero Sancho naba de los libros de caballerías, los caminos a continuar las glorias que no entiende jota en achaques y darle la fama que merece. Pues el buen escudero le pedia, con la Cie Don Quijote y a hacer triunfar de quijotismo, y le repetiré lo que si Don Quijote estuvo enamorado grimas en los ojos, que no se mu. de una vez el quijotismo sobre la en cierta ocasión dijo Don Quijote de Dulcinea, no menos lo estuvo riese, sino viviera para volver a sa tierra. Porque no nos quepa duda a su escudero: Como te conozco, Sancho, con la circunstancia de que dir a buscar aventuras por los ca de que es Sancho. Sancho el bueno, Sancho, no hago caso de lo que diaquél salió de casa movido por el minos.
Sancho el discretc, Sancho el sences.
amor a la gloria, y Sancho por el como Cervantes no se atrevió cillo; que es Sancho, el que se volamor a la paga; pero fué éste gus a matar a Sancho, ni menos a en vió loco junto al lecho en que su MIGUEL DE UNAMUNO Fel el Timido (Envio del autor. Heredio, Costa Rica, enero de 1940)
Muy respetuosamente al Lic. don Leon Cortés, que defendió en la causa al protagonista de este cuento.
Tan abstraído venía, que se detuvo bruscamente con los ojos muy abiertos, haciendo la señal de la cruz, por si era alma del otro mundo quien le hablaba. Pero al volverse a la tranquera, donde acodada coquetamente estaba Miquelina, el alma le volvió al cuerpo y en sus labios temblorosos iluminó una sonrisa. Era Usté. Si Felillo, te asusté? Toavía no te se quita el miedo. Es que venía muy distraído, Miquelina. como está la salú. Muy bien, Felillo; y muy contenta; te contaron que el veinticuatro de diciembre me caso. Siempre con Jelipe Arcia. Si. Quedas convidao. No faltés Felillo.
Tía Ramona va a hacer la torta de novios; ya sabés como la hace de rica. Güeno, Miquelina, Dios te acompañe; voy a la pulpería; si algo te se ofrece. Nada más que si ves a Jelipe me lo espantás aca. Dicile que hace rato lo estoy esperando.
Calle larga, interminable, que se adentra en la campiña, como colosal serpiente deseosa de ganar la montaña. La luz del crepúsculo, oro y violeta, dibuja en el polvo los caprichosos arabescos de las ramazones de las cercas.
La sombra baja a dormir en el mullido lecho de los potreros, y con la luz que se apaga, van esfumándose las siluetas de las vacas y caballos que mordisquean el zacate verde. De vez en cuando el mugido de un toro, descarga como un latigazo en el paisaje adormecido.
Allá viene Rafael Morales, el pobre de espíritu del Barrio, a quien llaman con compasión y cariño las gentes, porque es bueno y servicial como pocos, Fel el Tímido. Como es fin de semana, y los sábados hay tertulia en la pulpería del pueblo, viene mudado con su ropa dominguera. Sombrero de palma, camisa de manta, pantalón de mezclilla y pendiente al cinto, lo que él más quiere en la vida, la cruceta que le obsequió su padrino, don Salomón Segura, un gamonal del pueblo que lo crió bajo su amparo. En esa cruceta concentra Fel el Tímido, toda la gratitud y el cariño que siempre profesó al padrino Salomón; no puede olvidar que lo recogió muy chiquito, apenas quedado huérfano; que siempre lo vio como a un hijo de la casa, a la par de Miquelina, la única hija de don Salomón, y por eso los dos ojos de su cara. El padrino Salomón, que nunca lo ofendió llamándole cobarde. No hay dia que no recuerde la ocasión en que le obsequio la cruceta. Felillo, todo el mundo cree que vos sos un cuilmas. Pos yo no. Los nervos se curan cuando uno se hace hombre. Tomá esta cruceta pa que defendás con ella el honor de mi casa.
Desde entonces ha pasado algún tiempo.
Don Salomón murió. Miquelina se fue a vivir con su tía Ramona, y él, Fel el Tímido, salió de la casa donde había transcurrido su infancia, a ganarse la vida y se hizo hombre. Sí, ya soy un hombre, se ha dicho muchas veces, pero estos malditos nervos no se me curan, y entonces, su mano busca el puño de su cruceta, como para apretar en ella la mano protectora y generosa del padrino Salomón.
Hoy viene silvando Fel el Tímido una tristona melodia; con las manos en los bolsillos, camina con la vista baja, mirando como los toscos dedos de sus pies descalzos levantan el polvo al andar. Adiós, Felillo.
Miquelina, tenés que confesámelo ahora mismo. Nada tengo que ver con ella, Jelipe. Vos sabés que nos criamos juntos en casa de padrino Salomón, y que si la quiero es como a una hermana. Entonces, con todo el diablo, porqu es que la mirás como un bobo, y te quedas viéndola como ido cuando ella conversa con yo. Porque padrino Salomón me recomendo que cuidara su casa, y de la casa de padrino hoy sólo queda Miquelina. Por Dios, Jelipe, no pensés en tonteras. La cuidás de mí, baboso. De vos y de todos. si a mi se me antojara hacele algo a Miquelina. Te mataría con esta cutacha.
Al empuñar Fel el Tímido el puño de su cruceta, tuvo la sensación de que el padrino Salomón le estrechaba su mano agradecido.
Ante la amenaza de aquel simple, que él como todos consideraba un cobarde, Felipe Arce, intentó reir, pero la risa no brotó de sus labios. Entre la sombra los ojos de Fel el Tímido, parecían disparar fogonazos terribles, y Felipe tuvo temor. Un tonto es bueno para una tontera, se dijo, para explicarse el respeto que le infundía Fel el Tímido, a quien nunca ha.
bía visto en aquella actitud amenazante. vos te disgusta que yo jale con Miquelina. No, Jelipe, vos sos hombre de trabajo y honrado, y Miquelina iría bien casada con vos; eso sí, mientras jalés con ella, tenés que respetala. Fel el Tímido, continuó su camino silbando su triste melodia. Unos pasos después se detuvo. Oyí, Jelipe, la Miquelina te está aguardando en la tranquera. Me dijo que te espantara allá.
En el recodo del camino, aguardaba Felipe Arce, el novio de Miquelina a Fel el Tímido. Mirá Fel, y es la tercera vez que te veo conversar con Miquelina. Te he advertio mucho qu eso no me gusta. Fue qu ella me llamó, Jelipe. Además te he visto escondío inspiándo.
nos cuando conversamos. Qué te tenés vos con Caballeros; sus vestidos de casimir, Señoras y Señoritas: sus abrigos a la medida o sus vestidos estilo sastre, sólo la Sastrería La Colombiana La pulpería del barrio, donde la lengüeta de luz de la lámpara de canfin, es como un puñalillo de fuego, que un diminuto espadachín esgrime en desigual lucha contra la sombra, que penetra en ofensivas monstruosas por las ventanas y la puerta de la estancia. apenas puede iluminar débilmente, la estantería donde latas, botellas y paquetes se ufanan en llenar los espacios vacíos, y los rostros agrestes de una docena de campesi que sentados en cajones, otros en cuciillas, chupando algunos el puro chircagre, y escupiendo otros por el colmillo, hacen rodar el rutinario disco de su conversación referente a serpientes venenosas, espantos y hombres valientes.
Juan Núñez el Ñato lleva la palabra, con tando como en el callejón de los Otárola lo persiguió una luz azulada, cuando entra Fel Morales, el simple, y se sienta en su rincón de FRANCISCO GOMEZ e HIJO podrá complacerlos; única especializada en esta clase de trabajos.
HAGA UNA VISITA SERA BIEN ATENDIDO Av. Central. Frente a las Cías éctricas. TELEFONO 3283 Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica