REPERTORIO AMERICANO 57 Habla y acusa una maestra de escuela Renglones explicativos do la justicia ni el Derecho no defienden a los rcos políticos que llenan las cárceles. Señala nombres de reos la maestra, por si alguno osara afirmar que ella miente. deja en la conciencia del pueblo vibrando esta verdad que los altos y poderosos señores del Gobierno, o sus familiares, son los autores del crimen de las drogas heroicas. Mataron estos hombres la libertad de Imprenta, pisotearon la Constitución, legalizaron todo lo ilegal, apresaron obreros, mataron indios, y por sobre todos estos crímenes enseñorean ctro: ei de seguir matando con el veneno de las drogas heroicas.
La maestra acusadora es Amparo Casamalhuapa, niña de pocos años, limpia de alma, cancelada y perseguida por el delito de ser digna y de no servir con su pluma y su palabra los intereses de los enemigos de la dignidad humana.
Hablar en El Salvador como lo hiciera Amparo Casamalhuapa, es desafiar conscientemente la muerte, es llamar a las puertas de la cárcel. Todo lo sabía esta niña de cuerpo frágil y de alma de montaña, de modo que su actitud es la acti.
tud de los héroes.
Esta era una mujer valerosa y única, dira la tradición al encomiar a Amparito, y lo dirán también los novelistas al describir los dias negros de El Salvador, que empezaron en 1932. Porque es ya mujer de leyenda y de novela esta Amparito Casamalhuapa. Es la heroina que muestra públicamente las llagas de un Gobierno que asienta el poder sobre despojos de hombres. Solo una heroina podia realizar prceza igual. Mujer fué aquella soberana Pola, que armó a su novio para que fuese a pelear, y cayó en el patíbulo junto a él. mujer fue también aquella Amparito Casamalhuapa, que un martes 29 de agosto de 1939, desde la tribuna fustigó a los tiranos de una tierra que no merece la maldición de soportar verdugos.
El Salvador tiene en Amparo Casamalhuapa la escritora a quien hoy presentamos a uno de sus más altos valores morales; su magisterio, a una maestra de la más pura estirpe; y su ciudadanía, a un ojo vigilante, un oído atento, una conciencia diáfana y a un espíritu en vibración permanente ante las reacciones que ofrecen las injusticias, el dolor y la miseria de su pueblo. De espiritu generoso, ella se da sin reservas a su patria en un afán do servirla aún a costa del propio sacrificio.
Maestra por vocación (lo es desde los quince años y frisa actualmente en los 25. ella se ha entregado a su profesión con un sentido religioso, con pasión casi mística, Alejada de las aulas oficiales, ella se improvisa escuelas para sus párvulos o va a las nocturnas de obreros a impartir gratuitamente sus enseñanzas.
Pero al actual gobierno de aquel país no conviene que maestros como Amparo Casamalhuapa tengan a su cuidado a los hombres del futuro y el anillo de acero empieza a presionarla hasta que un día de tantos se ve despojada de las aulas y tiene que buscar el sustento en una oficina como taqui mecanógrafa. Mas aquel sentido místico que de su profesión magisterial tiene, la hace comprender que un aula se puede improvisar en cualquier parte, siempre que hayan oídos prestos a escuchar la buena nueva y es así como en la mañana del 29 de agosto de 1939, con ocasión de conmemorarse el aniversario de la trágica muerte del General Gerardo Barrios, ella dicta al pie de la estatua ecuestre del héroe esa bella lección de cívica que constituye el discurso que hoy damos a conocer a nuestros lectores. Para medir el tamaño de este gesto, para comprender el alcance de esta voz, menester seria trasladarse a El Salvador, país que hoy atraviesa por una de las tiranías más oprobiosas y en donde es candidato al patíbulo quien ose decir verdades de este jaez.
Amparo Casamalhuapa anda huyendo desde ese día. Sus jefes se vieron en la necesidad de despedirla de su empleo. Es, pues, una víctima más que se suma el señor general Martínez. Ojalá este sacrificio no sea estéril y que esta alta lección de civismo, que estas voces desgarradoras del patriotismo sincero hagan un dia el milagro de dar vista a tanto ciego, oído a tanto sordo, movimiento a tanto tullldo y vida a tanto muerto.
BRIXEN Amparo Casamalhuapa (1939)
Discurso pronunciado por la señorila Amparo Casamalhuapa el 29 de agosto de 1939 (Día de Gerardo Barrios. Sola fuerto en su debilidad la maestra se yergue en la tribuna.
Va a hablar en nombre de los miles de hombres que no pueden hablar. Va a acusar en nombre de los miles de madres, de hijas y de esposas que no pueden acusar. La maestra representa en la tribuna la Razón vejada, la Justicia burlada, el Derecho engrillado. Por todo un pueblo oprimido, la maestra dirá su protesta. La dirá donde la escuchen todos, donde la bigan los enemigos del pueblo, donde los cien esbirros impune la mano para matar disparen contra ella.
La maestra no vacila. Es firme su palabra porque ha sido tejida con fibras de justicia y sostenida por la mano santa de la verdad.
El Poder es omnimodo y puede matar, flagelar, encarcelar, sin darle cuenta a nadie, ni a Dios mismo. pues que Diosallá en El Salvador está con el Gobierno, si es verdad que representan a Dios los hombres de sotana.
La maestra acusa. Vedla ahí, débil paloma entre salvajes cazadores. Es fuego su palabra, calienta la fe de los opresos y quema a los vordugos. Acusa y es fuego porque es verdad su palabra.
Muchos años, impunemente. desde Casa Presidencial. los hombres del poder la vendieron drogas heroicas al pueblo, y bajo la influencia demoniaca de las drogas malditas, a la cárcel fueron, convertidos en asesinos, muchos hombres que sin el veneno en la sangre no habrian sido criminales. la prostitución rodaron muchas mujeres de alma pura, seducidas por los mismos que vendían drogas. Los manicomios se llenaron de locos.
La prensa amordazada, afirma la maestra, no puede enjuiciar a los contrabandistas. Los jueces que no están sirvienEl espectáculo es emocionante.
El parque donde Gerardo Barrios saluda a su heroico pueblo, está lleno de gente.
Las barriadas donde el hambre es más grande y la desnudez más visible, enviaron esta mañana del 29 sus hijos a escuchar. Niños palúdicos, mujeres de macradas, obreros cesantes y algún maestro de escuela, son auditorio leal. Entre éste, ciones de esbirros de feo mirar, lista la oreja para coger noticias y llevarle informes a la temida policia secreta.
Las almas tiemblan. Hay miedo en los corazones, Con mi palabra limpia de soborno y de intriga, vengo a rendir homenaje a la memoria del Capitán General José Gerardo Barrios Espinosa, por invitación de la Sociedad que lleva su nombre. La Sociedad me pidió una oración fúnebre, un discurso de exaltación para aquel mártir de las más nobles causas, pero mi juventud y mi deseo de colaborar por el bienestar de mi Patria, sólo pueden tomar del pasado un ejemplo para las luchas presentes. Es por esto que mi espíritu se limita a invocar en esta hora de doliente conmemoración, al espíritu viril de aquel militar insigne, para que mis palabras caigan en tierra fértil y sean una lección viviente. Señores: El Salvador no debe ni puede olvidar a los hombres que marcaron una trayectoria luminosa en su vida; y es porque la inquietud y el anhelo de mejorar está palpitando en nuestra sangre, por lo que hoy hemos venido a recordar al ciudadano respetuoso de la ley, al militar que dió lecciones de bravura y de honor, al estadista generoso que dió alas al pensamiento y am Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica