226 REPERTORIO AMERICANO así llega, más ligeras sus alas, a este piadoso remanso de nuestras glorias, redivivo en el alma de su pueblo como las creaturas imperecederas de sus romances. Con ellos continuará su diálogo el maestro, por sobre los aledaños de la muerte.
Quedará su gran sombra bajo estas bóvedas. con él y en la inmortalidad el cortejo de sus creaturas ideales, trasmitiéndonos el mensaje del infinito, tal así como esos perfumes legendarios del Eritreo, adelantándose al viajero sobre las ondas, para anunciarle el reino maravilloso.
Otros perfumes preceden a Reyles y al cortejo heroico, que avanza con él en este sagrado ámbito de la patria. Llegan los unos de nuestros trebolares nativos; los otros de los clave.
les de su ciudad bruja. en una noche de azahares y de luna. y por último aquellos que vienen de los vergeles espirituales del mundo. donde ha brotado el árbol de Minerva: el háliito de las rosas de Francia.
José ANTUÑA Tres artículos memorables quemos al escritor y al hombre; a su obra y a su espíritu. El escritor y el hombre, resultan, en verdad inseparables en la obra de Reyles.
Gran señor de las letras y gran señor de la vida, su estilo está en su vida, y su vida en la calidad estética y humana de su obra. Violento sin demagogía, exuberante sin tropicalismo. no de otro modo lo veía Rodó, hombre, pioneer y escritor, abrazándose a la moderna aventura del trabajo: a la faena de la tierra fecunda y en el marco de nuestra vida domesticada rebanega, cuando no vulgar y estérilmente anárquica, obstinado en su idealidad de innovación y de conquista; de peligro y de gloria.
Gran señor de las letras y gran señor de la vida, enfra al Panteón de nuestros grandes muertos, como una de las figuras más típicamente representativas del espíritu del Uruguay y de América. El definió su obra como el resultado de una tensión vital, un cuerpo a cuerpo con la resistencia bruta de las cosas y el mundo. Quiso, pensar la vida y vivir el conocimiento. y la descomunal aventura no lo arredró, ni aún mismo frente a la tragedia de la vejez y los bienes perdidos. Por eso le fué dado culminar en su empresa y morir en paz con su voluntad y su ambición.
El hombre fué diverso, como fueron diversas las tonalidades de su vasto pensamiento y de su obra; y tuvo la visión compleja de las cosas, y al revés del sectario cambió verdades sin contradecirse. Pero al final, triunfador y todo, pudo interrogarse como Maurice Barres. he aprendido, he trabajado, he servido pero. qué hice yo de mi propia felicidad. Hemos dicho como el hombre vivió admirablemente confunddo en su estilo y en su pensamiento. Con ello abarcó el escenario total del mundo; lo singular ni lo lugareño lograron disminuir su hondo sentido de la unidad y de la identidad del precipitado humano. Pero él, que creia, con Mauriac, que el novelista es de todos los hombres el que más se asemeja a Dios, creando seres vivientes, inventando destinos, hilvanando acontecimientos, coincidía también en que el verdadero fundamento de la gloria consiste en dejar una obra que refleje los caracteres de la raza. Reyles dió cima a esa obra.
Nunca dudó cómo, aún mismo sobre los más encumbrados personajes históricos, se sitúan esos vástagos de la mente, imaginarios, sí; pero nutridos de las entrañas de los pueblos, las razas y la humanidad: Prometeo, Fausto, Hamlet.
El también había concebido a esos vástagos en los más dilatados horizontes del espíritu y la montalidad universales. Ya en su iniciación literaria, bien castiza desbordaba sų arresto genial tanto al admirable regionalismo de Pereda. como al admirable urbanismo de Galdós. de aquí la factura apasionada de sus romances, a veces romántica y a veces sombría; y luego el sentido de lo patético, la sutilidad mundana que hace pensar en Stendhal o Balzac o Bourget. eran las páginas de vigoroso dinamismo verbal en que culminaba un conflicto, un carácer, un destino, una crisis, que hacían pensar en la técnica de los novelistas ingleses: Dickens, George Eliot, y también en Tolstoi. luego los otros aspectos de su obra, en los que, por una maravillosa transformaciću de su estilo, pasaba de lo que se ha llamado el idioma pensado de los clásicos, al idioma activo de los novelistas y dramaturgos subsiguientes, desde Daudet, hasta Bourget y hasta Proust, De tal modo sintió y creó hasta los últimos tramos de su copiosa labor: complejo, incisivo, ambicioso; esorutador audaz de todos los filones de la conciencia humana, y siempre avizor frente a todas las perspectivas del mundo y de la vida. Lo esencial, decia en uno de sus últimos escritos, refiriéndose a las creaciones de Dostoiewski, Proust y Joyce, es la calidad y la fuerza de la ficción y el arte con que el novelista coordina, anima y trueca los elementos heteroclitos que le suministra la vida con los cuales urde la trama sutilísima de sus mundos mágicos.
Reyles interpreto, hasta el fin de su largo esfuerzo y ya en las vísperas de la muerte, la posición moral del novelista contemporáneo, en su admirable ensayo sobre el arte de novelar. asimilándola a la búsqueda de la atmósfera y el timbre de la conciencia naciente y de la nuewa realidad, frente a este mundo nuestro, el más confuso y atormentado y caótico que vieran los ojos humanos.
Pero Reyles fué también el novelista de su tierra y su raza. Del terruño uruguayo; de la raza hispana. Su gran crítico, sorprendió en este aspecto de su obra algo así como un hito terminal. en la conciencia y la revolución artística de la vida del terruño. la fuerza plástica y el color.
Se apagó su existencia en el dolor y la soledad, su fiel compañera. pero sin declinar, hasta su agonía, la potente voluntad de su pensamiento.
Lo mismo que en las horas plenas de su vida, se supo, como Nietzche, dueño de la sabiduría heroica. Por eso no sintió, en su desolado crepúsculo el sabor a ceniza, de que habla la Escritura. Al contrario; porque la inspiración lo retuvo hasta el final, dijo más de lo que sabía; hizo más de lo que pudo. todo ello en medio de la soledad y el dolor, los fieles compañeros de su vida, desde las lejanas horas doradas, en que el dandy de todas las opulencias, disfrazaba de dicha epicúrea a la cósmica zozobra de su alma.
Había pasado para él la hora de las violencias y las incontinencias, y se decoraba su atardecer de los más tenues matices. Fue cuando se lanzó a la conquista de su tiempo perdido, sintiendo como Proust la baldía aventura de los espíritus desvastados. ante la inminencia del naufragio alumbró el sentimiento de la continuidad del alma. La Irene admirable y la Pandora hechicera de sus Diálogos, ya habían depositado en su entraña, el deseo insaciable y la sed de infinito.
La mística de la fuerza y el oro, que él sustrajo del siglo materialista de su iniciación intelectual, se diluia en el mundo de los inefables fantasmas. Con materiales de la auténtica grandeza moral arrancó de su pecho el substractum del mundo exterior con que remataba su obra.
El afán de no dejar perder nada del flujo espontáneo del espíritu, en acuerdo con la preeminencia, en toda su obra, de la intuición sobre la deducción, del análisis sobre la síntesis, permite destacar un rasgo curioso en los artículos del reglamento que Descartes redactó para la reina Cristina en vista de la fundación de una Academia y que fué a llevarle en su último encuentro con ella, el primero de febrero de 1650. VI. Unos a otros se escucharán al hablar con dulzura y respeto, sin hacer aparecer jamás des precio por lo que será dicho en la Asamblea. VII. No habrá empeño en contradecirse, sino solamente en buscar la verdad. VIII. Sin embargo, a causa de que la conversación sería muy fría si nadie dijese otra cosa que lo que habría meditado anticipadamente, después de que todos hubieran concluido de hablar, será permitido a quien primero haya expuesto su punto de vista decir lo que juzgará a propósito para defenderlo contra las razones de los que habrán propuesto otro, y también será permitido a éstos el responderle. Leon Brunschvicg, en el precioso librito: Descartes. Selección de textos. Editorial Sudamericana. Buenos Aires. 1939)
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San José, Costa Rica AGENTES REPRESENTANTES DE CASAS EXTRANJERAS Cajas Registradoras NATIONAL (The National Cash Register Co. Máquinas de escribir ROYAL (Royal Typewriter Co. Inc. Muebles de acero y equipos de oficina (Globe Wernicke Co. Implementos de Goma (United States Rubber Export Co. Máquinas de Calcular MONROE Refrigeradoras Eléctricas NORGE Refrigeradoras de Canfín SERVEL ELECTROLUX Plantas Eléctricas Portátiles ONAN Frasquería en general (Owens Illinois Glass Co. Conservas DEL MONTE (California Packing Corp. Equipos KARDEX (Remington Rnad Inc. Maquinaria en general (James Motley, JOHN KEITH Socio Gerente RAMON RAMIREZ Socio Gerente