74 REPERTORIO AMERICANO mo se consigue plenamente, con profundidad de sentimiento y veracidad, en el Romance de la Mal Casada. Unas veces se abandona, en graciosa pereza ante temas y medidas intrascendentes, rozando simplemente su aguda sensibilidad poética que requiere mínimo esfuerzo para alcanzar finura y donaire, y otras, sacudiendo la inercia característica del que escribe apoyado en una innata capacidad artística, llega a magistrales concreciones como en el poema señalado Romance de la Mal Casada que por sí solo acredita el temple artístico de Umaña Bernal.
Conforme las conquistas en el terreno van ascendiendo y ampliándose, a medida que el dominio genérico se consigue, el estilo se aliviana y se sutiliza, cual sucede con Gregorio Castañeda Aragón. No de ahora, sino de siempre me ha gustado. Sus poemas afro vocales, y muy especialmente los motivos marinos que constituyen casi su mística. obligan a calificarlo en lugar preferente entre aquellos que han llegado al sitio en que la poesía puede producir sobre sí misma. Su trazo ligero, sin el peso de un excesivo ropaje, su diafanidad y colorido, hacen de Castañeda Aragón el acuarelista de la poesía colombiana de hoy. cuando la producción llega a cierta madurez, la profetizan revolucionarios, la aquilatan Maestros, la depuran estilistas; se ramifica, entonces, se subdivide, y las gamas del colorismo y del tipicismo hacen su aparición, respectivamente, con Gregorio Castañeda Aragón y Jorge Artel. El tipicismo americano en su conjunto es similar. Obedece a una vibración unas veces nacionalista y otras racial, pero, en síntesis, tiene para uno y otro país lógicos e indiscutibles nexos. Por eso Jorge Antel ha chocado, al concretarse vocacionalmente a un estilo singular, con el prestigio imperecedero de Nicolás Guillén. Su obra tendrá realce sobre tan sólido dique en la medida en que se colombianice aún más, en la acepción extensa del vocablo, pese a que para ello deba apartarse un poco no mucho del sonoro ritmo de su sangre.
Siguiendo la línea ramificada en la cual he señalado los dos muy visibles anteriores caminos poéticos, que no podían, por ejemplo, incluirse bajo las calificaciones más gruesas de humanistas o cerebrales, resta por ver un tercer rumbo individual que marca con diafanidad y prestancia Luis Carlos López: el gran cantor del gracejo colombiano, la nota jovial y sincera dentro de un mundo el literario que tan a menudo se caracteriza por una seriedad a veces forzada. Los poetas humoristas están. en gracia a uno de tantos errores de interpretación y conocimiento. tan desprestigiados en la poesía como acontece, por idéntica equivocada razón, con los caricaturistas en la pintura o en el dibujo. Ambos géneros se califican de fáciles (aún está sin definir en qué consiste esa presunta facilidad. y no se estima, a priori, que un verso pleno de chiste, de gracia y de humor, pueda figurar a la par de la rezumante tristeza de un melancólico soneto. El pesimismo, la crítica demoledora, la actitud derrotista, parecen ser las únicas actitudes que convienen a un poeta, cuando no son la grandilocuencia y el tropicalismo del concepto y de la forma las posiciones que sólo merecen admisibilidad. tan ha llegado a formarse criterio prejuicioso en el asunto, que se hace difícil pensar que en una lírica revista o en una publicación artística de categoría, pueda figurar con méritos propios un pequeño poema, cuya lectura, sin mayores especulaciones ni minimos suspiros, nos produzca únicamente la legitimidad de una aleFragen an (in Closur succión del pasado y mirada de horizonte al porvenir, sintetiza una serie de vibraciones anteriores y abre el camino para nuevas experiencias. En poesía es aquel que, sin dejar de ser él mismo, dice mucho de los que lo precedieron. Para la lírica colombiana Rafael Maya simboliza este flexible gozne entre el pasado y el porvenir. La síntesis, la concreción en tal forma, es un bien entendido dasicismo. Por eso dice Eduardo Carranza, en vigoroso juicio, que Maya es un clásico nuevo, un poeta de siempre. cerrando brillantemente el camino para calificarlo en otra forma.
Una y otra vez he leído La Elegía de las Lámparas. Su estilo purísimo, su riqueza exquisita de imágenes, la finura de espíritu con que está pensado, atan ricos tejidos en torno a un tema viejísimo y explotado, haciendo con el todo un nuevo y desconocido motivo poético. No es aquí la metáfora el marco actual para un pensamiento arcaico, sino la forma que ésta toma cuando, vitalizada por la sensibilidad joven y amorosa del poeta, Maya inventa cariños nuevos para querer las cosas viejas.
De la síntesis clásica al movimiento pendular del equilibrio, de Rafael Maya a Germaa Pardo García, media solo un minuto de excelencia. Maya es la depuración mensurada del pasado, y Pardo García la consciente asimi.
lación de lo moderno. La diáfana madurez del verso de Germán Pardo tiene como fiel, constante engarzadura, la ponderación de su estilo, y ni aún cuando el clima es patético, como el maravillos poema Un hombre se ha extraviado. donde la tónica es de amarga tristeza, se siente impresión de desesperanza enfermiza. Como tampoco se percibe arrogancia veinteañera en La Vida. que, sin embargo, es una magistral exaltación de cuanto existe. Ante el tema místico, o religioso familiar, el poeta carece de fanatismo o de aberración.
De aquí que sea fácil explicarse por qué Germán Pardo García consigue tratar con entera propiedad un conjunto casi universal de motivos poéticos.
En José Umaña Bernal el ritmo se rompe.
Existen en él dos poetas: uno que se ahoga en fáciles impresiones. Elegía del Adiós. por ejemplo y otro que destruyéndose a sí misC Eduardo Carranza Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica