Anarchism

REPERTORIO AMERICANO SEMANARIO DE CULTURA HISPANICA Tomo XXXVII San José, Costa Rica 1940 Sábado 11 de Mayo Núm. 12 Año XXI No. 891 En este número: Santander Salvador Camacho Roldán El estupendo cornudo. Guiomnar Meditación sobre Porfirio Barba Jacob. poemas.
La cruda verdad.
Testimonios.
Antonio Llanos Porfirio Barba Jacob Jay Allen Eduardo Carreño Una fe y una vida. Sanin Cano Anécdotas Santander Por SALVADOR CAMACHO ROLDÁN (Fragmento de un estudio escrito en 1881 82.
En el Papel Periódico Ilustrado de Bogotá)
Si bien no pertenece, como los de Berbeo, Alcantuz, Galán y Natiño en Nueva Granada, y Miranda en Venezuela, a la primera categoría de los «iniciadores de la revolución de la independencia. si no fue un caudillo, como Bolivar, ni un legislador como Camilo Torres y José Félix Restrepo, ni un filósofo y diplomático como Zea, el Franklin de Colombia, el nombre de SANTANDER está más íntimamente ligado que el de ningún otro a la obra de la fundación de la república y de la construcción de los primeros cimientos de instituciones políticas sobre que reposa nuestra actual nacionalidad. SANTANDER fue el genio organizador de Colombia durante el segundo período de la guerra de la independencia, y el grande administrador del primer período de paz en la Nueva Granada.
La grandeza de su figura histórica data de 1818, del año de crisis suprema en la lucha de América contra el poder de España. En los dos años anteriores la madre patria, libre ya de las guerras napoleónicas que la habían anarquizado desde 1802, había hecho el último esfuerzo para reconquistar sus colonias americanas insurreccionadas. México había sucumbido; Guatemala y el Perú estaban aun dominados; Buenos Aires estaba libre, pero comprendiendo que su libertad era solidaria de la de la Presidencia de Charcas (Bolivia. al norte, y de la de Chile, al occidente, había enviado sus guerreros a órdenes de San Martín, a asegurar alli el éxito final de la lucha, y la victoria de Maipu coronaba sus esfuerzos el dia de abril de 1818.
Colombia, entretanto, había sido sojuzgada desde 1816. El ejército peninsular dominaba sin contradicción en la Presidencia de Quito, en todo el Virreinato de Nueva Granada, y sólo a merced del genio militar de Piar el vencedor en el Juncal, el paso del Caura y en San Félix. los independientes eran dueños de la parte baja del Orinoco, en donde eran ya dueños de la plaza de Angostura. Bolívar, a despecho de la ambición de Mariño y del trágico fin del heroico cuanto infortunado Piar, era reconocido al fin único jefe de los ejércitos republicanos. Secundado por el Almirante Brion, cuya escuadra le aseguraba sus comunicaciones con el mar, y obedecido por Páez y Soublette, Mariño y Bermúdez, Urdaneta y Arismendi, Francisco Esteban Gómez y Anzoátegui, Zaraza y Monagas; recibiendo por primera vez en abundancia armas y municiones del extranjero, contaba también con el apoyo de algunos de nodados amigos de la libertad que desde el antiguo mundo venían a combatir por ella en el nuevo, y a infundir el espíritu de obediencia y disciplina de las naciones europeas en las huestes valerosas, pero insubordinadas de los americanos del Sur. Esos abnegados amigos venian animados desde su partida de las costas europeas por la inspiración del alma de Connell, de Wilson, de Lord Holland; pero debían perecer casi todos en nuestras playas insalubres, al principio no más de su heroica cruzada; dejando, eso sí, el perdurable recuerdo de gratitud y de gloria, inseparable del nombre de la legión extranjera, inmortalizada en los campos de Pantano de Vargas, Carabobo y Pichincha.
Mal secundado tal vez el genio impetuoso de Bolivar por sus tenientes, lamentaba en esos momentos dos reveses en sus tentativas de invasión al corazón de Venezuela. Zaraza había perdido primero una vanguardia de más de dos mil hombres en La Horgaza, antes de verificar su reunión con el grueso del ejército libertador, salido de Angostura y apenas acampado en San Diego de Cabrutica.
Bolivar mismo después, aunque sorprendiendo con una marcha de rapidez vertiginosa desde San Fernando de Apure, al Pacificador Morillo en su campamento de calabozo, perdía luego los frutos de esta victoria en los desgraciados combates del Sombrero, el Paso del Semen y Ortiz. Morillo y Latorre quedaban dueños de las provincias litorales de Venezuela, y los patriotas reducidos a las llanuras que median entre San Fernando y Angostura, espacios despoblados poco a propósito para la organización de grandes ejércitos.
El Libertador pensó entonces en la Nueva Granada. Esta tierra de patriotas, en donde la cuchilla de Morillo antes, de Sámano y Enrile después, había segado impunemente en los cadalsos y las prisiones las cabezas de millares de libres, sólo necesitaba de un jefe de grandes talentos y espíritu organizador que diera dirección al sentimiento nacional: y SANTANDER, jefe que des.
de 1816 y 1817 al lado de Páez, desde 1817 y 1818 en unión de Bolivar, había participado de todos los infortunios y glorias de esos dias de prueba, en colocaciones comparativamente subalternas, fué designado para este puesto de honor.
SMO de Santander (1792 1940. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica