REPERTORIO AMERICANO 217 La sutileza de Gómez Carrillo y la sinceridad de Florencio Sánchez (Recorte de La Nación. Santiago de Chile, 18 de julio, 1940. Envío del autor. Enrique Gómez Carrillo Lo que favorece la armonía entre los hombres tario hostil. Fué lo que dió margen a la inocenes sobre todo la coincidencia en las fuentes de te travesura que voy a contar.
inspiración Poco importan las manifestaciones Acaba de publicar Blasco el primer tomo de externas. ellas se sobrepone siempre el hálito su «Vuelta al mundo y aprovechó el envió de que empuja los espíritus.
los ejemplares de prensa para ejercer la represaAsí se explica quizá la desconfianza que me lia en una forma que al principio, era difícil separó en todo momento de Enrique Gómez comprender.
Carrillo, cuya obra he elogiado, sin embargo, Cierta mañana me trajo el correo un ejemplar cuando se presentó la oportunidad, y la amistad del libro con esta dedicatoria: Enrique Góque me unió a Florentino Sánchez, el iniciador mez Carrillo, homenaje intelectual.
y creador del teatro rioplatense. Reúno arbitra. Bueno, me dije otro error al poner las riamente los dos nombres, porque concretan, con direcciones.
ayuda de la antitesis, de los temperamentos opues Porque, como todos saben, ocurre a menudo tos dentro de la literatura.
que se confunden los rótulos, y se alteran las Claro está que al referirme al dramaturgo remesas. Lo único que me sorprendió fué la uruguayo y al cronista gualtemalteco no hago frialdad del tono.
inás que evocar recuerdos personales, sin inten Pocas horas después, Blasco me telegrafió destar un juicio ceítico. Pero este aporte, que lla de Menton: El ejemplar destinado a usted ha maremos familiar, puede ser útil cuando se trate sido enviado por descuido a Gómez Carrillo. No de fijar mañana las figuras en sus proporciones tarde en reclamarlo.
definitivas.
La premura despectó mi curiosidad y aproPara entrar bruscamente en el alma de Gó veché el paseo de la tarde para ir a pie hasta la mez Carrillo, voy a referir una anécdota que nos casita de campo ahora decinos bungalow que hizo ceir mucho en Niza.
tenía el cronista en el camino de Brancolar.
Mientras Vicente Blasco Ibáñez su nombre Aquí le traigo le dije un libro que he surge a menudo en el recuerdo, porque estuvo recibido esta mañana para usted.
muy ligado con los latinoamericanos que, por Carrillo se adelantó, impaciente.
extraña predestinación, nos encontramos, sin bus. ver.
carnos, en París, entre 1900 y 1914, se limitó Lo tomó, sonriente, pero la dedicatoria le hizo escribir novelas, le concedieron o le negarca reprimir una mueca.
talento. Peco así que se levantó contra la Mo Sin darme cuenta aún de la situación, continarquía, le atacaron en su honor.
nue: Entre los que estigmatizaban a voz en cuello También me dice Blasco que la camapaña de Blasco figuraba Gómez Carri y que usted tiene el ejemplar mío.
llo. En su tertulia diaria de Vodage zahería la La actitud enigmática, que era la especialiinsentatez del campeón de la República. claro dad de Carrillo, surgió en toda su plenitud.
está que éste no tardó en enterarse del comen. No sé repuso; quizá he visto algo.
a hubo error MENENDZ empezó a revolver papeles sobre la mesa en desordea, fingiendo no encontrar el tomo. Se hallaba éste, sin embargo, tan a la vista, que fué lo primero que encontraron mis ojos al entrar Aqui está le dije.
Sólo entonces comprendi la actitud de mi interlocutor. Lastimado por su orgullo, se refugiaba en la neblina. El trastrueque había sido preparado por Blasco, para exasperar la vanidad de Carrillo. Para este, la dedicatoria anodina, casi desdeñosa. Mi ejemplar, en cambio, decía textualmente: Al más universal de los escritores latincamericanos.
Graduando el refinamiento de crueldad, haGía hecho al revés los envíos, para que ambos nos enterásemos de la diversa apreciación, y par ra que yo estuviese presente mientras palidecía Carrillo.
No sé si fue a raíz de esa pirueta o de otro escacseo igualmente pueril, pero Gómez Carrillo me escribió, de pronto, una de estas cartas de espadachín que, sin indicar motivo, busca querella, dentro del ritmo y la apariencia cortés.
Mi respuesta fué, en substancia, la siguiente. No necesito decirle que estoy dispuesto a batirme con usted cuando usted lo exija. Pero no veo la necesidad. Aunque usted me hiera, o aunque yo lo mate usted, seguiré pensando que tuve un duelo inútil con el primer cronista latinoamericano de nuestro tiempo. lo cual Carrillo contestó esa misma tarde. No veo tampoco ninguna urgencia irrcmediable que me impida postergar el encuentro con ei primer sociólogo de nuestra América.
Vano juego de palabras para cambiar, sin resultado, dos balas irónicas, dentro de lo que fué, entre nosotros, desde el principio hasta el fin, una enemistad amistosa, cultivada por ambcs, cuidadosamente.
Era aquella una época en que se magnificaban los gestos a tal punto, que Carrillo llegó a decir, en un prólogo que puso a un libro de Blarico Fombona: se gastan tan pronto las espadas. Afirmación paradojal, que falseaba, a sabiendas, toda verosimilitud, porque con la misma espada invariable repitió cuantas veces le vino en gana, el eterno duelo espectacular que debía darle, según malevolencias de Rubén Darío, nucha más fama qu todos sus volúmenes.
Carrillo era acomodaticio flexible como su propia literatura. Se ganaba la voluntad de aquelos que a su juicio podían secle útiles. hasta cuando provocaba el conflicto, dejaba siempre la pcerta abierta a la reconciliación. Pero dentro de Florencio Sánchez (Dibujo de Menéndez Came. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica