SandinoYolanda Oreamuno

REPERTORIO AMERICANO 125 y los hijos de tus enemigos y con ellos los de todos quienes supimos comprenderte, bendecirán al unísono tu santo nombre y lo repetirán como enseña de dignidad y de combate a los hijos de sus hijos.
Ha habido pues dos hombres en Nicaragua y han tenido puntos de contacto intimo en la vida y en la muerte: Zeledón el sembrador y Sandino el continuador de la obra redentora.
Zeledón nació en el Setentrión y luchó con soldados de toda Nicaragua; Sandino nació en el Sur y luchó en el Norte con soldados latinoamericanos y en especial nicaragüenses y centroamericanos.
Zeledón fue asesinado por el partido conservador y los marinos americanos; Sandino fué asesinado por los mismos liberales amparados en la fuerza y la irresponsabilidad de un Gobierno cobarde y nuin como el del Doctor Juan Sacasa, vergüenza y oprobio para Nicaragua.
Zeledón, segoviano, contrajo matrimonio en Managua; Sandino, masayense, se casó en el norte con una valiente mujer de San Rafael del Norte, Blanca Arauz de quien sólo queda una hija, Blanca Segovia Sandino; Doña Blanca no pudo sobrevivir al héroe de Las Segovias y se fué tras su valiente guerrillero hacia la eternidad.
Zeledón nació y murió el cuatro de Octubre, sólo vivió treinta y tres años y vive en la inmortalidad.
Ojalá que algún día, aunque sea tarde, las cosas sigan en Nicaragua por otro derrotero y que se glorifique la memoria de esos dos hombres con un soberbio monumento, dándose un estrecho abrazo y mostrando al mundo la bandera de la Libertad.
Por esos dos hombres no me avergüenzo, antes bien siento orgullo de haber nacido en Nicaragua Quiero terminar llamando la atención de los buenos centroamericanos que se tomen la molestia de. leer estas mal arregladas frases y que se fijen en la coincidencia de esos dos grandes nicaragüenses para que algún escritor patriota escriba el paralelo de esos dos inmortales de la tierra de Rubén Darío.
DANIEL ALEGRÍA Santa Ana, El Salvador, setiembre de 1939.
Max Jiménez como pintor ¿y eso Del 26 de febrero al de marzo de 1940, Max Jiménes expuso, en la Georgette Passedoit Gallery de Nueva York, 14 de sus cuadros. From water to sky. Tropical sunset. Mulata. Cactus. Triad. Two nudes. The future. Fright. Bather. 10. Rest 11.
Black and white. 12. Facing the wind. 13 Embrace y 14. Nude in water. Tres de ellos damos a conocer en esta edición.
Aqui han suscitado cierta crítica incomprensiva y burlesca esos cuadros.
Haga Max en esta ciudad exposición de sus últimas creaciones. Que asista gente a ella, que no asista; que gusten sus cuadros, que no gusten qué importa? Max le diríamos: no le haga caso a las críticas tontas o mal intencionadas de la parroquia, siga produciendo, siga trabajando con fe siasmo. No se enfade, no se desanime.
Son demasiado originales, demasiado personales su arte y su obra lite.
raria, para que la mayoría les dé su visto bueno. Los que no comprenden son innumerables. Quédese Max con el aplauso de quienes lo estiman como artista.
Conténtese Max con la aprobación intelignete de la inmensa minoría de que habla Juan Ramón Jiménez, otro gran poeta solitario.
Copiamos del Diario de Costa Rica y de La Tribuna del 28 de marzo del año en curso, algunos juicios que ha merecido la obra pictórica de Max Jiménez a periódicos y revistas de arte de Nueva Yor. Son satisfactorios, estimulantes.
Una rara combinación de forma escultórica de distorsiones que recuerdan a Picasso y nativas influencias centroamericanas, descúbrese en los cuadros del costarricense Max Jiménez, en la actual exhibición de la Galería Georgette Passedoit. Jiménez, que se dedicó a la escultura en París y que lleva redondeces esculturales a sus cuadros frecuentemente pintados con gran llaneza, parece recurrir a una cámara fotográfica, colocada de abajo arriba, que produce distorsiones que representan cabezas pequeñitas y enormes piernas a sus semidioses.
Un fervor que a veces tórnase en salvaje fiereza, compenetra su obra. En la forma es potente, mesurada en el color, de ritmo arrebatador y de fuerza tremenda. En cuadros como Blanco y Negro y De cara al Viento. destácase Jiménez como esencialmente decorativo, pero alejadísimo de las influencias europeas o del Cercano Oriente, atreviéndonos a aventurar que tienen nativos orígenes.
y entu(The New York Times. Marzo de 1940. DESNUDOS MATICES Desnudos rosados, desnudos de color de olivas, desnudos grises.
Enormes protuberancias, imágenes de extraordinario peso.
Tal el romántico arte de Max Jiménez, mezcla de la cultura de América Latina y de la cosmopolitana parisiense que ahora se expone en las Galerías George Passedoit. través de todas las manifestaciones de su temperamento, desde el lánguido, hasta el violentamente sensual, el artista jamás traiciona sus espléndidos sentimientos de pintar, particularmente en cuanto tono y color. Bien puede usted sentir curiosidad o disgusto por las repe.
tidas contorsiones, pero es imposible negar el poder artístico que les da vida y forma. The New York Post. Marzo de 1940. Firmemente avanza Max Jiménez, sin precipitación ni alardes, por los caminos de su arte valeroso y audaz que, más que todo, da una sensación de la potencialidad imaginativa del autor, y de su coraje para desentenderse del viejo convencionalismo. Todos sus críticos coinciden en esta aprecia.
ción y uno de ellos, del New York Times. lo dice con nítida expresión: Un fervor, que a veces tórnase en salvaje fiereza, compenetra su obra.
Desentendido de las preocupaciones que a un hombre de distinta contextura mental lo habrían absorbido hasta la vulgar, ha ido tras lo suyo, con su inquietud intima, con su arte muy personal, por las más vastas y complicadas zonas del mundo: Ayer su exposición en París, hoy su exposicion en Nueva York; y la crítica, ni indulgente ni menos aún en la baba del ditirambo, que habría resbalado como por un impermeable por sobre el ingenio y la ironia del propio artista, ha sido con él lo que sin duda él queria que fuese: seria, sobria, ponderada y justa. De aquí, de este juicio sin amontonamiento de adjetivaciones, es de donde deriva en nuestro concepto, la importancia real que na merecido la obra de Max Jiménez. en otras palabras, si esta obra ha sido estudiada así, con ese criterio, en los grandes centros, tenemos que reconocer que su autor es un valor auténtico, que no podia ser mirado con frivolidad o ligereza.
De todo lo cual se infiere que, como lo decía con mucho acierto no hace muchos me.
Ses Yolanda Oreamuno, en un magnifico estudio que publicó el Repertorio, donde menos conocen a Max Jiménez y donde menos se han ocupado de su obra es en su propio pais, acaso porque el camina delante de sus contemporáneos, agregamos nosotros.
Hay que ir rompiendo este embrujo de la indiferencia y quién sabe si también del despecho, no por él, sino por nosotros mismos; no en interés de su obra, que no corre riesgo de disolverse en los ácidos de esta indiferencia o de la pasión aldeana, sino en interés del nivel de nuestra cultura. Para lograrlo, sin duda será de provecho para la opinión costarricense que demos a conocer el concepto que les ha merecido a los grandes diarios de los Estados Unidos y a las revistas de arte de mayor valía, la exposición de los cuadros de Max Jiménez. De entre las opiniones que hemos tenido a la vista tomamos, para conocimiento de nuestros lectores, las de The New York Times. New York Post. The Art News y de la más conocida y popularizada revista de arte de los Estados Unidos: Pictures on ExhiOBRAS DEL OOSTARRICENSE MAX JIMENEZ Un artista costarricense, Max Jiménez, cuyas pinturas se están exhibiendo en la Galería Paseedoit, ha hallado modos de expresión tanto en la escultura como en la poesía, y a su vez ha publicado un libro en el campo de la filosofía.
En sus cuadros, muestra la influencia que toltecas y aztecas concibieron de sus antiguos dioses, habida cuenta de las formas monumentales que Jiménez da a sus grandes figuras. Su tamaño se aumenta por la distancia de las extre.
midades que parecen tener una fuerza extrabit. Diario de Costa Rica. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica