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REPERTORIO AMERICANO 317 Historia viva (Fragmentos del sabroso libro: EI Golpe de Estado de 1924. Ambiente y actores. 2a edición. Ediciones Ercilla, Santiago de Chile. 1938. El compadre Errázuris Home Empezaba el estrago parlamentario; pero, mal que mal, aún se podía gobenar, maxime con la maña del señor Errázuris: conocía las uvas de su majuelo; era diestro y, además, había que ver el desplazamiento que entonces alcanzaban los nombres de etiqueta viricola que lo acompañaban. Esto no es de capar y soltar decía el señor Ruiz Valledor áulico del nuevo mandatario, más conocido con el nombre, de procedencia federiquista, del mccaco.
Mandaba, y aún manda mucha fuerza eso de haber pasado de la Colonia a la República con un nutrido clan de arzobispos, sindicos, domadores y pelucones hasta el tuétano, aunque en materia política fueron a pipiolados. Máxime donde no hay otros valores.
El señor Errázuris, como si continuara de.
bajo de una patagua de su hacienda sureña, prosiguió poniendo motes a los políticos, empezando por sus ministros: el huevo nidolero al que no dejaba de sacar ministerio; perla boba al que parecia que recién apagaba la vela enflorada de la primera comunión; lord Adkinson al de las relaciones exteriores.
En cuanto a los partidos, definia con una sola chuscada su rasgo preponderante. En qué preguntaba se parecen los. a los cabros. En que se hincan para mamar. fulano de tal ¿en que se parece a la puerta de la Moneda. En los clavos.
Gran regocijo de los intimos Vicente Grez, Mac Clure, el edecán de servicio. qué gracia de hombre.
Santiago Chi Rodriguez Mendoza El honorable Sr. Lazcano Autoridad y austeridad Los pelucones iy qué orgullo de gente! eran los únicos que tenian tanto asi de sangre vasca o castellana y, en consecuencia, se creian con derecho a conservar la sartén por el mango. Como que aún no la sueltan: tenían inquilinos, siembros, viñedos y tinajas para el mosto y en la ciudad, apiñada y achunuscada alrededor de las torres, caserones de tres patios.
sala, capillida con imágenes de bulto y en el fondo, higuera con ruedo de basquiña.
Los pipiolas, deslenguados y soñadores, estaban metidos hasta la boca en lo teórico, sin notar que aún no había pueblo a quien dar las libertades, que postulaban.
Vino Portales con un grueso bastón en una mano y un quesillo en la otra, vio penetrantemente enfocaba y resolvía las cosas y metió a todo el mundo a pescozones dentro de la autoridad. Pero genio. No había ambiente para tánto! Ni siquiera se necesitaba.
El genio político necesita prespectiva, escenario, posibilidades capaces de rebalsar lo puramente local. si no las tiene y si sólo se trata de algo oscuro y lejano, se quedará en lo chiquito y remoto. Washington lanza un superpaís y su figura ejemplar se agranda más y más.
De otro modo sería sólo un general con una espada y una bandera en la mano; pero sin opción a la galería, o lo que sea, de las grandes figuras humanas.
Postales. digamos, para transigir, un tercio de genio comprendió el momento; vio netamente que no había más que un grupo social, pequeño y arraigado a la tierra con qué contar; se apoyó en él, aprovechando el cansancio de ocho años de anarquia y comenzó inflexiblemente la organización autoritaria períodoen que son más las virtudes, los aciertos y las audacias que los errores. Autoridad y austeridad, la primera fuerza politica, la seguanda fusrza ética y ambas correlativas, llegaron intactas hasta Balmaceda, o sea, los sesenta años que alcanzaron a crear la tradición, que fue la victoria y que deja en claro que en Chile y en la América española no hay más obra organizadora que la que logró realizar la autoridad cuando unió a ésta el prestigio moral.
Agitaciones sin espíritu a todo esto. cuál era la sensibilidad de la masa al llegar el de setiembre. Continuaba, como en 1891, año en que se le oto garon libertades cívicas que no estaban en aptitud de entender ni utilizar y que a poco andar, degenerarían en el soborno más desvergonzado o más cómico: un billete, un trago o una empanada.
Desde 1920 a 1924, era frecuente que se agrupara con unas cuantas banderas rojas al pie de la estatua de don Bernardo; vociferaba escuchando a sus caudillos de ocasión y luego exhibia en las calles centrales sus guiñapos y su borrachera verbal, arreada por unos cuantos lanceros policiales, con sus características banderitas de Pascua en la punta de sus quilas.
Pero nada más: las agitaciones chilenas y americanas en general, salvo el caso agrario de México, no han sido obra popular. Ni cómo habrían podido serlo si se ha carecido de pue.
blo con alguna vida espiritual. Solo hay evolución cuando comienza el espíritu.
De tiempo en tiempo, la sangre salpicaba los caliches del norte; alguna huelga solucionada metrallazas y enseguida un nuevo pe ríodo de silencio, de odio ahogado en alcohol.
Enla casona de teja y portón, había una autoridad celosa de sus fueros y sus intereses, que no vislumbraba la justicia social de hoy; pero que no era insensible al dolor y la miseria del pobre inquilinaje.
Pegada a las casas, se levantaba la capi.
llita con Santo Cristo y una Virgen María, Madre de Dios, y en el mojinete blanco y con las campanas al aire, una cruz ladeada por los años.
En la mesa, mantel almidonado, vino, sal y pan amasado para todos.
Esquema psicológico de aquel personaje señorial, medio republicano y medio colonial: una comprensión de la vida que aun no había ni señales de la solidaridad social, a que hay que ir por justicia y hasta por egoísmo porque de otro modo el caso de España pueden venir cosas muy inconfortables.
Aún no se sospechaba nada de eso y la gananía recibía casi con alegria su galleta diaria o su empanada electoral. El patrón, la hacienda, el capataz, el cepo, la misión.
No habia sino una clase de levita negra o de chaquet entallado; con coche americano, palacete estucado, palco en el teatro y chicas casaderas y cca muchos pretendientes.
Llegado el momento del sufragio libre libre de la autoridad; pero no de algunas cosas mucho peores los capaces de chamanto, barba encarnada, espuelas de pihuelo y buena bestia, llevaban en piño al inquilinaje a dar su voto al patrón. el senador munificiente que oportunamente permitiría festejar la reelección con empanadas, vihuela y tragos, servidos en asta caracoleada. veces según el año ternera o cordero asado a todo campo, como en las tribus y los tiempos primitivos.
En su calidad de oriundo de Longa ví, el señor Alessandri siguió a la sombra de aquel terrateniente, patriota y gran señor, que al asistir al Senado, se vestía de negro. Parecía un Conde de la Conquista. disfrazado con sombrero melón y sobretodo de una abotonadura.
Politica, Parlamento y Tribunales cosas inmejorables para que se tomara de ellas un hombre joven, sin perderle pisada, es claro, el señor Lazcano, architido del pelucóm liberal: tierras regadas y de migajón; palacio con cariátides en Bandera esquina de Agustinas; butaca senatorial vitalicia y entronques cercanos con la Colonia. Además, era tan leal con sus amigos, como recio y cabezudo con los adversarios y, llegado el casus belli. cuidado. porque tenía piernas de capataz y solía irse encima del que insistía en sacarlo de sus casillas. Asi pasó en un comparendo de familia.
El honorable señor Lazcano tenía algo de huaso y de marqués y no se habría visto mal de calzón corto, tricornio, casaca y peluca encaTrujada. En el campo, a su vez, usaba montura de pellones, riendas y bajador de cuero de potro; estribos de palo de naranjo laboreado. en invierno estiraba las manos bajo el poncho y sobre el brasero arranado en que sus tatarabuelos habían arrojado granos de curagua que hacían palomitas al saltar, mientras la lluvia curicana tamboreaba en las tejas.
Era algo auténtico de la época autoritaria y campesina y en sus dominios agrarios, las misiones y el rebenque mojado mantenían iacolume un régimen peculiar en que el dacendado omnipotente y rudamente paternal, evocaba al encomendero de otros tiempos.
Pocas veces se dio aquí un producto más representativo de su clase, sus tierras y sus ifaenas que el señor Lazcano, en el oual había mucho del castellano trasplantado a los campos y el ambiente criollos. Era llano, comprensivo, astuto y dueño y señor de luengas tierras de riego y secano, planas y lomeadas.
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