REPERTORIO AMERICANO 213 Palabras del Cónsul Gral. de Grecia en el aniversario de la proclamación de su independencia. Envío de Ismael López (Cornelio Hispano. Bogotá, marzo 25 de 1940. por los En el jardin del Consulado Gral. de Grecia en Bogotá, el 25 de marzo de 1940.
Señores: Como Representante Consular en Colombia del Real Gobierno de Grecia, rindo profunda acción de gracias a los Señores Ministros del Poder Ejecutivo, a los Excmos Sres. Embajadores y Ministros Plenipotenciarios Extranjeros, al Sr. Alcalde Mayor de Bogotá, y a todos los caballeros amigos que gentilmlente honran con su presencia esta casa en el aniversario de uno de los más memorables días fastos de la humanidad, aquel en que fué proclamada en Epidauro, sede del renombrado oráculo, bajo la Presidencia de Mavrocordato, la independencia helenica, cuyos sacrificios y heroísmos, demostraron, a principios del siglo XIX, que los Leonidas, Milciades y Temistocles, habían dejado legítimos descendientes en los Botzaris y Canaris y en las sublimes jóvenes suliotas que, al verse cercadas turcos, se cogen las manos y desde la cumbre de una montaña, cantando el himno de la Patria, se arrojan al abismo. Sin olvidar que otro de esos héroes fué el excelso Lord Byron, quien, desatándose de los brazos de una mujer amada, bella y de ilustre sangre, partió de Italia a ofrecer a la Hélade su juventud y su genio hasta morir en Missolonghi, contribuyendo, por la conmoción europea que causó su muerte, a la coalición de naciones que en la batalla naval de Navarino libertó a Grecia de la larga y abominable dominación turca.
Por primera vez se conmemora en Colombia esta gran fies ta nacional de Grecia, y no es posible disimular el placer que siento al recordar que el Excmo. Sr. Dr. don Eduardo Santos, Presidente de la República, el Sr. Dr. Luis López de Mesa, Ministro de Relaciones Exteriores, y el que habla, partiendo de Bogotá, ha muchos años, peregrinamos a los santuarios de los misterios antiguos, subimos a la Acrópolis, enmudecimos ante el Partenón, y hoy nos consideramos felices de haber realizado lo que fué el más bello sueño de los hombres cultos de todos los tiempos: conocer a Atenas, la única ciudad donde reinó y fué De izquierda a derecha: Don Luis de Zulueta. Alberto Candiotti, Embajador de la Rep. Argentina. Cavalcanti Pontes da Miranda, Embajador del Brasil. Cornelio Hispano. Demetrio Haralambis. gran pianista griego. Tomás Bertelé. Ministro de Italia. Louis Millot, Agente Havas.
adorada Pallas Atenea, la diosa de la Sabiduría y de la dignidad humana; Pallas, la de los ojos azules.
Señores: Os invito a tomar esta copa por el rey Jorge II de Grecia, por la sagrada tierra de los dioses, por la luminosa Atenas, y también por nuestra Bogotá, inmortalizada con el nombre de Atenas por un egregio sabio alemán; por las dos Atenas, aunque la nuestra apenas sea un pálido reflejo de la sabia y dulce Anthina, la primavera de los pensamientos y de las artes; Anthina, la florida, la flor y la gloria del mundo CORNELIO HISPANO Manifiesto de intelectuales hispanoamericanos Braulio Carrillo 1800 1845 (Envio de Hugo Barbagelta. Paris, mayo de 1940. Rica, 1940. Del folleto: Braulio Carillo y su tiempo. San José, Costa Envio del autor. Consecuente con la gloriosa tradición por ella seguida en las diferentes ramas de la actividad humana, Francia, a pesar de su entrañable amor por la paz, se ve, de nuevo, obligada a empuñar las armas para defender los derechos más sagrados del hombre todo lo que contribuye a hacer digna de ser vivida nuestra vida.
En tales circunstancias, los que suscriben, escritores, artistas, hombres de ciencia, etc. de Hispanoamérica, desean manifestar públicamente su ardiente y activa simpatía al gobierno y pueblo francés puestos, una vez más, por el destino, como baluarte invencible frente a la fuerza bruta en marcha y que intenta destruir con las armas los más sagrados principios del honor, de la libertad y del derecho.
Seguros de la justicia que hoy defienden con su alianza Francia, Inglaterra y Polonia, los intelectuales residentes o de paso en Francia hacen un viril y urgente llamado a sus colegas latinoamericanos a fin de que empleen todos los medios que puedan disponer en pro de los principios que representan aquellas tres naciones.
No debemos olvidar lo que por nuestra propia Independencia hicieron las dos primeras, ni la famosa divisa del héroe polaco: Por nuestra libertad y por la vuestra.
Intentemos su descripción prosopográfica. No era de estatura avetajada. El historiador Felipe Molina refiere que tenia marcada propensión a la obesidad. Contextura robusta; lleno de rostro de pergeño hispánico, las patillas de blancura imperiosa: el pecho relevado y pleno de autoridad. Ojos azulosos, grandes, prominentes: en ellos las llamaradas del ánimo: ojos que mandan. La ceja poblada. Su semblante revelaba fuerte carácter. Nariz proporcionada; y de poder. La oreja pequeña. Su frente se prolongaba en la redondez marfileña de la calva imprimiéndole vejez prematura cuando apenas frisaba con los nueve lustros.
Los pocos cabellos que abrigaban su cabeza eran de armiño. Boca ancha, reflexiva, no dispuesta a la sonrisa, si cabe. Perfecta la dentadura. No debió de ser su voz vigorosa, se nos antoja, porque los varones de este temple por lo común son blandos en la expresión aunque severos en sus determinaciones. Insistamos en que sus facciones denunciaban al hombre de resolución y voluntad. En un retrato de los años 1835 Ackerman, Broadway, aparece vestido de negro; luce chaleco de terciopelo a cuadros y blanca camisa engomada con tres botones dorados en la pechera; el corbatin, de resorte; tal vez este fué su traje de gala, hecho según la costumbre estilizada de la edad que rememoramos. Sencillo pero cuidadoso en su modo corriente de vestir. Descuidado en trato y maneras. Como funcionario público mostrábase sin amaños: llano, llanisimo. No comulgaba con el fausto ni las vanas ostentaciones. Calmoso y sin pretensiones en el concepto del General Carrera. Morigerado en sus hábitos privados. Parco en el comer, desdeñoso por el tabaco y cauto en el apurar licores. En los rasgos fisonómicos se atisban vislumbres de la vida interior, profundamente austera, de este distinguido constructor de la República, CARLOS JINESTA Hugo Barbagelata, Ricardo Sáenz Hayes, Eduardo Avilés Ramírez, Pablo Mane, Luis Villar Sáenz Peña, Dr.
Vélez Páez, Manuel Thomson, Luis Lara Pardo, Juan Garcia Calderón, Miguel Luis Rocuant, Domingo Gómez, Angel Zárraga. Enrique Méndez Calzada, Eustacio Sáenz de Santamaría, Plaza Ferrand, Dr. Delfino Urquía, Ofelia Rodriguez Acosta, Max Jiménez, Moisés Simoens, Félix Pita Rodriguez, Pedro Gianelli, Karteno, Eduardo Castellanos, Marcelo Pogolotti. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica