REPERTORIO AMERICANO 247 poemas y un soneto Por GONZALO DOBLES (Colaboración para este semanario. San José, Costa Rica, 1940. DESOLACION Castígala, señor, porque no tuvo lealtad, y haz con mi dolor tu santa voluntad.
Vivir. morir ¡Qué sueño tan grande!
dejar de sentir el loco bullir de la sangre.
Soñar. morir.
morir es amable y ver en el cielo el dulce con suelo de Hamlet.
La desi umbró el hechizo de una ofímera ilusión.
Castigala señor, porque me hizo sangrar el corazón.
Alentaba en mi vida una dulce ilusión.
Castigala señor, porque mi herida ella la dió convencida de darla en mi corazón.
Pero no ¡oh señor! no le hagas nada; protégela lo mismo que una flor.
el alma desolada seguirá como siempre embeiesada Tumiando su dolor.
Yendo por agua (En México)
Soñar. dormir.
dormir sin que nadie perturbe la calma glacial con que el aima se siente más grande.
AMANECER No sentir la angustia.
Cerrar a la vida los ojos cansados.
Con la carne mustia, los labios sellados soñar y dormir. Qué sueño tan grande!
dejar de sentir el loco bullir Luna, luna blanca que estás acompañando mi tristeza como una música distante, subyugadora y tersa.
Luna para los poetas eternos receptores del dolor. No dejes de alumbrar magnolia blanca mi vida que se apaga como un sol. Por las ventanas del horizonte se va csomando el alba.
Se descorren los velos de la noche macabra.
GUERRA DE 1940 de la sangre.
Reverdecen los prados y es todo una esmeralda que se fuera diluyendo en la mañana.
EL GRILLO La moza más fragante con su cántaro de agua, está lavando la niebla adherida a la montaña.
Por las ventanas del horizonte se va asomando el aiba.
Un murmullo lejano bosteza en la distancia, y parece que en las cumbres sempi ternas el cielo azul volcara, su cornucopia de colores sobre el tapiz de la mañana.
Deja que toque su vieja guitarra el último bohemio de la noche clara.
Dejalo que diga ioda su nostalgia, bajo la ternura de la luna blanca. No lo escuchas? Miralo como en la hojarrasca tiene su palacio donde humilde canta.
Miralo!
La noche liena de fragancias lo envuelve en su manto. No lo escuchas cómo canta; cómo llora, como tie; cómo dice su nostalgia bajo la luna que inspira su monótona sonata?
Déjalo que cante; déjalo que toque su vieja guitarra bajo la caricia de la luna pálida, que él tiene derecho de poner ei alma, allí donde puso su canción alada!
En el campo y el camino los guijarros inconformes profetizan la caída de los cóndores.
En el espacio nimite los astros refulgentes, precipitan su marcha por las órbitas celestes, como en un loco torbellino cósmico de enormes Carrouseles.
El mundo se electriza.
es escucha el estampido de las má quinas como un grito de muerte que saliera del corazón de las monta ñas.
El mar indómtio y bravio escupe a la cara de los barcos que van escribiendo sobre el agua la historia de sus crímenes macabros. en la ciudad bajo los escombros el silencio precursor de la muerte, se oye el iamento, el sollozo, la agonía de un pobre niño huérfano.
MUSICA Er el parque soñoliento que arrulló la fuente clara, oyóse el cascabeleo de muchas sonrisas blancas.
En dos círculos concéntricos formose la gente joven, tal un emjambre que hubiera, para arrebatar ei polen, hecho un círculo apretado alrededor de las flores.
Li música de uniforme en el centro de aquel parque, llenó todo el escenario luminoso de la tarde.
MUCHACHA CASTIGALA LUNA LLENA Castígala, señor, siyo fue mi jardin que ha florecido; suyo fue mi door pero ella no ha querido dejar dentro del nido un pájaro sediento de ilusión.
Muchacha del campo olorosa a montaña y bañada de sol, que un dia dejaste en mi ventana tu cesta repleta de ignoradas fragancias, acércate otra vez a mi tristeza, acércate otra vez a mi nostalgia, y báñeme en el sol de tu alegría, muchacha del campo con sol Luna, luna llena que entras como una novia por la ventana abierta de mi alma melancolica.
y con alma. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica