276 REPERTORIO AMERICANO puso y continuo: fumada por las flores; y sus pechillos de dor Junto con el niño, para que la armonía se EI preso Tal, fuera!
mido manantial, hacían crecer la sangre en furia completara, nació la vaca, de la ternura de las El avanzó, sintiendo que la luz lo mareaba. hermosura como un incendio.
nubes. Ella, dulce como una madre, venía a con Sus ojos nacidos de nuevo, se alegraron mirando Cuando el hombre llegó a ella, temblaron co solar a los pobres. Qué habría sido de la hu al patio, los balcones, como si en ellos hubiera mo las aguas del mar al encontrarse con el filo manidad sin ella! Ella nos da su leche. la belleza. Sólo las caras de los guardianes repugsoledoso de la tarde. Un beso. El primer beso les leche huele a beso, nos nutre nos acompaña naban como una enfermedad.
hizo llorar de alegría. Como hermanos, cono por toda la vida. Pase le dijeron, señalándole una habitacieron la tierra, donde el sol el viento, el ro La vaca es la madre silenciosa compasiva ción. Allí le esperaban su mujer y uno de sus cio y los pajarillos cantaban al unísono. Todo del hombre; nos presta a sus hijos para hacer hijos entre los brazos débiles de ella.
conocieron encontrándose uno al otro en el alien que la tierra produzca y no suframos hambre No se abrazaron. Se miraron.
to. El aliento es el alma; cuando no está en ni sed. Sí. La vaca tierna como la mirada Traigo a tu hijo para que lo veas dijo venenado, huele al canto de la mañana.
de la luna, no presentía que el hombre fuera el la mujer, apagándose como un vértigo. Se reCuando más alegre era el hombre, le hizo destructor de sus hijos. los hijos de la vaca Dios que le tenía envidia tentar por el amor llevan nuestra roja sangre. Mas como el hom. No he podido llamar médico porque ni carnal. Ay! la ilusión que había madurado co bre es bueno, cuando la sufrida vaca envejece, la para el carro tengo.
mo una estrella no pudo sostenerse en el árbol. condena al sacrificio para apuñalearla. como se soltó a llorar, extendiendo al niño. Ah, El hombre se envolvió en tristeza cósmica; mien si se vengara de un enemigo, el hombre salta qué desconocido estaba que el padre temblo! Lo tras ella, la mujer, flor de la tierra pensa sobre su nuca a plantazos apura su agonía, con tomó entre sus brazos. Le miró dos lágrimas miento del hombre, se levantaba humanizándose el júbilo ardiente que le da su sangre derramada. le golpearon el corazón. El niño en sus brazos como una diosa, al sentir que en su vientre es El hombre es todavía bueno; y si la sacri se moría, ni sus palabras tiernísimas le despertaba el secreto de la creación. El mundo se puso fica, es porque no comprende su amor y entrega taban. El lo veía, y sentía como si se le estude fiesta y hubo un instante de silencio para que a la humanidad. Porque ella la dulce vaca, pu viera partiendo la voz. Enfriándose en sus braella fuera Madre.
ra y candorosa simboliza a la madre del pue zos estaba el pequeño; al no poder llorar, porblo. Por eso mismo, el hombre es su verdugo que el guarda estaba frente, echó una interjecimplacable.
ción que hizo latir el silencio. Ten. Ya regreso le dijo el hombre.
La mujer obrera El no supo como bajó las escaleras ni como atravesó el patio. Ya en la cueva se le junto Si la fábrica tiene puesta su dentadura de no sirven ya para el trabajo ni para dar hijos.
la voz; pero sintió que algo le lloraba tristehierro sobre la ciudad, ya la noche no se desan Entonces como si fueran apestadas, se les desmente en el pecho.
gra en el barro de la lluvia. Mas las calles con pide. Las que todavía pueden trabajar dar hi Compañeros: acaba de morir en mis brahambre de asfalto, tragarse quisieran a todo el jos, ven cómo vienen los agentes de los señozos uno de mis hijitos. Hagan una cuota para campo donde la arboleda y las flores están di. res y les arrancan a sus hijos para la guerra.
su entierro.
funtas. cuando ellas protestan porque no tienen qué Un sol ochenta se junto. con el dinero El silencio ya no arde ni cuardo el alba defender, sino su hambre, su pavorosa miseria, regresó donde ella. Había que verlo caminar!
clarea, pues el traginar de los obreros se rompe se les llama derrotistas, agitadoras y van a po. Ten entiérralo fueron sus únicas paa pedazos.
drirse a las cárceles inmundas; y a sus hijos se labras, porque sus labios amarillos como el mieEspulgándose las pequeñas casas de tejados les fusila si protestan. el hombre todavía es do, habían besado al niño.
rojos, ladran su tristeza a las calles. Nadie que bueno.
La pobre mujer salió a la calle con su hijo da en ellas: todos trabajan en la fábrica, ro La mujer obrera no debe tener sentimientos muerto entre los brazos. Llorar no le importaciando con su sangre el perfil duro gris de la afectivos. Ella no es ni siquiera liberta, sino ba, si era tan frío el niño al lado de sus pemáquina.
esclava. Sus hijos no le pertenecen, son del amo, chos. Miró la calle la calle estaba triste. MiMujeres de palidez criolla y cabellera negri Ella sólo debe saber que la máquina es su co ró a los hombres los hombres pasaban insima, trabajan sin poder siquiera simular su razón. Sí, es su rojo corazón que crece como un diferentes. Sólo el sol avergonzado se retiró de odio. La fábrica con su dentadura les está ta cuchillo para cortar las manos de los que mandan sus ojos.
tuando la juventud. Unas están delgadas y como arrancar a sus hijos.
SERAFÍN DELMAR el aire tienen filo, pero sirven todavía para el Cuando la obrera piensa que su aurora camitrabajo; otras que han envejecido paradas frente Lima, Perú. Mayo. 1936.
na por el mundo, es capaz todavía de reir.
a la maquinaria, calurosas como una vergüenza, Caballeros: La revolución está por encima Paraíso de frescura llaman al sótano de la de acento carcelero, es algo así como un vientito Intendencia de Policía donde, como si fuera de madrugada para los presos manchados ya por una cueva, la vejez cuelga de sus muros ate la boca negra de la cueva.
ridos por la noche y el frío ayuntados.
Las paredes llagadas por el agua envenena De pronto, se abrió la reja. la voz del carda que se filtra, no pueden ocultar el grito incelero arrastrándose sin rubor, gruñó: surgente que brota en alguna inscripoion: Ignavia est jacere, dum possis surgere. Es cobardía darse por vencido mientras puedas levantarte y marchar. Otras inscripciones hay tatuadas en la piel de la noche que brillan como sus vestidos de casimir el fuego, que acusan y son una protesta ardiente: Ellos son los presos sociales.
Cuando más el frío gangrena los huesos y sus abrigos a la medida o sus los chinches, los piojos otros parásitos indovestidos de estilo sastre, sólo la lentes se pastan en el cuerpo, más claro es el SASTRERIA LA COLOMBIANA pensamiento del hombre, que, como un incendio en los cerros, crece dentro de la noche.
de FRANCISCO GOMEZ e HIJO Allí están ellos sin saber cuándo es día ni podrá complacerlos; única especializada cuándo es noche. Mejor, viven en una inmensa en esta clase de trabajos.
noche, esperando que los liberten. Nada saben HAGA UNA VISITA SERA de la calle; y si saben, es de la muerte que BIEN ATENDIDO sigue rondando el hogar, de la miseria que como una sombra está siempre tras del hombre.
Av. Central. Frente a las Cías. Eléctricas Cuando la reja se abre, es solo para oír la TELEFONO 3283 voz del guardián: más. sale uno. fuSolicitamos agentes, servicio remunerado lano, le llama el inspector. Con ser una voz Señoras y Señoritas: La falta de intercambio intelectual En el presente trabajo (La novela de la Revolución mexicana. que por muchos motivos sólo debe considerarse como una pequeña contribución al estudio de cierto tipo de novela hispanoamericana, no aparecen todos los escritores que debieran considerarse. Escribiendo a México y asaltando todos los escritores nacionales que reciben obras directamente de allá, he logrado reunir un material que dista mucho de ser completo, pero que puede considerarse como representativo. Es de lamentar, por otra parte, que nuestra Biblioteca Nacional sea tan pobre en cuanto a novela hispanoamericana contemporánea se refiere. Ni en esa biblioteca ni en la del Instituto Pedagógico, se encuentran los elementos más imprescindibles para intentar cualquier estudio de la novela de los países iberoamericanos en el presente siglo. Esto sería fácilmente subsanable si se pusiera en contacto con los representantes diplomáticos de las repúblicas hermanas. La novela americana exige hoy más que nunca de estudios concienzudos y de un intercambio cada vez más acentuado. Damos votos porque eso algún día se haga. Juan Uribe Echavarría, La novela de la Revolución mexicana. Universidad de Chile, 1936. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica