HitlerNazism

154 REPERTORIO AMERICANO Suburbio. Hitler Establo en donde oyeran estupefactos los pastores el vagido de un Dios, que así quisiera inaugurar el reinado de los simples y honrar la compañía de las bestias. Suburbio.
Rincón en donde Aldonza Lorenzo deshoja sus margaritas a la piara y en que el cerebro del Divino Loco se inspira y enciende de coraje para, adarga en brazo y lanza en ristre, lanzarse al maelstrom de las hazañas!
Suburbio.
Salud, herr Hitler! Buen payaso y mejor saltimbanqui, con tu bigotito de Chaplin y tu saludo nazi de muñequito de maderal Salud, boxeador del mechón en la frente y el huracán mefistofélico cargado de electricidad en las pupilas!
Salud por tu lucha y por tus cuatro hazañas!
Eres oh, Hitler. el hijo unigénito de la Injusticia amamantado en los pezones del Odio y de la Ira, y resurges, como de un milenario sueño, jinete en el caballo de tu abuelo bajo cuyos cascos no volvía a nacer la yerba, pues que era así como tú eres «el azote de Dios» sobre la tierra!
Salve, consecuencia lógica del siglo.
pues que todo es propicio a tus hazañas.
Sobre la cobardía de un mundo amedrentado, que pesa los dolores de ayer y los de siempre, se alza tu figura estrafalaria como el símbolo exacto de la época.
Salud, hijo legítimo del «vae victis con que te amilanara ayer un mundo ensombrecido; esta es la hora de tu revancha y aprovéchatel Que no está muy lejana la hora en que otra vez el mundo te torne a quebrar la cerviz iquién sabe ya si para siempre!
Aprovecha tu minuto, pues, buen camarada de don Guillermo Hohenzollern.
Campo fertilizado en que halla ambiente la fecunda semilla de los buenos y da su floración alta y magnífica como un roble gigante que intentara abarcar todo el orbe con sus ramas!
Suburbio. Cuna del grito y la protesta, donde Rouget de Isle encuentra un himno para electrizar a la metrópoli.
Suburbio.
Padre de la Polonesa y el Nocturno, del tango y el jarabe, y de la cueca, y del bambuco, y de la rumba; que inspiras a Mürger y a Puccini como también das vida a «Los Borrachos de Velázquez y gritas, vibras, aullas, cantas, te estremeces en los frescos de Orozco y Diego de Rivera. Suburbio.
El más pobre, el más simple.
Suburbio. El Sensual y a la vez casto, el del grito feroz y de la puñalada, el sensible y audaz y temerario.
Suburbio.
Remiendo sucio, lunar que como cargo de conciencia en alma timorata llevan en sus fastuosas faldas las metrópolis.
Por algo estás, viejo suburbio, en las afueras, allí donde comienza el horizonte a distender su línea gris a las alturas para tocar con su comba las estrellas.
Ya el mundo está temblando bajo tus pies.
moderno Aquiles.
Mas un ojo certero, por un resquicio de la bota, está mirando desnudo el talón vulnerable y ya verás cómo surge el sagitario que ha de clavarte, sin piedad, el dardo!
Hay una idea en marcha sobre el mundo y esa no la detienen ni tus gases, ni tus acorazados de bolsillo, ni tus zepelines, aviones y tanques, ni tus bacterias y microbios letales, ni tan siquiera tu estrepitoso «Rayo de la muerte!
Tu guerra habrá de ser la última guerra, y cuando sólo quede una humanidad hecha pedazos, aquella idea que alcanzó a vislumbrar vuestro Volfang Goethe y que emergió como un vagido, en el «Sermón de la Montaña, surgirá de entre su nebulosa como un fuetazo de sol sobre los mundos para quedar radiando por los siglos de los siglos en las almas.
Salud, herr Hitler, buen payaso y mejor saltimbanquil Salud, insaciable gastrónomo, porque si aquel se atiborró con Etiopía, tú no te has llenado ni con Austria.
Salud Fuhrer, campeón de peso máximo, pues que pusiste fuera del ring al Ducel Salud por tu algodón sintético, por tu cerveza hecha de viento y porque seguramente ya tendrás encinta a la Eva mecánica de Isle Adam.
Salud por tu celibato, tu sevicia y tu din salud por tu temperancia y tus costumbres cronymétricas, salud por tu neurosis que te vuelve irresponsable, salud por todas las etcéteras que caben en la órbita de lo cruel y de lo trágico!
Salud, porque no hay para tu estatua en toda la cantera del dolor humano un bloque suficiente a tu figura.
Salud, perínclito gimoasta, mas ten cuidado, que ya la cuerda floja se está poniendo tensa y has olvidado colocar la red que te pudiera recibir en la caída.
Salud, herr Hitler, porque tú no morirás entre tu cama ni habrás de contemplar la última horal Ya está temblando la postrer arena en la garganta cristalina de la trágica clepsidra. Por algo, apestoso suburbio, en los palacios feéricos, fascinantes y aromados, no hay aire para los pulmones de los fuertes ai luz para los ojos visionarios!
Los miasmas del establo (estiércoles de buey y orín de mula)
saturan de zumos ácidos la vida y cuando en el nace algún hombre, ya trae las manos aptas para el clavo, la frente para el aguijón de las espinas, la boca para la hiel y el vinagre y para la lanza de Longinos el costado. Barriada de los pobres y los tristes. Suburbio de las trágicas criaturas. Mesiánico rincón: Ten heno listo en el pesebre porque en cada minuto de injusticias se gesta un nuevo Dios en tus entrañas y puede ser ya la hora llegada. Suburbio. Si alguna vez el heroísmo cobró alas y se elevó radioso al infinito, tú fuiste su crisálida. Managua, Marzo 14 de 1938. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica